Sigue caminando

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Lo primero que debes recordar es nunca voltear. Si volteas, estas muerto.

Fue un día largo en la oficina atendiendo llamadas desde China, clasificando interminables pilas de papel, estaba casi dormido con mis codos en el vidrio limpio de mi escritorio… definitivamente era tiempo de tomar café.

Me levante acalambrado de mi nueva silla de madera. La cafetería estaba un piso arriba de la oficina, camine a través de los pasillos cada vez más consciente de que yo era el único que quedaba, además del portero; a quien pude oír al final de otro largo pasillo. El elevador estaba apagado para ahorrar energía, fue cuando me di cuenta que pasaba de la medianoche; así que me dirigí a las escaleras en el lado opuesto del edificio.

La primera indicación es silencio, palpable silencio. Tomando mi café me di cuenta del silencio. La ciudad nunca duerme, y yo sabía que conduciendo a casa me encontraría con luces brillantes y taxis.

Pero en esa pequeña habitación azul con mostradores de granito falso y un refrigerador que ya ni siquiera emitía un zumbido, todo estaba extremadamente silencio. Era un silencio ensordecedor y aplastante que solo se dividía por el sonido de mis cuidadosos sorbos de café.

Me sentía incómodamente inmerso en él, finalmente me decidí a tomar mi taza de café y regresar a mi oficina para escuchar radio en internet y terminar de firmar los contratos de transacciones de la compañía por algunos cientos de miles de dólares. El portero se había ido hace como 20 minutos, pero sabía que a través de la red de cámaras de seguridad había una habitación donde dos hombres gordos con su bolsa de papas estaban viendo mi progreso y platicando sobre sus esposas.

Empezaba a sentirme ansioso.

Esa noche la ciudad estaba más brillante que nunca y aunque era la 1 de la madrugada la gente cruzaba las calles entre clubes y bares. Mi teléfono sonó. Era mi esposa.

-Hola

No hay respuesta, solo estática y retroalimentación. En la siguiente luz de freno le envié un texto:

-Hey cariño. 20 minutos fuera. Te amo.

Mire adelante.

Dónde estoy?

Las calles que me eran familiares se convirtieron en un laberinto de cemento y acero. Un bosque donde yo estaba perdido. Mi pulso estaba más rápido y tenía los pelos de punta. Seguí conduciendo. Mi auto estaba más caliente y el espacio detrás de mí cuello empezaba a picarme. Creo que estoy rompiendo mis mejillas. De nuevo puse las luces de alto y decidí revisar mi cordura. Baje el espejo y vi mi cara roja llena de sudor. Lo limpie con mi manga y la mirada en mis ojos estaba dilata y en su lugar.

Pronto las cosas cambiaron.

Acomode el espejo de nuevo arriba y ahora estaba en una parte industrial y poco familiar de la ciudad. Estoy fuera de conocimiento, pero cuando pienso en ello los recuerdos son vividos. Cada vuelta a la derecha y a la izquierda, cada luz, cada rostro al lado del camino. Dios! Esto debe ser una tendencia hoy con las generaciones jóvenes. Todos sus rostros lucen tan similares en mi memoria y su ropa negra combina a la perfección; un traje negro los cubre a todos en mi memoria.

Dios estoy tan perdido en esta ciudad. Decidí preguntar por las direcciones en un café pequeño. Puse el freno y me baje, pero note que el café no estaba tan lleno como yo creía, de hecho esta callado y vacío. Pero no hay problema, creí que podía caminar por la calle hasta encontrar algún joven para preguntarle por la dirección. Pero tan concurrido como había sido hasta ahora, no pude encontrar a nadie.

Mi teléfono sonaba, mire abajo. Mi teléfono nunca sonó. Ahora estoy en algún lugar a las orillas de la ciudad. Estoy en pánico, porque mis recuerdos sobre sus rostros son tan vividos, muchos rostros. Tanto caminar y tantas vueltas ocasionaron dolor en mis huesos porque ya fui muy lejos. Las luces en la calle ya no son tan intensas y los árboles se están volviendo más espesos detrás de los edificios.

No mires atrás.

Volví a mi confusión y vi todos esos rostros.. Pero no son muchos, es solo uno. Solo un rostro, un hombre largo con su traje, sus brazos alcanzan sus rodillas que parecen estar cuatro pies lejos del piso. Sus dedos y su sombra se extienden en el asfalto hasta mí. Y mientras más se acerca a las luces de la calle se ve más oscuro, hasta desaparecer.

Empecé a correr, ahora estoy en el mar. Un mar de árboles, que se movían pero no hacían ni el más mínimo sonido. Ni un sonido de las hojas a través del aire, ni una ramita debajo de mi pie, solo un tambor que se volvía tan rápido como yo caminaba.. No corría, solo caminaba a través de los árboles.

Él está en todos lados.

Dónde diablos estoy? Dónde está el? Puedo sentir que me ve desde cualquier dirección, pero se pierde en la oscuridad y lo único que puedo escuchar es mi corazón latiendo y el zumbido del viento mientras pasaba de mi cabello a mi oreja. Sigo repitiéndome que no debo mirar atrás.

Ni siquiera podía titubear. Seguía caminando. Me caigo y estoy boca abajo en una pila de ramas. Él está arriba de mí, puedo sentir su fría respiración atrás de mi cuello, pero tengo que seguir corriendo. No puedo renunciar ni mirar atrás. No puedo aceptar lo rápido que es porque sé que no puedo pelear.

Pronto encontraras los mensajes.

Estoy perdiendo la respiración. Mis pulmones están sangrando, puedo jurarlo y mi corazón se está volviendo más lento que un tambor y más rápido que una vibración en mi pecho. Fue cuando note la cálida humedad en mi brazo, ahí estaba escrito en mi antebrazo y quemándose:

Continúa corriendo.

Lo recuerdo escrito ahí. Recuerdo haberlo visto adelante escribiendo frenéticamente con la rama que toque cuando me caí. Recuerdo lo insoportable que era el dolor cuando la rama astillaba mi piel y la sangre salía de mis venas. No había donde esconderme. Mire adelante.

Ahí había un edificio, podía esconderme ahí. Podía hacerlo. No esta tan lejos, ahí una luz que emana por una puerta. Use mi última energía para llegar ahí, rezando para que alguien más estuviera ahí. Algún humano, pues él estaba en todas partes. Vigilándome en silencio.

De repente respiraba cerca de mi cuello después repentinamente esta dos pies a mi izquierda o mi derecha. Finalmente entre por esa puerta, pero tan rápido como lo hice, nada ahí tenía sentido.

Es un laberinto de corredores que están completamente solos y el sonido de mi respiración hace eco en ellos. Enfrento la decisión de ir a la derecha o hacia la izquierda para salvarme pero antes de poder decidir ya estoy yendo hacia la izquierda. Los tótems, se mueven.

Los corredores son estrechos y tienen un azulejo azul y pálido en las paredes. Giran y giran y parecen no tener final, las cosas tienen cada vez menos sentido. El aire aquí se siente más fuerte que afuera, y huele como si algunas partes estuvieran podridas. Creo que puedo oír ratas pasar entre las sombras, donde las luces no alcanzan a alumbrar.

Veo una pequeña silla de madera. Un poco fuera de lugar, luce antigua y limpia comparada con lo sombrío que era el laberinto. Es casi una silla perfecta, excepto por un pequeño detalle: una S pintada con negro en el asiento. El aún está detrás de mí. Sus largos brazos me están alcanzando. Mire abajo a mi muñeca que está sangrando y el mensaje aún se lee claramente: Sigue corriendo.

Pronto alcanzo un lugar donde las luces ya no son tan intensas y al final termina en una habitación rectangular. No tengo salida. Estoy solo con él. Doblo mis rodillas mirando al callejón sin salida y comienzo a caminar hasta el rincón más alejado. Mis lágrimas caen sobre mi rostro, y parpadeo otra vez, cuando miro de nuevo arriba, él está delante de mí.

En aquella silla antigua con la S negra, sentado en una esquina de la habitación. Lo último que necesitas saber es que no hay salida. Tienes que ceder. Tienes que resignarte. Si no lo haces, la pesadilla continuara y las paredes azules te tragaran. Estoy destrozado y sin esperanza. Mis brazos sangrantes están abrazando la parte de atrás del asiento mientas el resto de mi cuerpo se desploma en el piso.

Un sonido familiar se escucha en la habitación, fue el mismo cuando creí que mi esposa me llamaba. Excepto que mi esposa nunca llamó y mi teléfono nunca sonó. Era el. Siempre era él. Toda esa gente era él. El portero era él. En la cafetería era él. En esta habitación es él.

Esta silla, la misma que en mi oficina, es el. Él está en todas partes. Es un ser divino. Ahora se está agachando para alcanzarme. Mis ojos lo están viendo. Esta respirando cerca de mi ahora. No tiene ojos, pero siento que me está viendo. No tiene nariz, pero sé que puede olerme. No tiene boca pero sé que está gritando en este instante.

Él es como caer en un agujero negro. Él puede rasgar tu alma.

No es nada, pero al mismo tiempo lo es todo.

Esta ahí y al mismo tiempo no lo esta.

Y solo hay una cosa que puedo decir claramente de el, sin dudarlo: es muy alto y muy delgado.

— Via Creepypastas

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