Espíritus que se pegan a las personas

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

El llamado Spirit Attachment es una de las más antiguas formas de posesión por la cual una entidad logra quedar “pegada” a una persona viva, estableciendo a partir de allí una relación parasitaria; algo de lo que ya habíamos hablado al estudiar a los gusanos, larvas y parásitos del plano astral.

Técnicamente hablamos aquí de posesión, aunque no necesariamente demoníaca, y ni siquiera maligna.

Si bien la mayoría de los espíritus que se adhieren a las personas vivas son, en realidad, seres no humanos del plano astral, también existen otro tipo de ataduras menos perniciosas.

Las tradiciones y viejas creencias, en cambio, sostienen que este tipo de atadura con un espíritu ocurre inmediatamente después de la muerte de alguien que no logra un tránsito adecuado hacia el más allá, quedando sujeto al plano del Kamaloka, o Plano del Deseo.

Estos seres, todavía atados al mundo físico debido a una fuerte confusión y, sobre todo, a asuntos emocionales sin resolver, tal como les ocurre a la mayoría de los suicidas, logran permanecer cerca de las personas que conocieron en vida y, en ciertos casos, quedar “pegados” a ellas durante un tiempo considerable.

Otros sostienen que las ataduras espirituales son realizadas al azar, cuando el espíritu no posee la destreza suficiente como para acercarse a sus seres queridos, obteniendo en cambio un huésped cualquiera, desde luego, convenientemente vulnerable.

Los síntomas son siempre los mismos: repentinos cambios de comportamiento, estilo de vestimenta, modales, forma de hablar y hábitos, entre ellos, la aparición de adicciones súbitas.

Las víctimas suelen caer en hondas depresiones, e incluso manifestar pulsiones suicidas. Otros, en cambio, revelan indicios de repentinos desórdenes de personalidad múltiple. En cualquier caso, la severidad de los síntomas depende de cuán fuerte logre “pegarse” el espíritu; es decir, cuan profundo pueda establecerse en la consciencia de su huésped.

Desde luego que hablamos aquí de los casos más evidentes. Hay otros, sin embargo, mucho más sutiles. De hecho, muchas personas ni siquiera sospechan que llevan un espíritu “pegado” a la espalda.

Las llamadas Formas de Pensamiento (Thought Forms) pueden pasar desapercibidas durante cierto tiempo, aunque su existencia es breve y no poseen un alto grado de inteligencia.

Recordemos que, en resumen, estos últimos no son espíritus ni criaturas no humanas, sino pensamientos intensos, casi siempre oscuros, que logran asumir cierto grado de densidad y autonomía.

En definitiva, las Formas de Pensamiento son una especie fugaz pero muy dura de entidades psíquicas, independientes de su origen y que desarrollan una existencia autónoma. En muchos casos no proceden del exterior, sino que nosotros mismos nos encargamos de forjarlas.

El psicólogo Carl Jung, nada menos, sugiere que estas entidades nacen, crecen y se disuelven constantemente en nuestra psique; casi siempre producto de algún fuerte sentimiento de culpa.

No estamos aquí frente a nada sobrenatural, sino dentro de la extraordinaria fauna de nuestra psique.

Carl Jung nos ofrece un ejemplo de cómo una Forma de Pensamiento nace y se establece en la psique de un alguien:

Un niño dibuja sobre la pared y su madre, naturalmente, lo castiga; no sin antes aclararle que no debe comportarse como un estúpido y destruir las cosas de la casa. El niño, derrotado, traduce esas advertencias en su inconsciente. Pero el inconsciente no puede pensar ni razonar en términos negativos, de modo que se establece allí una “forma en positivo” del castigo: soy un estúpido que destruye cosas.

Repítase esta dinámica durante un tiempo prolongado y esas formas de pensamiento quedarán atadas para siempre en la psique. Afortunadamente, también funciona a la inversa. Si los estímulos son positivos, seguirán siéndolo en el inconsciente.

La mayoría de los trabajos de magia negra se basan en estas Formas de Pensamiento, solo que no es el individuo quien las forma, sino el mago o brujo quien logra instalarlas en su mente.

Toda la parafernalia esotérica tiene como objeto lograr que la mente humana “forme” un pensamiento lo suficientemente fuerte como para existir realmente y actuar siguiendo el impulso que le dio vida.

Pero los espíritus rara vez operan de ese modo.

No poseen la fuerza ni la determinación como para “pegarse” a los hombros de alguien en particular, sino más bien la astucia para encontrar un huésped adecuado y fácil de poseer. El abuso de alcohol y drogas destroza las defensas de nuestra mente y permite, en ciertos casos, que los espíritus consigan “pegarse” a nuestra aura.

La mayoría de los ritos chamánicos siguen el mismo principio, solo que aquí el shamán controla la situación, es decir, es él quien busca un tipo de espíritu en particular y le ordena “pegarse” a su aura con el objetivo de obtener conocimiento o soluciones para un problema en particular.

A propósito de esta última posibilidad, el antropólogo Mircea Eliade escribió un estudio notable titulado: “Chamanismo” (Shamanism), donde se analizan prácticamente todas las formas en las que un espíritu puede “pegarse” a una persona viva, o incluso a un objeto inerte.

— Via Creepypastas

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