Los ojos culpables

Hace mucho tiempo, un señor muy bien vestido les pago a mis padres cuatro mil denarios por poseerme. Un día, después de tanto tiempo de disponer para él, apenas me vio, lloro como un pequeño niño, al que no le entregan un dulce que tanto anhela.
— ¿Qué sucede, señor mío? — Cuestione sumamente preocupada. — ¿Acaso le disgusta algo?
—Tus ojos… Son tan preciosos. — Musito con demasiada tristeza que causaba ternura. — Me hacen olvidar todo, hasta de adorar a lo más importante, como a Dios.
Horrorizada, di un paso atrás. ¿Cómo un hombre prefiere un par de ojos simples antes de que a su mismo Dios, el que le ha dado todo y lo ha colmado de bendiciones?
Así que tome una decisión, cuando el me dejara sola, me arrancaría mis propios ojos, quienes no debían arrebatarle el semblante a alguien.
— ¿Pero qué has hecho, mujer? — Pregunto apenas me vio con las cuencas vacías. — Has perdido tus ojos, definitivamente has perdido tu valor.
—Nada debe apartar a un hombre de su dios, mucho menos unos insignificantes ojos.
Esa misma noche, morí. Pero supe que no lo había hecho en vano, pues al deshacerme de mi valor terrenal, aumente mi valor espiritual y ellos me llevaron. Al menos estoy segura de que aquel hombre, mi señor, no se quedara con las manos vacíos, seguro recibió recompensa.
Una versión diferente del cuentoLos ojos culpables Para la misión de la academia.
JosefinaMatate, pero nunca dejes de vivir.
— Via Creepypastas