Leyenda de la Mujina

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

En una gran cantidad de culturas alrededor del mundo se relatan historias sobre espectros sin rostro , los cuales se convierten en protagonista de las peores pesadillas o inspiradores de los más aterradores gritos. Tales criaturas son por lo regular mujeres hermosas, que después de mostrar su carencia de semblante, se vuelve difusas como una ráfaga de vapor.

Hoy en día se conocen cientos de versiones, las cuales se adaptan al lugar en donde se relatan, pero la memoria más antigua proviene de Japón, más específicamente de la leyenda de Mujina , el fantasma sin cara.

En ella se cuenta la anécdota de un comerciante de Tokio, mientras vagaba perdido en los senderos resbaladizos de Akasaka, durante una fría y oscura noche. El hombre en cuestión se encontró con una mujer , llorando desconsolada al lado del camino. La joven lucia hermosa, adornando su esbelta figura con una cabellera arreglada de forma impecable. Sin embargo más impresionaba su doloso llanto, el cual intentaba esconder bajo los pliegues de su elegante vestido.

Ella se veía tan frágil en medio de la tempestad, así que el comerciante se apresuró a ofrecer su ayuda. A pesar de lo mucho que él insistía, la chica continuaba con su llanto, meciéndose de un lado a otro, ante la desesperación de aquel pobre hombre que rogaba por un poco de confianza, y le ofrecía ayudarle a lidiar con su angustia.

Finalmente, después de mucha insistencia, la mujer levantó la cabeza hacia él, aun con el llanto a flor de piel, confundiéndose con los quejidos del viento. Fue entonces que el comerciante no hizo otra cosa más que huir despavorido, al ver que no había labios, ni boca, que pudieran emitir aquel sonido, la joven ni siquiera tenía un rostro.

Sin mirar atrás, el hombre siguió su camino, buscando cualquier persona con la cual pudiese compartir lo ocurrido y le ayudase a cargar el miedo que venía arrastrando. Fue una vieja harapienta su primera confidente, ella lo escuchó atenta, a pesar de que el hombre difícilmente podía articular palabras y decir frases coherentes, atendía cada detalle para poder hilar la historia que llenaba a aquel individuo de horror.

Cuando la anciana entendió la experiencia de aquel hombre, para calmarlo, o aliviarlo un poco, le mostro que ella tampoco tenía rostro.

Se dice que una mujeres sin rostro nace cuando el llanto les desfigura las facciones, solo algunas, pueden recuperarlo, pero vuelven a perderlo si el dolor regresa, de esta forma, toda mujer que sufre puede transformarse repentinamente en una Mujina, en una mujer sin cara.

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