Una plática inesperada

El Puente Negro
El Puente Negro

Julián es un chico raro que vive al lado, cuando recién se mudaron, mi madre trato de obligarme a que me hiciera su amigo, compartimos un par de cosas, pero la verdad no es una persona que me agrade, pasa la mayor parte de su tiempo hablando del Diablo , dice que este le da órdenes, las cuales siempre se relacionan con dañar gente. Hasta se hehco ese monologo tan famoso de: “veo gente muerta”.

En cierta ocasión; sus padres no se vieron por el vecindario en más de dos semanas, y la verdad pensé lo peor, los imaginé muertos, desmembrados, y guardados en el congelador, mientras mi raro vecino pintaba con sangre sus paredes.

Contra esos señores no tengo nada, son demasiado agradables, no sé cómo pudieron tener un hijo tan maniático como el que tienen, a veces lo veo en las madrugadas solamente parado en su ventana, evidenciando esa mirada siniestra y su sonrisa macabra. Me aterra pensar que tal vez un día cumpla alguna de las atrocidades que dice y mate a todos en el vecindario, comenzando por nosotros que somos los más cercanos.

A veces lo veo entrar chicas a la casa, parece que les resulta atractiva su indiferencia ante la vida y a ellas mismas, tengo que confesar que he sentido envidia, dentro de su locura lo tiene todo, sus padres lo llenan de regalos aún más allá de sus necesidades, mientras que yo siendo un chico ejemplar, sano y el mejor de la clase no tengo nada. Hace meses que mis padres no me dirigen la palabra ni escuchan mis necesidades, ya sé que cometí un error, hice pedazos el coche que me regalaron en mi cumpleaños con tanto esfuerzo, pero después de eso no ha pasado nada como para que incluso mi madre ni siquiera se preocupe de que pruebe bocado. También en la escuela me ignoran, mis amigos se dan la vuelta, el maestro parece haberse fastidiado de que estudie tanto y sea el único que levante la mano para responder, porque nunca me hace caso; hace mucho que el entrenador no me da minutos de juego en el campo, esto es en verdad un fastidio.

A veces pienso que sería mejor estar muerto. Tal vez esta idea sea un poco loca pero le daré a mi vecino el gusto, iré hasta su puerta y le pediré que me asesine como ha planeado tantas veces con cada persona que conoce. Así al menos las personas volverán a tomarme en cuenta aunque sea en mi funeral.

—¡Julián, Julián! —parece que lo asuste un poco al golpear en su ventana, tiene una expresión inusual en el rostro.

—¿Qué haces aquí? —se dirige a mi algo sorprendido seguro ni imagina mis planes.

—Quiero pedirte un favor que va a encantarte… quiero que me asesines del modo que dijiste cuando nos conocimos.

—¡Hermano no puedo hacer eso! —, ¿hermano? ¿Porque diantres me dice hermano?, hasta donde yo sé no somos tan cercanos.

—¿Y porque Diablos no quieres hacerlo si tantas veces me lo insinuaste?.

—Porque estás muerto hace meses, desde que te estrellaste en el coche que te regalaron por tu cumpleaños.

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