El misterioso panteón de Belén

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El Panteón de Belén es un cementerio antiguo localizado en la ciudad de Guadalajara, México. Dicho cementerio fue anteriormente una huerta del hospital civil, pero se convirtió en panteón en 1848. Proyectado por el arquitecto Manuel Gómez Ibarra a solicitud del Obispo don Diego de Aranda y Carpinteiro, su funcionamiento duró poco menos de 50 años, cerrado el 1 de noviembre de 1896. La decisión fue tomada por el Consejo Superior de Salubridad de esa época. Actualmente funciona como un museo que representa parte de la historia de Guadalajara, el cual alberga un sinfín de nichos (900 para ser exactos) de cantera rosa. Anteriormente, en el centro se encontraba la capilla de los hombres ilustres que hoy aparecen en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Aunque el panteón está clausurado para eventos funerarios, sigue abriendo sus puertas al público solo con el fin de que se aprecie su interior. Para ello existen recorridos turísticos en los que se muestran las tumbas y se cuentan leyendas. Hoy en día se pueden observar unos 900 nichos, en torno a la Rotonda de los Hombres Ilustres, último lugar de descanso de personajes importantes de la ciudad del mundo de la ciencia o de la literatura, entre otros campos. Si te decides a visitarlo podrás realizar un recorrido por su interior, incluso de noche, y conocer inquietantes leyendas sobre el lugar.

En él te contarán historias como la del árbol que nació de la estaca clavada en el corazón de un vampiro allí enterrado, árbol en el cual parece ser que pueden verse las caras de las inocentes víctimas del chupasangre cuando el sol se oculta. Dicen que el árbol no debe morir o el vampiro volverá, y por ello lo cuidan lo mejor posible y no se permite tocarlo.

Cuentan también cómo, durante la noche, puede verse la silueta del fantasma del ahorcado, la de un muchacho que se encontraba en el hospital civil y que, desesperado por una grave enfermedad, acabó con su vida colgándose de un árbol del cementerio del que hoy solo queda el tronco.

También podrás ver la tumba de Ignacio que suele estar llena de juguetes, intentándose así que esté entretenido y no haga de las suyas. Cuentan que Ignacio tenía miedo a la oscuridad y que tras ser enterrado, siendo aún un niño, cada mañana la tumba aparecía abierta. Esto acabó cuando colocaron su lugar de reposo en lo alto y ya no estuvo bajo tierra.

— Via Creepypastas

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