Lo que matas, te lo comes

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Esta historia trata de un niño que tenía un padre con una tradición un tanto extraña “lo que matas, te lo comes”.

Un cierto día fue sorprendido aplastando hormigas por su padre, el cual tranquilamente le dijo:

-Lo que matas, te lo comes.

Lloraba y suplicaba una y otra vez pero aun así, sin entender lo que pasaba, fue obligado a comérselas.

Ya con siete años, el niño se encontraba jugando con arco y flecha en el patio. Después de un rato, estando aburrido, vio a un pájaro revoloteando por el jardín y, sin pensar en las consecuencias, le disparó. Una vez más fue sorprendido por su padre.

-¿Sabes cuál es la tradición?

-NO PAPÁ, POR FAVOR.

-Sí, sí sabes cuál es la tradición.

Acto seguido empezó a desemplumar al cadáver y obligó al niño a comérselo hasta que finalmente lo hizo.

El niño se sentía amenazado por la presencia de su papá, por lo que aguantando las ganas de vomitar se llevó cada parte del ave a la boca. Se sentía gomoso y rasposo pero su padre lo vigilaba, por tanto siguió hasta que se retiró.

A pesar de esta peculiar costumbre, el padre era una buena persona, a tal grado que cuando vio a su hijo con una sonrisa por ver a un cachorro le compró uno. Los años pasaron y el chico cumplió 16 años.

Una noche se encontraba manejando borracho y al estacionarse chocó algo que no pudo distinguir. Al bajarse y verlo muerto lloró descontroladamente por la pérdida de su tan amado perro. Pero se detiene al entrar al domicilio y encontrarse con su padre que, por lo que veía, se encontraba escondido en la oscuridad.

-Ya sabes la tradición.

Luego de pelear hasta más no poder, logró escapar y más tarde volvió con hambre y cansancio. Al llegar su padre lo sujetó del cuello y lo arrastró hacia donde se encontraba él ya cocinado pastor alemán.

-Aquí está la cena.

Lo colocó en la mesa y hambriento el joven se lo devoró por completo. Pues tenía hambre y no le darían más que lo mencionado.

Después de un tiempo se veía al borde de enloquecer. En vano intentó escapar nuevamente pero alguien lo esperaba en las escaleras.

-¿A dónde vas? -Con un tono gracioso.

Intentó razonar con él, pero la respuesta siempre era la misma, NO.

Se vieron obligados a resolver sus “prolemas” en un enfrentamiento en el cual por obra de milagro el padre cayó por las escaleras y se rompió el cuello.

¡Te odio! El chico fue por un hacha y encendió el horno.

— Via Creepypastas

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