El juego de Sara
Todo ocurrió un fin de semana de este verano del 2004.
Era sábado por la mañana cuando nos dirigíamos a Chipiona, Nos esperaban dos días perfectos, las seis amigas estábamos dispuestas a pasarlo de miedo.
Ese día fue todo muy bien, nos divertimos mucho, pero el día siguiente, a alguien se le ocurrió la “genial” idea de hacer un juego, sí, un juego de espiritismo, yo, por respeto me negué igual que otras, pero dos de nosotras empezaron a jugar mientras las demás mirábamos expectantes.
Utilizaron cepillos de dientes, ya que no teníamos lápices ni nada parecido. A los pocos segundos una pregunta en voz alta desgarró el inquietante silencio de aquella habitación medio oscura, iluminada tan sólo por una pequeña vela de débil lumbre.
Aquella voz tuvo respuesta, delante de nosotras estaba ocurriendo algo que nos aterrorizó, los cepillos empezaban a moverse completamente solos, sin que ninguna de nosotras los tocara. El espíritu era el de una niña de ocho años, decía llamarse Sara.
Normalmente sólo nos habríamos asustado un poco, como cualquier otra sesión de adolescentes.
Pero algo era diferente, todas notábamos una fuerte presencia, teníamos la sensación de que en esa habitación había alguien más. Tanto lo sentíamos que una de las participantes, propuso al espíritu que si le podía echar el pelo detrás de la oreja, y de pronto, así fue, todas las allí presentes pudimos ver como el pelo se le movía hasta quedar detrás de la oreja.
Yo no pude aguantar más, el terror se apoderó de mis fríos huesos, la sensación ya era demasiado incómoda:
—¡Dejad de jugar ya! —dije en tono desesperado.
Así lo hicieron, después de realizar lo preciso para despedirnos del espíritu se Sara, decidimos ir a darnos un baño a la playa. Todo parecía haber terminado, ya estaba más tranquila.
Pero al regresar al apartamento la luz de aquella habitación estaba encendida, decidí apagar las luces y asegurarme de que todas y cada una de las puertas y ventanas estaban bien cerradas. Ahora sí, ya estaba más tranquila, nada podía ocurrirnos. Pero mientras cenábamos un gran portazo se pudo escuchar en una de las habitaciones. No podía ser, yo misma revisé todas las puertas y ventanas.
Lejos de asustarnos la intriga nos invadió y decidimos realizar una nueva sesión, queríamos saber si el espíritu de Sara era quien estaba produciendo éstos fenómenos y que se marchara. Empezamos de nuevo y nos aseguramos de despedirnos, Sara nos dijo que se iría y nos dejaría tranquilas.
Todo parecía marchar bien, ya más calmadas, decidimos regresar a casa, hicimos las maletas y nos montamos en los coches, pero al mirar hacia una de las ventanas de nuestro apartamento vimos la silueta de una niña morena diciéndonos adiós con la mano. Ese fue el peor fin de semana de mi vida.
Todo esto me hizo sacar una conclusión, y es que no se debe jugar con los muertos, debemos tenerles respeto, porque si los molestamos, ellos nos molestarán a nosotros… MIRA DETRÁS DE TI…
— Via Creepypastas
