Noches oscuras
Llega la noche a mis sentidos y entonces todo mi ser se estremece al sentir cómo la oscuridad consume lo que mis ojos llegaban a ver.
Sé que este sentimiento es más que solo un escalofrío, es algo que en mi mente no deja de insistir al ver la oscuridad de la nocturna hora, es la historia que en breve he de contar.
En una noche oscura como pocas, Fernando caminaba por las calles silenciosas de la colonial ciudad de Sucre en Bolivia, que son tan antiguas que parece te llevarán por el tiempo siglos atrás. Fernando estaba triste y caminaba con la mirada baja hasta que sin ponérselo llegó hasta donde se encontraba el balcón de Isabel. Él siempre la había amado, pero en secreto sin poder confesárselo.
La vio apoyada en el enrejado sin resistirse le lanzó un saludo. Ella desdeñosa solo tornó a ignorarlo, sufriendo el hondo pesar del desprecio, marchándose. Alguien le impide el paso a Fernando. Levanta la cabeza para ver quién: se trata de un hombre cubierto con un traje negro.
-Isabel es muy hermosa, ¿no es cierto?-dijo aquel hombre-.Yo puedo hacer que ella sea tuya a cambio de un favor. ¿Qué me dices, Fernando? ¿Te interesa escucharme?
El trato era el siguiente. A cambio de hacer que Isabel se enamorase de él, cada noche de luna llena tendría que matar a una persona y luego quitarle la cabeza en honor al diablo, pues el hombre de negro no era otro que un demonio al servicio del ente del mal.
Fernando estaba totalmente enamorado de Isabel y deseaba tanto estar con ella al precio que fuera. Aceptó.
Meses más tarde la gente comentaba acerca de los asesinatos que ocurrían en la ciudad: eran más de tres, el asesino se ocultaba en las sombras de la noche y luego sorprendió a su víctima sin después dejar la menor pista de su identidad; al mismo tiempo que Fernando se ponía de novio de una linda muchacha.
Pasó mucho tiempo y Fernando al final se casó con ella y decidió que como ella ya le pertenecía no era necesario volver a matar, y se decidió no volver a hacerlo. En la siguiente luna llena, mientras dormía, vio al hombre vestido de negro que le decía: “Así que decidiste romper nuestro trato, pues nadie escapa de mí. Yo soy el infinito dolor que llega al corazón del hombre para su perdición. Todo lo que pase de ahora en adelante será tu responsabilidad.”
Despertó sobresaltado y al darse vuelta para ver a Isabel, que dormía a su lado, fue tal su espanto que no pudo ni siquiera gritar: su mujer se encontraba bañada en sangre con la cabeza cercenada. Escrito en la pared con sangre decía lo siguiente: “Vive, maldito, y muere sabiendo que fuiste tú y no otro quien la mató. Vaga en el mundo siendo tan solo una sombra en la noche que existe solo para el sufrimiento.”
Desde entonces otra leyenda se oye en la ciudad: la voz de alguien, muy entrada la noche, junto a un viejo balcón, clamando por el perdón de una tal Isabel.
— Via Creepypastas
