Una noche como esta

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Don Echeverría divertía a los chicos
Fogata en la noche
con cuentos de terror. Se reunían en un galpón, en torno a un fogata pequeña rodeada de piedras, y sentados allí escuchaban atentos las narraciones del viejo.

Esa noche estaba tormentosa. Relampagueaba cada tanto pero sin un trueno, era una tormenta muda aún, y los campos de los alrededores estaban por demás silenciosos.

Las nubes se hallaban muy bajas y eran oscuras, haciendo que entre relámpago y relámpago todo quedara negro. La noche era ideal para un cuento de terror, el ambiente era perfecto. Sentados en círculo los peones aguardaban expectantes. El viejo levantó el hierro con el que atizaba el fuego, señalando hacia la puerta por donde entraban algunos relámpagos:

  • En una noche como esta -comenzó Echeverría-, me pasó algo que casi me mata de terror. – ¿Qué le pasó don? -preguntó uno de los presentes. – Algo que no le deseo a nadie -le contestó-. Fue cuando viví en una casita de las que el gobierno construye en las zonas rurales. Eran unas casas pegadas unas con otras, en varias hileras, todas iguales eran aquellas casas, pintadas igual y todo -Echeverría hizo una pequeña pausa para agregar otro leño al fuego, las llamas crecieron y chisporrotearon; después continuó: -.

Esa noche había tormenta, aunque todavía no llovía. Llegué a la casa algo tarde y me acosté en seguida. Estaba bien despierto, acostado en la oscuridad, y en eso veo que algo atraviesa la puerta, sin abrirla. Aunque estaba oscuro, como tenía puesto algo blanco, o era blanca más bien, alcancé a ver que era una mujer. Caminando lento pasó frente a la cama, fue hasta una esquina del cuarto, después se movió hasta la otra, como si buscara algo. Yo la seguía con los ojos, apenas respiraba para no hacer ruido.

Ella estaba mirando hacia una esquina, pero de un momento a otro me estaba mirando a mí, sin que la viera darse vuelta. Si les digo que cuando vi que se me arrimaba no temblé de miedo, les mentiría. Agarró la frazada con que me tapaba y la tironeó hasta destaparme, después salio del cuarto atravesando de nuevo la puerta.

Aparte del susto de esa noche, me di cuenta de algo que me dio tremendo terror. Me acordé que siempre amanecía destapado, o me despertaba de noche sintiendo frío, pero no le había dado importancia porque creí que era yo mismo el que me destapaba -al terminar su historia Echeverría miró a cada uno de los presentes, agregando: -. Bueno, ahora váyanse a acostar, y tápense bien.

— Via Creepypastas

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