Historia de Laughing Jack

El Puente Negro
El Puente Negro

Era una noche de Navidad en la nevada Londres durante el año 1800. En una pequeña casa en las afueras de la ciudad, vivía un solitario niño de 7 años de edad llamado Isaac. Era un niño triste, sin amigos. Aunque la mayoría de los niños estaba pasando la noche con sus familias, esperando con impaciencia la apertura de los regalos que se colocaban cuidadosamente debajo de los árboles de Navidad, el pequeño Isaac pasó la noche a solas en su frío y polvoriento desván.

Los padres de Isaac eran muy pobres. Su madre era una mujer estricta que se quedaba en casa y educaba a Isaac. Su padre trabajaba largas horas en el puerto para mantener a su familia, a pesar de que una gran parte de sus ingresos se destinaba a la compra y el consumo excesivo de alcohol al final de su jornada de trabajo. A veces llegaba a casa borracho, después de haber sido expulsado de todos los bares de Londres, y le gritaba a su esposa.De vez en cuando, se enfurecía y la golpeaba. Cuando terminaba, la forzaba sexualmente.

Como daba la casualidad de esta noche en particular, Isaac permaneció en silencio, temblando bajo sus sábanas hasta que los gritos y fuertes golpes cesaron. Una vez fue capaz de conciliar el sueño, soñó con tener un amigo con quien jugar, con quien pudiese reír y ser feliz como los demás niños. Por suerte para el pequeño Isaac, esa Nochebuena marcó un gran cambio, porque su soledad abismal llamó la atención de un ángel de la guarda que le diseñó un regalo muy especial.

Al salir el sol, en pleno de la mañana de Navidad, Isaac abrió los ojos y se encontró con una extraña caja de madera a los pies de su cama. Los ojos de Isaac se abrieron con asombro. Era una caja hecha a mano. Quién la había dejado. No estaba acostumbrado a recibir regalos. ¿Cuántos de sus juguetes había encontrado abandonados en la calle o arrojados en la cuneta de los caminos?

Isaac se deslizó hasta los pies de su cama, en frente de la caja misteriosa, y la elevó con las dos manos. Lucía maravillosamente pintadas caras de payaso felices en las partes laterales, con unos colores brillantes y muy bonitos. Había una etiqueta que simplemente decía: “Para Isaac”. En la parte superior de la caja figuraba un texto grabado.

Isaac entrecerró los ojos mientras leía el texto: “L-augh-ing-J-ack-in-a-box…”, hizo una pausa, “¿L-aughing Jack in-a-box?”.

Había oído hablar de un Jack in-a-box (caja sorpresa), pero nunca de un Laughing Jack in-a-box. Su mente divagaba con curiosidad mientras agarraba la manivela metálica de la caja. Isaac hizo girar la manivela y la canción “Pop Goes The Weasel” sonó al ritmo de los giros de la manivela. Cuando la canción llegó a su clímax, Isaac cantó el verso final. Pero no pasó nada. Isaac dejó escapar un suspiro: “Está rota”. Puso la caja en el borde de la cama y, arrastrando los pies a través de su pequeña habitación, fue a la cómoda donde cambió de su ropa de dormir por sus ropas andrajosas habituales.

De repente, escuchó un ruido fuerte proveniente de la cama, detrás de él. Se dio vuelta para presenciar cómo se sacudía violentamente la caja de madera. Entonces, sin previo aviso, la parte superior de la caja se abrió y un desfile de humo de colores y confeti emanó. Isaac se frotó los ojos con incredulidad. A medida que el humo se disipaba, el niño pudo distinguir que allí estaba un hombre alto y delgado, un payaso “multicolor” de rojo pelo brillante, con una nariz de cono anillada, entintada en los colores del arcoiris, en cuyos hombros plumas color cian sobre blanco revoloteaban.

El payaso colorido extendió los brazos y, emocionado, anunció:

“Venga uno, ¡vengan todos, sean grandes o pequeños, PARA VER AL MEJOR PAYASO DE TODOS! El único, ¡Laughing Jack-in-a-box!”

Los ojos de Isaac se iluminaron: “¿Q-Quién eres?”.

El payaso colorido bajó de la cama y, con una sonrisa feliz, dijo: “¡Me alegro de que lo preguntes! Me llamo Laughing Jack, tu nuevo amigo para toda la vida. Soy mágico, nunca me canso de jugar, soy un genio del acordeón. Puedo adaptarme y desarrollarme según tu cambio de personalidad. En otras palabras, lo que te gusta, ¡a mí me gusta!”

Isaac levantó la vista hacia el misterioso hombre payaso.

“E-entonces, ¿somos amigos?”

Jack enarcó una ceja.

“¿AMIGOS? ¡Somos los mejores amigos!, ¡fui creado especialmente para ser TU amigo no tan imaginario, Isaac!”

“¿Sabes mi nombre?”

Jack dejó escapar una risa caprichosa: “Por supuesto que sé tu nombre. ¡Lo sé todo sobre ti! Así que, ahora que terminamos de presentarnos, ¿te gustaría jugar un Veo, Veo?”

Isaac sonrió de oreja a oreja: “¿De verdad? ¿Podemos jugar? ¡Me encantaría! Oh…”,hizo una pausa, “no puedo… Tengo que ir abajo para ver a mi madre y hacer las tareas”, su sonrisa se ​​desvaneció.

Jack puso su mano sobre el hombro de Isaac y, con una cálida sonrisa, dijo:

“Está bien, te estaré esperando aquí.”

Isaac sonrió mientras miraba a su nuevo mejor amigo. Justo entonces oyó la voz chillona de su madre que lo llamaba desde abajo.

“Bueno, me tengo que ir. Vuelvo después de haber terminado, ¿bien, Jack?”, dijo mientras se dirigía a la puerta.

“Absolutamente… Eh, ¡Isaac!”, Isaac se volvió a Jack, quien le dio un guiño,“deberías usar esa sonrisa más a menudo. Te queda bien.”

Isaac sonrió y salió por la puerta.

Todo el día, Isaac se la pasó contándole a su madre acerca del increíble y colorido payaso que había salido de una caja mágica aparecida al pie de su cama. Su madre, sin embargo, no le creía ni una palabra. Finalmente, la convenció de que lo siguiera a su habitación para poder contemplar a Laughing Jack por sí misma. Subieron las escaleras e Isaac abrió la puerta de su habitación.

“¿Ves, mamá? Tenía razón, él…”, Isaac hizo una pausa mientras examinaba la habitación que no contenía ni al mágico payaso ni a la caja de madera misteriosa.

A la madre de Isaac no le hizo gracia. Le dirigió una mirada tan amenazadora que hizo que sus rodillas se pusieran débiles y se sintiera enfermo del estómago.

“P-pero, mamá, él…”

La madre de Isaac le abofeteó. Los ojos de Isaac derramaron lágrimas y su labio empezó a temblar.

“¡ESTÚPIDO NIÑO INSOLENTE! ¿¡Cómo te atreves a mentirme con semejante idiotez infantil!? ¿¡Quién querría ser amigo de un gusano inútil como tú!? Ahora permanecerás en tu habitación el resto de la noche y no tendrás cena… ¿Ahora qué dices, ingrato?”

Isaac se las arregló para tragarse el nudo que tenía en la garganta y murmuró:

“G-gracias, mamá”. Su madre lo miró por un momento antes de salir de la habitación, disgustada.

Isaac se levantó y corrió a su habitación para tirarse en la cama. Ríos de lágrimas corrieron por sus mejillas mientras gemía y lloraba.

“¿Qué es lo que ocurre?”

Isaac miró por encima del borde de la cama. Laughing Jack estaba sentado a su lado.

“¿Dónde estabas?”

Jack pasó su mano por el pelo de Isaac para consolarlo.

“Yo estaba escondido. No puedo dejar que tus padres me vean. No nos dejarían jugar más.”

Isaac secó las lágrimas de sus ojos.

“Mira. Siento haber tenido que ocultarme, pero yo te haré feliz porque esta noche podremos jugar y tener un montón de diversión.”

Isaac sintió su vibrante paz y asintió en silencio. Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en las comisuras de su boca. Esa noche, Laughing Jack e Isaac jugaron muchos juegos divertidos. Con un movimiento de su mano, Jack hizo que todos los soldados de plomo de Isaac cobraran vida y marcharan alrededor de la habitación. Isaac se sorprendió al ver a sus juguetes moviéndose alrededor de la habitación por sí solos.

Después, Laughing Jack e Isaac se contaron historias terroríficas de fantasmas. Isaac le preguntó a Jack si él era un fantasma, pero Jack le explicó que él era más bien una entidad cósmica. Al final de la noche, Jack metió la mano en su bolsillo y sacó un surtido de deliciosos dulces. Isaac entró en éxtasis cuando puso el primer dulce de colores en su boca: era la primera vez que probaba algo tan dulce. Estaba muy entretenido y se rió tan fuerte esa noche que las cosas parecían estar finalmente mirando hacia arriba para Isaac. Al menos hasta aquel incidente que se produjo 3 meses después.

Era un día agradablemente cálido y soleado en Londres. Con la ayuda de cierto amigo no tan imaginario, Isaac pudo terminar sus tareas temprano y se le permitió salir a jugar un rato. Las cosas empezaron de manera bastante simple, el dúo estaba en el jardín trasero, detrás de la casa jugando a los piratas, cuando Isaac vio al gato de los vecinos, que saltó furtivamente en su jardín.

“¡Sí! Tenemos a un espía enemigo”, exclamó Isaac.

“¡Yo lo atraparé, capitán Isaac!”, ladró Jack con su mejor acento de pirata. Riendo, alargó los brazos a través del jardín y atrapó al felino desprevenido, que comenzó a luchar vigorosamente.

“¡No dejes que se escape, JACKIE! ¿¡O acaso quieres caminar por la plancha!?”

Jack apretaba al gato. Sus brazos crecieron y se extendieron como anacondas envolviéndose alrededor del felino que luchaba por su vida. Los brazos de Jack seguían apretándolo y vaciando el aire de sus pulmones. Cuando los ojos del animalito comenzaron a hincharse en sus órbitas y se oyó un fuerte ruido, Jack soltó rápidamente a la criatura. La cáscara peluda dio un vuelco contra el suelo, sin vida.

Hubo un silencio que se rompió finalmente por una estruendosa carcajada proveniente de Isaac.

“¡AHAHAHAHA, wow! Supongo que los gatos realmente no tienen siete vidas. ¡AHAHAHA!”

Laughing Jack se echó a reír también, pero concienzudamente le dijo a su amigo:

“Je, je. Sí… ¿Pero no te vas a meter en problemas si tu madre encuentra el gato de su vecino muerto en el jardín?”

La risa de Isaac se apagó rápidamente.

“¡Oh, no! ¡Tienes razón! Um…, solo tíralo de nuevo en el patio del vecino.”

Isaac entró en pánico mientras agarraba una pala cercana. Recogió el cadáver del gato y lo lanzó por encima de la cerca del jardín de los vecinos. Ambos volvieron a la habitación de Isaac.

Alrededor de una hora más tarde, ocurrió. La madre de Isaac gritaba su nombre desde abajo. Ni Jack ni Isaac dijeron una palabra. Isaac se arrastró por las escaleras para enfrentar el horrible destino que “se merecía”. Jack pudo oír mucho griterío, pero no podía entender lo que decían. Después de unos treinta minutos, Isaac, con los ojos llorosos, subió las escaleras.

“Qué pasó”, preguntó Jack con nerviosismo.

“Yo… Traté de decirle que fuiste tú quien lesionó al gato… Pero ella no me creyó. Ella dice que tú no eres real.”

Jack frunció el ceño. Isaac usó su manga para secarse las lágrimas.

“Voy a ser enviado a un internado… Me voy esta noche y no puedes venir conmigo.”

Laughing Jack se puso en shock: “¿¡Qué!? ¿¡No puedo ir?! ¿Adónde voy a ir?”.

Isaac señaló la caja de colores.

“¿Volver allí? Pero no voy a poder salir hasta que…”

Isaac levantó la cabeza y vio a su único amigo con lágrimas corriendo por su rostro.

“Jack, ¡te prometo que voy a volver tan pronto como pueda!”

Jack miró la caja, luego a Isaac.

“Voy a estar aquí esperando por ti”, sonrió mientras una lágrima corría por su mejilla. Se acercó a la caja y en una nube de humo fue succionado de nuevo. No podía ser libre hasta que alguien abriera la caja.

Esa noche, Isaac fue enviado a un internado. Por primera vez, Laughing Jack sintió lo que era estar solo. Aun atrapado en su caja, fue capaz de ver las cosas que sucedían a su alrededor.

Cada día la habitación se llenaba de polvo y más polvo. Laughing Jack iba a ser el mejor amigo de Isaac para toda la vida. Esperó día tras día, mes tras mes, para reunirse con su amigo especial. Los padres de Isaac aún vivían en la casa, pero nunca subieron a la habitación de Isaac. Las únicas veces que sintió gravemente sus presencias, los escuchaba pelear. La vida de Jack se abandonó a la soledad y la desilusión. Con los años, los colores vibrantes comenzaron a desvanecerse en un monocromático de vacío negro y blanco rígido. Atrapado eternamente y sin esperanza.

13 años pasaron hasta que una noche, el padre de Isaac vino a casa borracho y tuvo una discusión con su esposa como de costumbre. Las cosas se intensificaron. Esta vez, ella no se salvó. El padre de Isaac la había golpeado de una forma tan sanguinolenta que la mató, por lo que fue sentenciado a la horca al día siguiente. Con sus padres muertos, esto significaba que Isaac, que ahora tenía 20 años de edad, había heredado la casa vieja y polvorienta donde había pasado la mitad de su infancia.

Laughing Jack se sorprendió cuando escuchó los pasos de su viejo amigo subir por las escaleras hasta la habitación por primera vez en 13 años; sin embargo, no fue el reencuentro que estaba esperando.

Isaac parecía diferente. No solo era más grande, sino que parecía poseer una mirada sombría y extraña. Ya no era el chico joven, dulce y curioso con el que Jack se había reunido hacía tantos años. La caja de Jack siguió allí sin que nadie la tocara, desapercibida en un estante en la esquina de la habitación con todos los demás objetos de adorno no deseados y polvorientos.

Isaac se había olvidado por completo de su viejo amigo. Esto hizo que Laughing Jack sintiera nada. Él era un hueco: 13 años de espera y decepción lo convirtieron en un payaso blanco y negro de la tristeza y la autocompasión. Sin color y sin emoción.

Al día siguiente, Isaac se fue a trabajar a su puesto de trabajo como tapicero, haciendo reparaciones de mobiliario. Horas más tarde, llegó borracho a su casa y tropezó por las escaleras, pero esta vez tenía a alguien con él. Era una amiga que había conocido en el bar esa misma tarde. Era hermosa, con una larga cabellera rubia, ojos azul zafiro y una sonrisa que podía hacer que los corazones se derritieran. Esto llamó la atención de Laughing Jack: “¿Quién es? ¿Un nuevo amigo? ¿Por qué Isaac necesita nuevos amigos? YO soy su único amigo”.

Isaac y su amiga se sentaron en la cama y conversaron acerca de la vida. Isaac hizo una broma sobre el tiempo y los dos se rieron.

Riendo entre dientes, Jack los envidiaba. Isaac y la chica se miraron profundamente a los ojos, y lentamente se inclinaron para poder besarse, cerrando los labios en un giro apasionado. Jack se quedó perplejo por esta extraña muestra de afecto, nunca había visto a alguien besarse antes.

Cuando el beso se hizo más intenso, Isaac pasó la mano por el muslo de la chica, quien lo rechazó disimuladamente. Isaac era persistente y una vez más pasó la mano por su muslo, esta vez poniendo la mano sobre su ropa interior de seda. La chica sintió gran descontento con los avances sexuales de Isaac y lo empujó irritada. Los ojos de Isaac se tornaron oscuros. Su pasión la tornó en ira el alcohol.

“¡PUTA ESTÚPIDA!”, gritó Isaac mientras le daba un golpe en la cara.

Los ojos de Laughing Jack se abrieron de asombro, testigo de las largas franjas de líquido rojo que brotaban de la nariz de la chica. “¿Qué juego es este?”, pensó. Isaac agarró con firmeza la muñeca de la chica con una mano mientras le arrancaba las bragas con la otra.

La chica, aterrorizada, intentó defenderse, pero Isaac era más fuerte. Acarició sus pechos. Forzaba su lengua por la garganta de la joven chica, quien respondió mordiendo tan duro como pudo en la lengua de Isaac.

Jack miraba con los ojos muy abiertos y curiosos. La muchacha se escabulló a la salida. Isaac, rápidamente, se tambaleó hacia delante y fue capaz de agarrar a la chica por la parte de atrás de su vestido.

En seguida, agarró un candelabro que tenía en la mesita de noche, y con todas sus fuerzas golpeó en la parte posterior de la cabeza de la joven, que se abrió como una sandía madura. La sangre espesa salpicó el cuerpo de la mujer, que convulsionó en el suelo durante varios segundos antes de quedar completamente inmóvil.

Había sangre por todas partes, algunas gotas incluso llegaron a la caja de Jack, quien estaba disfrutando mucho el espectáculo. Por primera vez en 13 años, una sonrisa comenzó a dibujarse a través de la cara de Laughing Jack. Una risa repentina escapó de sus labios fríos, luego otra, y otra, hasta cacarear y aullar de risa desde el interior de su caja sellada. “¡Qué juego tan maravillosamente fascinante!”, pensó Jack mientras observaba el pelo rubio de la chica inmóvil, mezclado con la sangre.

A medida que la adrenalina comenzó a bajar, Isaac se dio cuenta de que tenía que deshacerse del cuerpo. Salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él, asegurándola antes de salir de la casa. Regresó tras casi un día entero y volvió a entrar en la habitación trayendo con él un cubo de basura de metal y su bolsa de herramientas de tapicería que usaba en el trabajo. Luego quitó todo lo de la mesa de madera en la pared opuesta a la puerta, y arrastró la cama con el cuerpo ensangrentado en medio de la habitación. Esto no solo dio a Isaac espacio para trabajar, sino que también le dio a Laughing Jack un asiento de primera fila para presenciar todo el espectáculo. Jack miró con una gran sonrisa inmarcesible cómo Isaac interpretaba su nuevo juego con el cadáver manchado. Una vez que Isaac tuvo todo listo, se puso a trabajar.

Primero, descargó el contenido de su gran bolsa de herramientas en la mesa de trabajo a sus espaldas: un surtido de cuchillos, martillos, alicates y otras herramientas. Su primera selección fue un cuchillo curvo, que utilizó para pelar cuidadosamente el cuerpo. Luego colocó la piel en bastidores para que se estirara como cuero. Una vez que puso todo en su lugar, Isaac blandió su sierra de mano para serrar los brazos, las piernas y la cabeza.

Después de llenar el cubo de la basura con cloro y otros productos químicos viles, sumergió las extremidades hasta que la carne fue despojada de los huesos. Sacó los huesos del cadáver y los colocó en la mesa de trabajo; a continuación, en la oscuridad de la noche, se llevó el bote de basura fuera y tiró los restos podridos en las alcantarillas para ser barridos en el puerto.

Para los próximos 3 días, Laughing Jack observó con asombro cómo Isaac había adaptado la anatomía de una mujer a la complexión de un sillón grotesco. Las patas traseras del sillón se hicieron con los fémures, mientras que las patas de las sillas delanteras, con las tibias. Un marco de madera para la base y el respaldo de la silla, y el borde del respaldo labrado a partir de la columna vertebral. Los huesos del brazo como los brazos de la silla y como adorno algunas costillas.

La carne correosa había sido cosida al asiento y al respaldo de la silla, y el pelo rubio de oro estaba trenzado como adorno de la base. Encima, colocó el cráneo de la chica que tenía el pelo rubio, los ojos de zafiro y la sonrisa que podía derretir corazones. Isaac estaba muy satisfecho con su trabajo y Laughing Jack también, impresionado por la profunda creatividad de su antiguo compañero de juegos. Después de esa noche, Isaac nunca tocó otra gota de alcohol de nuevo porque ahora tenía sed de sangre.

En las semanas siguientes, Isaac hizo varias mejoras a su pequeño taller de los horrores. Quitó el colchón de la cama y puso una fila de gruesos tablones de madera en su lugar, luego ató seguros para los brazos y piernas a la parte inferior y los lados. Esto significaba que él sería capaz de entretener a sus invitados por un período más largo, sin que ellos buscasen cualquier intento de escape.

Isaac necesitaba solo una última cosa antes de planear otra fiesta grotesca. Trabajó en ella durante una semana consecutiva, tallando en madera a mano. Después, le aplicó una capa de pintura blanca. Su creación estaba completa. Era una máscara de madera que se asemejaba a la de un baile de máscaras veneciano. Tenía el ceño fruncido y una larga nariz como la de los trolls, y le permitía infundir miedo en los corazones de sus queridos invitados. Con su nueva cara, la sala se transformó en un sangriento nido de asesinatos. Había llegado la hora en que “Isaac Lee Grossman” trajese a casa un nuevo compañero de juegos.

Esa noche siguiente, Laughing Jack escuchó al enmascarado Isaac Grossman subir por las escaleras, llevando consigo un gran saco de arpillera con su más reciente invitado retorciéndose dentro. Dejó la bolsa sobre la cama de tortura y sacó a un joven atado y amordazado, muy asustado, probablemente de 5 o 6 años de edad.

Isaac se encargó rápidamente del chico y lo mantuvo presionado mientras sujetaba sus manos y pies a la bancada de acero. Las lágrimas corrían sin cesar por la cara del niño indefenso, mientras Isaac colocaba sus herramientas en la mesa de trabajo. Isaac volvió blandiendo un par de alicates oxidados y, sin perder tiempo, deslizó la mandíbula inferior de las pinzas bajo la uña del muchacho en su dedo índice derecho y la sujetó firmemente. Los ojos del niño se estremecieron cuando comenzó a murmurar a través de su mordaza, le decía a Isaac que lo dejara ir. Isaac sonrió mientras lentamente inclinaba la pinza hacia atrás, arrancándole la primera uña.

El niño gritó a través de su mordaza mientras se retorcía de dolor en los tablones de madera, con el dedo del pie comenzando a chorrear sangre. Isaac pasó al dedo medio del chico, sujetando firmemente la uña con los alicates oxidados. Una vez más, tiró de los alicates, pero esta vez solo le arrancó la mitad de la uña. El niño gritó de dolor: sus dedos se crisparon y dispararon sangre. Sujetando la otra mitad de la uña forzosamente, Isaac le dio otro tirón. Le arrancó la uña, pero no sin tener una buena cantidad de piel con ella. Incluso para Isaac era un poco doloroso a la vista, a diferencia de Laughing Jack, quien cacareaba de alegría mientras observaba desde el interior de su caja polvorienta.

Isaac volvió a la mesa de trabajo y cambió las pinzas por un gran martillo de hierro. Luego se dirigió a los pies de la cama de tortura, donde con una mano sostuvo la pierna izquierda del muchacho. Levantó el martillo sobre su cabeza mientras el chico lloraba y pedía clemencia a través de su mordaza; entonces, con todas sus fuerzas, Isaac golpeó con el martillo la rótula desnuda del muchacho, rompiendo el hueso en la grava con un fuerte crujido. El niño se convulsionó de dolor con gritos amortiguados.

Al comprobar que el niño tenía problemas por el dolor intenso, Isaac colocó el martillo bajo la cama de madera y regresó una vez más a la mesa de trabajo en la que se equipó con un largo cuchillo afilado. Sin demora, comenzó a tallar las palabras “Gusano inútil” en el pecho tembloroso del niño. Cuando terminó, el muchacho estaba apenas consciente. Isaac se arrodilló y le susurró al oído:

“Esto es lo que pasa con los niños que hacen caras desagradables a la gente.”

Los ojos del niño se llenaron de lágrimas por última vez cuando Isaac comenzó a sacar la piel de la cara del niño, pero para su sorpresa el niño todavía estaba vivo. Mutilado, simplemente se quedó mirando a Isaac con sus grandes ojos redondos, que llenó el corazón negro de Isaac de rabia y de odio.

“¡¡AUN SIN ROSTRO SIGUES SIENDO FEO!!”, gritó mientras agarraba el martillo y golpeaba el cráneo del pobre chico. Lo golpeó una y otra vez hasta que no quedó más que una sangrienta masa de carne, derramando sangre espesa y trozos de materia cerebral. Desde el otro lado de la habitación, Laughing Jack observó con regocijo el gran final, que había estado a la altura de sus expectativas.

El siguiente invitado de Isaac fue una anciana ciega, a quien había invitado a tomar un té. Le llevó casi 5 minutos darse cuenta de que la silla en la que estaba sentada había sido diseñada con restos humanos, y otros 6 minutos para encontrar las escaleras, solo para caer rodando por ellas, agitándose y gritando como una loca. Isaac decidió poner fin a la cruel broma con una sencilla puñalada a través de su cuenca ocular.

Después, trajo a una niña a quien forzó a comer vidrios rotos antes de utilizar su estómago como un saco de boxeo. Pasaban las semanas: más y más almas desafortunadas encontraron su fin en el desván de Isaac Grossman, y su personalidad se hizo cada vez más oscura y sádica. Jack lo siguió mientras se pudría dentro de su caja polvorienta… Hasta una noche muy fría de diciembre.

Los clavos oxidados que sostenían la plataforma de cosas olvidadas finalmente cedieron y todas las cosas se desplomaron al suelo. Isaac oyó el ruido sordo desde la planta baja y decidió subir al desván a investigar. Caminó a través del pasillo manchado de sangre, el suelo de madera del ático, en dirección a la plataforma caída. Isaac dejó de lado algunas de las baratijas que se rompieron en el accidente, cuando por fin se encontró con la caja sorpresa de su infancia. Isaac apenas reconocía la caja andrajosa, antigua como él. La recogió, la sopló e hizo volar parte del polvo. Entonces, porque era nostálgico, comenzó a girar la manivela.

Sonó una versión horrible de la canción “Pop Goes The Weasel”, y cuando la canción llegó a su clímax, Isaac cantó el verso final. La parte superior de la caja se abrió, pero no pasó nada, estaba vacía. Isaac esperó un rato, y luego tiró la caja vieja a la basura con el resto de los adornos rotos. El desastre fue limpiado e Isaac se dirigió a abrir la puerta para ir a la planta baja, pero estaba atorada. Isaac tiró con fuerza, pero la puerta no se movía. Justo entonces, Isaac oyó una voz ronca horrible, llamándolo detrás de él.

“Isaac…”

Un frío recorrió la espalda de Isaac, los pelos de la nuca se le pusieron de punta. Se dio la vuelta lentamente. Laughing Jack estaba completamente blanco y negro, su pelo negro le caía sobre los hombros, desmarañado. Sus dientes afilados y decorados con su sonrisa torcida y demencial. Sus brazos colgaban como un muñeco de trapo, con largos dedos casi raspando el piso.

Luego, con una escalofriante voz rasposa de payaso diabólico, dijo: “¡Qué bueno es ser finalmente libre! ¿Me extrañaste, Isaac?”

Isaac estaba paralizado de miedo: “P-Pero pensé que no eras real”. Jack respondió con una carcajada horrible.

“Jajajaja. Oh, soy muy real… De hecho, he estado esperando mucho tiempo para que este día llegara, y finalmente llegó. Ahora podré jugar con mi mejor amigo para toda la vida.”

Antes de que Isaac pudiera responder, los largos brazos de Jack se extendieron a lo largo de la habitación y cogieron las piernas de Isaac.

El payaso comenzó a acercarlo más, arrastrándolo a su propia cama de tortura de madera con las uñas de Isaac raspando el suelo. Cogió rápidamente 4 clavos de hierro largos de tres pulgadas de la mesa de trabajo y los clavó directamente a través de las manos y los pies de Isaac, injertándolo en la cama de tortura. Isaac gruñó de dolor.

“¡AAAH! ¡JÓDETE! ¡¡¡MALDITO PAYASO NARIZÓN!!!”

Laughing Jack simplemente rió entre dientes mientras sostenía fuertemente la cabeza de Isaac:

“¡Si no puedes decir algo bueno, entonces no digas nada en absoluto!”

Los largos dedos torcidos de Jack llegaron a la boca de Isaac, sujetándole firmemente la lengua, y la extendió hacia fuera. Luego estiró la lengua de Isaac hacia atrás y tomó un largo cuchillo afilado de la mesa. Lentamente comenzó a cortar la lengua. Una vez que la extrajo, Jack empujó un pequeño tubo de metal cilíndrico a través de la garganta de Isaac para actuar como un agujero de respiración temporal. En este punto, Isaac sentía un gran dolor y tenía los ojos bien cerrados para no ver los horrores repugnantes que se estaban realizando en su cuerpo.

“¡Vamos!, ¡no es divertido si no miras!”, bromeó Laughing Jack, pero Isaac mantuvo los ojos fuertemente cerrados. Laughing Jack suspiró, “Haz lo que quieras”.

Entonces sostuvo con fuerza uno de los ojos de Isaac para tratar de abrirlo. Estiró de nuevo su gran brazo y sacó unos largos ganchos de pesca de la mesa de trabajo. Lentamente empujó la punta del anzuelo a través del párpado superior derecho y de la parte inferior de la ceja, de forma permanente. Luego sacó un segundo gancho empujando a través del párpado inferior y lo fijó a la mejilla. Jack repitió el proceso para el otro ojo y, en poco tiempo, una serie de ganchos de metal afilados aseguraron a Isaac para que no se perdiese nada de la acción.

Laughing Jack tomó el mismo cuchillo que había utilizado para cortarle la lengua y se centró en la eliminación de los labios de Isaac. Cortó cuidadosamente. Dos largas tiras de carne con los labios superior e inferior de Isaac, haciendo que sus dientes y encías quedaran completamente expuestos.

“Hmm…, parece que alguien no ha usado el hilo dental con regularidad.”

Laughing Jack se rió entre dientes mientras se estiraba hacia atrás y tomaba el martillo. Isaac trató de murmurar una especie de ruego por misericordia, sin embargo, solo gemidos salían de su garganta. Jack levantó el martillo en el aire y, con una sonrisa retorcida, golpeó a Isaac.

Emitiendo un fuerte crujido, el martillo de hierro rompió los dientes de Isaac como arcilla frágil. Jack dejó caer el martillo y comenzó a aullar de risa mientras desgarraba la camisa de Isaac. Tomando el cuchillo más afilado, Jack cortó el pecho de Isaac hasta el fondo, más allá del estómago.

Primero liberó los intestinos de la misma manera que un mago saca una serie de telas de colores de su bolsillo. Luego, cortó una pequeña porción de los intestinos y presionó desde un extremo de estos con sus labios negros y fríos, soplando al interior del órgano. Una vez inflado, lo retorció dándole la forma de un perro, y con una risa en voz alta exclamó: “¡Puedo hacer jirafas también!”.

Isaac permaneció inmóvil mientras el payaso colocaba suavemente el macabro globo junto a su cabeza.

Para su siguiente truco, Laughing Jack metió su brazo profundamente en la cavidad del estómago abierto de Isaac y arrancó uno de sus riñones. Sosteniéndolo en la mano, Jack miró a su amigo cautivo y se encogió de hombros diciendo:

“Los riñones no son realmente lo mío.”

Tras tirar el órgano, Laughing Jack se dio cuenta de que Isaac estaba empezando a morir.

“¿Te sientes cansado ya? ¡Porque estamos casi en la gran final!”

Metió la mano en su manga y sacó una inyección de adrenalina con una aguja larga.

“¡Esto debería animarte!”, gritó, clavando la inyección en la retina del ojo derecho de Isaac. Movió y giró la aguja más adentro. Con una risa siniestra, tiró de la aguja, arrancándola del globo ocular. El ojo derecho de Isaac ahora colgaba fuera de su órbita.

“Bueno, ahora que tengo tu atención.”

El payaso tomó su largo dedo índice e hizo un agujero en el estómago de Isaac. Inclinó su cabeza hacia la cavidad torácica abierta de Isaac. En cuestión de segundos, un torrente de cucarachas inmundas salieron de la boca de Jack derramándose en el pecho abierto de Isaac. Cada cucaracha se arrastraba y hacía su camino en la pequeña abertura del estómago de Isaac. A medida que su estómago se hinchaba por los insectos, las cucarachas empezaron a escurrirse hasta su garganta, apretando la salida de su boca y la cavidad nasal.

Isaac estaba a centímetros de la muerte cuando Jack se arrodilló junto a él y le habló al oído:

“Has sido un niño explosivo, pero parece que nuestro tiempo juntos ya ha terminado. No hay necesidad de llorar porque tengo la intención de difundir mi amistad a todos los niños solitarios del mundo”. Y, con esto dicho, Laughing Jack metió su mano en el pecho de Isaac y arrancó su corazón, que seguía latiendo.

A medida que moría en esa fría cama de madera, la vida de Isaac pasó ante sus ojos. Vio a su madre, su padre, el internado, sus víctimas y el último pensamiento que revoloteó por su mente fue aquella Navidad muy especial en que despertó para encontrar aquella caja de madera bellamente colorida y tallada a mano que contenía a su mejor y único amigo.

Hay rumores de que cuando la policía finalmente encontró el cadáver podrido de Isaac Grossman deteriorado severamente, a pesar de que su rostro había sido golpeado y roto en pedazos…, él parecía feliz…

— Via Creepypastas

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Posts
Asesinos del Zodiaco

El perro negro

Escrito por Víctor Morales de Venezuela. Por favor Leer y dejar sus comentarios, también pueden leer mi historia…
Read More
Allá afuera

El diario de Alicia

—->Antes de todo quiero decir que está creepypasta estaba creada para ser una historia,pero como es demasiado corta…
Read More
Asesinos del Zodiaco

SCP-2190

Ítem : SCP-2190 Clasificación del Objeto : Euclid Procedimientos Especiales de Contención : Los agentes de la Fundación…
Read More