Nadie quiere jugar conmigo

-Sentía frío, ¿sabes? Mucho frío. Era un frío extraño, no del que sientes al salir en invierno sin abrigo, era por dentro. Es por dentro. Es un frío de soledad. Como cuando esperas que tu papá o tu mamá te den un abrazo y no consigues siquiera una mirada. Aún no me dirigen la mirada. Ya no quieren verme. Y menos jugar conmigo. ¿Tú crees que estarán jugando a que no me ven? Entonces me estarían viendo y jugando a la vez. Quizá todo el mundo sepa que estamos jugando y por eso nadie me dice nada cuando les hablo. Mmm… Ya me cansa ese juego. Quiero que me miren, y hablen, y abracen. Como antes, como tú ahora.
-Yo quiero jugar contigo, pero ahora no puedo. Debo ir a dormir y mañana ir a la escuela. Luego puedo jugar.
-No tengo a nadie más. ¿De verdad no puedes jugar ahora?
-Lo siento, mañana.
-¡Hijo! ¿Estás listo para ir a la cama?
-Sí, voy.
-¿Con quién hablabas? Ten cuidado con el mueble del pasillo. Sé que no te gusta que te lo recuerden, pero no puedes ver y te golpeas siempre.
— Via Creepypastas