La Preocupación

El Puente Negro
El Puente Negro

Con sus 83 años a cuestas, Lolita seguía haciéndose cargo de sus 11 hijos varones, con el argumento de que muchos de ellos seguían aun solteros pasados los cuarenta y quienes se habían casado lo hicieron con “mujeres que no servían para nada”, los tenía en casa para comer, lavaba y planchaba su ropa, los atendía como si fuesen aun chiquillos.

Su marido había muerto hace mas de 10 años, así que no tenía más que hacer, que atender a sus críos. A pesar de sentirse un poco mal, no dejaba sus obligaciones, le detectaron un cáncer que acabó con ella en unos meses. Hasta el último día los cuido como siempre.

Al llegar del velorio, el hijo menor fue el único que regreso a casa, mientras estaba tratando de dormir, escucho el ruido de cazuelas en la parte trasera, pensaba que se habían metido los gatos, pues era un espacio medio descubierto, encendió la luz, echó unos gritos y siguió intentando dormir, pero el ruido no cesó, se levantó entonces a ver, no llegaba aun al lugar cuando pudo distinguir una sombra, que se movía al parecer buscando algo entre los trastos, acercándose con cuidado, se dio cuenta que era su madre, la cual con toda naturalidad le dijo –¿Donde están los pantalones que te iba a arreglar?, los deje aquí- la impresión fue muy fuerte, y el hombre salió de la casa buscando asilo con el hermano más cercano.

La siguiente noche no quiso dormir solo, otro de los hermanos se quedó con él, por la noche escucharon de nuevo ruido, esta vez en la cocina, se oían pasos que se arrastraban con prisa, de un lugar a otro, cuando llegaron a ver –Me movieron todo, ya no puedo encontrar nada en esta casa, ve y traime azúcar para el café- le dijo a uno de sus hijos.

Reunieron a toda la familia el día siguiente, diciéndoles lo sucedido, entonces la esposa de uno de ellos, dijo –Es que está con la preocupación de ustedes, de que nadie los va a atender como ella- después de estas palabras Lolita apareció caminando en medio de la cocina en donde estaban ellos, con pasos lentos, volteaba a verlos a todos, les había escuchado decir en las platicas que había muerto y su rostro parecía triste.

Una vieja amiga de la familia, le dijo que la preocupación no la dejaría irse, que seguiría penando, porque el lazo con este mundo era más fuerte que cualquier otro, en un intento desesperado los hijos y las nueras se pusieron de acuerdo, iniciaron por arreglar los pantalones que ella andaba buscando, después de eso, contrataron alguien que cocinara como ella lo hacía, pero nadie duraba ahí, salían corriendo asustadas cuando veían que Lolita rondaba por la cocina, y en ocasiones les tiraba la comida diciéndoles que no sabían cocinar.

Sus intentos fueron en vano Lolita sigue cocinando, tiene en casa al hijo menor, que llegando a sus 60 aun es cuidado por su madre, como si fuera un bebe.

Fuente: cuentosdeterror.mx

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