Sirena

Desde pequeño temí al agua, el culpable fue mi padre, me tomaba por la pierna y me arrojaba ya fuese al maro al rio con para que aprendiera a nadar, lo cual por supuesto no era el mejor método. Mi miedo me marcó de forma desfavorable, viví en un pueblo pesquero y temerle al agua era razón de burlas diarias. Con mucho esfuerzo crecí manteniéndome alejado de ese mundo, cuando todos mis compañeros iban a trabajar con sus padres en la pesca, yo me quedaba en el pueblo metido en algún libro. De pesca o navegación jamás me interesó saber algo, hasta que una tarde al regresar de la escuela mi madre muy preocupada dijo:

-Tu padre no volvió hoy de la pesca, deberías ir al buscarlo-

-Seguro le fue bien y está mentido en la cantina gastándose el dinero o le fue mal y está metido en la cantina quitándose las penas –

Mi madre insistió un poco mas diciendo que lo había buscado en la cantina pero ahí le informaron que él no había vuelto aun de pescar porque estando solo no pudo completar la cuota y tuvo que quedarse unas horas más.

Temiendo aquel momento, me había prevenido con un chaleco salvavidas, el estaba borracho la mayoría del tiempo y tarde o temprano no volvería. Pasé donde mi abuelo a recoger la lancha y fui a buscarlo, la tarde ya estaba avanzada, la noche me tomó en medio del rio, no conocía muy bien el lugar, no me acercaba al agua ni a metros de distancia. Pero siguiendo las indicaciones de mi abuelo llegué al punto donde ellos solían pescar, mi padre seguía ahí, solo estaba parado, mirando hacia el agua, rumbo a donde el rio era alimentado por el agua del mar.

Le hablé a gritos pero él no respondía, cuando estuve muy cerca amarré las dos lanchas juntas y salté hasta la de él, parecía ido, perdido en el mar que veía a lo lejos. Cuando le toqué el hombro para llamar su atención pidió que lo dejara, que tenía que ir con “ella” , que lo estaba llamando, con la poca luz que daban las lámparas pude ver sangre en su rostro, en sus ojos, me asusté mas porque no me decía que había pasado y quería arrojarse al agua. Lo único que se me ocurrió fue golpearlo para que cayera inconsciente. De inmediato encendí el motor a la mayor velocidad que alcanzaba el bote arrastrando la lancha de mi abuelo, llegamos a su casa, con mucha luz ahora, me di cuenta que mi padre no tenia ojos… mi abuela rompió en gritos rezando y pidiéndole a mi abuelo que matara a la Sirena.

Ellos creían que una criatura que venía del mar con cuerpo mitad pez, mitad mujer, embrujaba a los hombres con su bella apariencia, cuando estos quedaban enamorados, les sacaba los ojos, para entonces llamarlos con su voz hacia el mar, donde los usaba para alimentar a sus crías.

Con indicaciones de mi abuelo, un par de sus rifles, y mucho miedo monté guardia en el lugar de antes, pues me había dicho que si no callaba el canto de la Sirena mi padre moriría en el mar, que si yo la miraba, era ya maldito también, condenado al mismo destino. Estando en el agua, pensaba ¿Cómo podría matar aquello que no debía ver?, entonces en el vidrio de la lámpara se reflejó algo saliendo del agua por detrás de mí lentamente, sus delgadas manos, casi en los huesos, tenían cinco dedos con uñas muy gruesas, sus costillas apenas cubiertas con una piel transparente, dejaba ver un brillo verde en su interior, en la espalda tenia aletas espinosas y para nada era bella, su rostro de anciana, con las quijadas desencajadas, los ojos hundidos, y su boca llena de dientes con una melena roja despeinada no llamó mi atención pero si me provocó susto. La Sirena me observaba… no se movía, ni hacia ruido, pretendiendo estar distraído tomé mi pañuelo y lo metí por el cuello de una botella de tequila que mi abuelo me dio para agarrar valor , la tenía lista con mi encendedor en la mano y cuando ella se subió, ¡prendí el pañuelo! , volteé muy rápido antes de que ella alcanzara a tocarme con el machete le corté la cara y le rompí la botella en la cola de pez, de momento me pareció ver una jovencita delgada de cabello rubio, con la piel clara retorciéndose, pero no caí en sus encantos, con mi rifle le disparé en la cabeza.

Mi padre recupero la cordura, mi familia la tranquilidad, pero yo pienso que si aquella Sirena quería alimentar con mi padre a sus crías probablemente ellas estén por ahí, embrujando a alguien más.

Fuente: cuentosdeterror.mx

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