No estoy solo

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Me sigue persiguiendo tercamente, aunque sabe muy bien, que no me encontrará. Escaparé por siempre, y continuará acechándome. No estoy solo. No estoy cuerdo. No estoy bien. Nunca más estaré bien; no diré que no estoy loco, porque es la dura realidad. Y hay que aceptar la realidad. Yo… no estoy solo.

Mi hermano dijo “¿Por qué no?” y me invitó a mí y a mi hija a realizar la expedición con él. Recientemente mientras caminaba por las heladas montañas que habitaba, había encontrado un valle con un clima completamente diferente al del resto de los picos. Allí era cálido: se podía sentir una brisa muy agradable rozando la cara, y los pastos largos envolvían tus zapatos; una vez llegamos allí, no encontramos a nadie, pues mi hermano decidió no decírselo a ninguna persona. Tanto yo como mi hija sentimos una presencia, un débil respirar bajo la tierra, un latido casi imperceptible por debajo de la superficie verde. Pero no mi hermano. Nos acostamos sobre la tierra y pudimos sentir el rozamiento del pasto suave en el rostro. Todo era muy hermoso.

Él no le puso nombre, mas yo y mi hija decidimos llamarlo el Valle Viviente, por el latido y la respiración allí presentes.

Hoy en día no quiero volver allí, ni siquiera en mis sueños (o pesadillas, más bien). Pero el valle sigue acosándome cuando duermo, lo veo cada vez más cerca. Me sigue. Y también ese latido.

Pasamos la primera noche en una pequeña cabaña que extrañamente estaba edificada en el centro. Dentro, el respirar se podía oír apenas más fuerte, aunque para mi hermano seguía siendo inexistente. Vi, mientras trataba de conciliar el sueño, cómo mi hija se retorcía y gritaba en sueños; su boca se abría para soltar un alarido que jamás sonó, una y otra vez. Por mi parte, aluciné con unas figuras borrosas que vigilaban desde las ventanas. Me sigo preguntando si eran alucinaciones… Después de un largo rato de revolverme en la cama, mis ojos cayeron involuntariamente de sueño.

En el universo del subconsciente, puedes observar cosas que resultarían imposibles en la vida real. Yo, presencié cómo parecía que el suelo del valle se hinchaba y ascendía hacia arriba, y de nuevo hacia abajo, tal como… el pecho de alguna criatura, respirando hondo. Y cómo resonaba un golpe dentro de las paredes verdes, tal como… el latido de un animal; definitivamente, el Valle Viviente no era simplemente un sitio precioso…

Me desperté con las manos de mi hija por poco desgarrando mi camisa, de lo desesperada que estaba por hacer que me levantara. Dijo que unas manos que ella no podía ver la sujetaron por la noche, y que tuvo pesadillas sobre cómo unas cadenas la ataban y la arrastraban hacia lo profundo de un agujero, cuyas paredes eran verdes como la vegetación del Valle. Arrojé a mi hermano al suelo de una patada, y él abrió los ojos sólo para mirarme directo a la cara y gritarme como nunca lo había hecho. Poco después de ésto, la discusión:

-¡¿Qué carajo te pasa?! ¡No te he hecho nada!

-¡¿Acaso le estuviste contando historias a mi hija?!

-Claro que no. ¡Me dormí mucho antes que ella!

-¿Entonces, cómo es que se queja sobre las pesadillas que tuvo?

-Las habrá inventado ella.

-Lo dudo, no es mentirosa.

-¿Entonces…?

Un temblor sacudió la casa y el resto del valle. Se pudo escuchar un soplido y sonaba casi… como si alguien tosiera. Ese sitio estaba vivo.

-Mi dios… ¿qué está pasando? -dije yo.

-No tengo la más mínima idea…

-Papi, quiero irme a casa -me rogó mi hija.

-Nos iremos en la mañana. Por ahora, descansa.

Y volvimos a arrojarnos a las profundidades del abismo de los sueños. Esta vez no hubo pesadillas. No sueños. Nada. Simplemente dormitamos. Al día siguiente, cuando mi hija y mi hermano se despertaban, yo estaba preparando el desayuno (unas simples tostadas con queso y té) y las maletas estaban ya cerradas; estábamos considerablemente hambrientos, y tuve que repetir varias veces el proceso. Mi hija y yo nos disponíamos ya a comenzar a caminar hacia la estación de tren, pero una vez más la hermosa vista del valle y su pasto tan suave nos cautivaron y convencieron de quedarnos “un poco más”, como dije yo. Grave error. Por esa decisión tan arriesgada he perdido todo: mi preciada hija, mi hermano, mi esposa, mi hogar; hoy en día me encuentro a punto de suicidarme, aunque dudo que pueda descansar en paz.

Se sucedieron hechos que no me interesa relatar ahora ya que son básicamente copias del anterior con algunos cambios. Temblores, peleas, amenazas, etc. ¿A ustedes les gustaría que simplemente explicara con detalle cosas aburridas? No, lo dudo.

Entonces, más o menos al tercer día después de lo antes dicho, empieza lo verdaderamente terrorífico.

Me desperté en la cama, y ni mi hija ni mi hermano estaban allí. Lo primero que me invadió fue la curiosidad, luego la preocupación, y al final la desesperación; no me atrevía a mirar por la ventana: quería engañarme de que estarían por algún lugar de la choza, aunque conocía perfectamente lo que estaba sucediendo. No por cualquier cosa habíamos apodado al lugar el “Valle Viviente”. Entonces por fin me decidí a asomar la cabeza, y contemplé un vacío nunca antes visto. Ni las profundidades del océano son tan oscuras, tan hondas, tan silenciosas… no me atreví a gritar, ni a correr, ni a nada; un miedo desconocido se apoderó de mí, y no me permitía moverme.

Al final, simplemente me encuentro aquí. Observando por la ventana mientras escribo esta nota. Tengo la esperanza de que mi hija y el tonto de mi hermano volverán algún día; pero sé que es una falsa esperanza, no volverán nunca más. No voy a salir de aquí. No puedo cruzar el abismo entre la humanidad y yo, pues al fin y al cabo soy uno de ellos, uno como ustedes, ¿no? Esperaré al menos a que el viento sea favorable y transformaré esta carta en un avión de papel, para arrojarlo hacia el borde de la montaña; luego me suicidaré. Temo arrojarme al hueco porque tengo miedo de que no acabe nunca. No estoy solo. No estoy solo. No estoy solo. No estoy solo. No estoy solo. No estoy solo. No estoy solo… (el resto del texto es ilegible)

Texto extraído de un avión de papel hallado en el comienzo de unos picos nevados. Aunque se considera que los extraños sucesos son reales, nadie se atreve a ir al llamado “Valle Viviente”. Tal como el autor de la carta, se teme que… no estemos solos.

Ryuu, el caos que acecha desde las sombras (Habla o calla) 21:17 17 ago 2015 (UTC)

Secuela en:Dark Abyss

— Via Creepypastas

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