Porcelain Doll: hecha de porcelana

Era un estudiante del Santa Fe High School y tenía una amiga de origen chicano a la que apreciaba mucho, se llamaba Victoria.

Victoria, en mi opinión, era una chica definitivamente hermosa, su piel morena bañada por el sol, su cabello castaño oscuro amarrado en dos coletas, sus ojos grandes y verdes con un toque de color marrón, su vestimenta infantil que la hacia ver muy tierna y sobre todo por su cara de muñeca.

Iba con ella a tomar un café y, aunque yo fuera hombre, hacíamos unas grandiosas pijamadas, en las cuales veíamos películas de terror. Ella empezaba a gustarme, y estaba decidido a decirle el siguiente día.

Pasaban los días y Victoria no venía. Me preocupaba ya que me desesperaba la idea de que ella no estuviera aquí.

Decidí ir a su casa a visitarla por si estaba enferma o triste (después de todo, yo estaba enamorado de ella). Al entrar a su casa, me sorprendí al ver que su casa era como una de muñecas, y todo era extraño, tan infantil, tan ella.

Al entrar al cuarto de Victoria, me topé con el horror, su cuarto con toque victoriano ahora estaba salpicado de sangre. No obstante, lo que más me horrorizó fue que el cuerpo de la señora Lowell, mamá de Victoria, estaba partido en dos, y Victoria se aferraba a su cuerpo.

Ahora vestida con un vestido muy largo como de la época victoriana color rosa con delantal blanco y amarrado con un listón del mismo color, medias blancas y zapatos negros escolares, parecía una niña. Sin embargo, lo que más me sorprendió fue su piel: ahora era de porcelana.

—¡Dios mío! ¿Qué te pasó? —dije al ver su piel ahora tan delicada— ¿Y qué pasó con tu mamá?

Victoria, sin parar de llorar, solo se levantó y me miró con lástima:

—Quería ser tan hermosa como una muñeca de porcelana, pero el espíritu malvado me quitó mi cuerpo humano, y mi alma se hizo como una muñeca de porcelana. Cuando traté de eliminar a ese fantasma con un hacha vieja de las casa, le di a mi mamá —dijo e hizo una larga pausa— ¡Es mi culpa! —gritó para echarse a llorar más— pero… ¿tú crees que soy hermosa? —me preguntó mirándome con esa mirada tan inocente que me gustaba.

No sabia qué responderle. La amaba, pero su apariencia me horrorizaba, todos siempre le decían que era rara e infantil. No obstante, que llegara al extremo de querer ser una muñeca de porcelana.

—Eres muy bonita, eso sí, pero das mucho miedo —le intenté explicar respirando cada vez más rápido.

Había cometido un error que casi me quita la vida.

Al decir eso, me miró de una forma psicópata, agarró su hacha y la arrastró de forma tenebrosa acercándose a mí. Agarró mi mentón y me tiró de forma brusca al suelo.

—Ya veo, doy miedo, pero no te preocupes. Ahora encontré a alguien que me aprecia y que dice que soy bonita y, sobre todo, que me ama. Bueno, sé que lo hace —dijo mirándome de forma psicópata.

—¿Y quién es él? —pregunté tembloroso, mirando su hacha por si esta quisiera matarme.

—Su nombre es —hizo una pausa larga que terminó en un gran suspiro— ¡Jackie! —soltó una inocente risa que se trastornó en una psicópata— Él quiere tus riñones, y yo, como su novia, se los daré —dijo acercándose con su hacha para rebanarme.

Me paré y caminé hacia atrás sin fijarme. Al dar un paso en falso, caí por la ventana y, por mi suerte, en un montón de basura.

Por mi suerte, Victoria me dio por muerto y, con un tono de como de película de terror. dijo para retirarse:

«Adiós Michael».

Pasaron ya como 6 años de lo sucedido, y ahora tengo 19. Tengo una novia y voy a estudiar leyes, pero nunca voy a olvidar lo sucedido, nunca olvidare a Victoria Martinez, ahora conocida como Porcelain Doll.

Por que ella siempre estará ahí, en mis sueños, cada vez que volteo a ver a algún lado,. Cuando veo el periódico al ver que alguien fue despojado de sus riñones y asesinado de forma sádica, sé que fue ella.

— Via Creepypastas