Tormenta eléctrica

El Puente Negro
El Puente Negro

En una pequeña habitación rosada una niña dormía profundamente, hasta que fue interrumpida por un leve golpeteo en la ventana, escuchaba un “clack,clack” intermitente que le robó la paz, se despertó para darse cuenta de mas ruidos que la rodeaban, pareciera que las puertas se abrían y cerraban con fuerza, cimbrando la construcción de madera en la que vivía, las ventanas temblaban como si tuviesen frio, y el cielo empezaba a brillar, tronando tan fuerte que le impedían a su padre escuchar los gritos que lo llamaban con desesperación.

La niña no quería moverse de su cama a pesar de la gran necesidad de correr a brazos de sus padres, pues el miedo a todos aquellos sonidos era mayor, de pronto la puerta se abre lentamente entre rechinidos en medio de la oscuridad, una sombra delgada, y de cabello largo le llama hacia la puerta, mientras la niña pega un grito de susto, la madre enciende la luz para dejarla ver que es ella quien le habla.

Después de tremendo susto se van a la habitación donde el padre las espera con un fuerte abrazo para calmarlas. Los 3 se meten en la cama a dormir, la niña no podía conciliar el sueño, así que su madre fue a prepararle un vaso de leche tibia, después de beberlo tardo un poco en quedar dormida, para entonces la pareja había perdido el sueño, aprovechando que la pequeña estaba dormida, fueron a tomar una copa de vino a la estancia en la planta baja.

El mismo “clack,clack” despertó a la niña, pero esta vez sin miedo, pues su padre le explicó que todos esos sonidos venían de una tormenta eléctrica , ella más tranquila intentaba cerrar los ojos de nuevo, cuando volteó hacia la ventana, vio parado junto a ella a una sonriente figura que no podía definir, no se veía como ella, era oscuro, sin cara, sin ojos, se veían sus manos, pero no los dedos. Ella se acercó para preguntarle quien era, pero no obtuvo respuesta, en su lugar, aquello se movió hacia enfrente donde la luz de la ventana lo iluminó. Parecía una persona, pero muy diferente a las que ella conocía, su ropa estaba vieja, rasgada, el cabello se le caía con el leve viento, su cara estaba seca, con solo un par de dientes en la boca, sonreían demasiado, sus enormes ojos blancos saliéndose de la cuenca, asustaron un poco a la niña, pero antes de que ella pudiese gritar, el espectro, se elevó por los aires empujándola hasta la pared.

Infló su cabeza tanto como para darle una mordida en todo el lado derecho del cuerpo, como si quisiera comerla, en ese instante sus padres que venían ya en camino por el fuerte ruido entraron a la habitación, el hombre al ver que aquella cosa mordía a su hija, se fue en su contra, metiendo su manos entre las mandíbulas logró liberar a la pequeña, y se quedó forcejeando con la aparición mientras su familia se ponía a salvo.

Sin saber que era, ni porque estaba ahí, el señor luchaba por el bienestar de su familia sin poder hacer mucho, ahorcaba a la criatura, pero esta no reaccionaba, la golpeaba pero no parecía dolerle, hasta que dio, con el punto, de arrancarle de a poco los pedazos. Tomó entre sus manos los ojos colgantes de la aparición, los arrancó con fuerza, lo tiró al piso y haciendo palanca con sus piernas le arrancó los brazos, la criatura emitía un sonido con el de la grasa al arder en el fuego, y corriendo se arrojó por la ventana, los brazos arrancados fueron detrás de él, igual que sus ojos.

Aun con la duda de lo sucedido, tomaron como costumbre no separarse ni un instante durante una Tormenta eléctrica.

Fuente: cuentosdeterror.mx

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