Persuadido

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

_ Ya han pasado dos semanas desde que todo esto empezó. _

Todo comenzó con un accidente petrolero. Todo el mundo pensó que solo era otro derrame de petróleo. Había un montón de voluntarios, un montón de personas que querían ayudar a los pobres y a los indefensos animales, un montón de víctimas.

Pocas horas después, los animales habían enloquecido; arañaban y mordían a los voluntarios de limpieza. Dijeron que se trataba de un efecto adverso a lo que había en el camión cisterna.

Los equipos de rescate aún trataban de sacar a la tripulación de la nave. Mientras cortaban la puerta, oían gritos en el interior. La lograron abrir, pero todo se fue al infierno. Hubo seis minutos de emisión antes de que todo se quedase en silencio, seis minutos de gritos y agonía. La tripulación de la nave atacó a los trabajadores de rescate como a los mandriles rabiosos; rompieron sus huesos y desgarraron su carne. A la gente de la limpieza no le fue mejor.

Aquellos que habían sido atacados por los animales ahora atacaban a los demás. Era peor que cualquier informe de zona de guerra; fue pura brutalidad, y, sin embargo, la transmisión se prolongó seis minutos más. Las caras de todos habían palidecido. Nadie podía explicar lo que sucedía. Se trató de continuar con la prensa regular, la economía, el clima, y ​​una linda historia de interés humano, pero no nos hicieron olvidar lo que habíamos visto.

Traté de seguir mi vida con normalidad, pero cada vez que veía las noticias o caminaba cerca de un quiosco de prensa, ese gran misterio estaba allí. Tenían algunas explicaciones: una infección, unos parásitos cerebrales…, pero no importaban; el mal estaba allí.

Cuatro días después del informe inicial, el estado de emergencia fue levantado. La gente no sabía en quién confiar. Almacenaban alimentos y armas. Algunos huyeron. Tres días más tarde, llegaron a mi ciudad.

Esperaba gemidos, riñas entre cadáveres y desmembramientos, pero allí es donde las películas mintieron. Recuerdo haber corrido tan rápido como podía, haber hecho bloqueos, barricadas…, cualquier cosa para asegurarme de que la puerta permaneciese cerrada y haberme dirigido a la ventana; era una carnicería, tenían consciencia.

Un grupo de ellos se abrió paso a través de un edificio al otro lado de la calle. Saltaron a través de ventanas de cristal. Aunque se les habían incrustado fragmentos de vidrio, continuaron andando. Agarré los suministros que pude y acerqué algunos muebles para obstruir mi habitación. Di una última mirada a la calle. Desearía no haberlo hecho; mi cara se encontró con uno de ellos. Ahora sabían dónde estaba.

No tenía ningún tipo de cuarto de pánico o un sótano seguro. El lugar más seguro en el que podía pensar era mi cuarto de baño; no había ventanas, solo había una puerta con cerradura. Llené mi lavabo y mi bañera con agua, obstruí la puerta de la habitación, y me senté en el cuarto oscuro. Los gritos eran lejanos en mis oídos.

Tras dos horas sin rastro de ellos, me tranquilicé y pensé que no vendían y que podría agarrar un poco más comida. No obstante, se oyó un ruido en la puerta principal. Se oyó a alguien correr y derribar la barrera. Se oyeron pasos rápidos, gritos y un golpe en la puerta. Mis ojos estaban abiertos en su mayor amplitud. Se oyeron más golpes; sabían que estaba allí y que estaba asustado.

Esta fue la pesadilla que había esperado desde el principio. No tenía adónde correr, ni tenía mucho tiempo antes de que rompieran la puerta. Me senté de espaldas a esta, esperando que mi peso extra les dificultase su ruptura, pero todo empeoró.

“¿Por qué no abres la puerta?”

Había una voz en el lado opuesto de la puerta. No hubo ni gritos, ni gemidos, solo una voz tranquila, susurrante. Y a continuación, más de ellos.

“Hemos llegado para ti.”

“Serás más feliz si abres la puerta.”

“No es tan malo…”

Las voces susurrantes se convirtieron en una cacofonía de ruidos tratando de convencerme, de entrar, de engañarme. Había oído que sus gemidos enloquecían a la gente, pero esto era peor, un canto de sirena. Me senté en la oscuridad y esperé. Recé por que se aburrieran, pero no se aburrieron. Me las arreglé para mirar por debajo de la puerta mediante un espejo. Sus ojos no pestañeaban y sus horribles caras habían sido embadurnadas de sangre. Sus gritos y susurros eran cada vez más horribles. Eso fue hace dos días.

No sé qué más hacer… Tal vez no sea tan malo…

— Via Creepypastas

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