Huéspedes malditos

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Se mudaba la familia con mucha ilusión a una derruida casa, la cual a pesar de su mal estado, significaba mucho para ellos, ya que esto les abría las puertas a una nueva vida. En su primera noche, por fuerza de la costumbre, se acomodaron los seis hijos en el mismo cuarto; aquel con un gran árbol junto a la ventana. Aunque la emoción de su nuevo hogar era mucha, mayor era el cansancio y cayeron todos dormidos.

Cercana la media noche , un ruido constante y rítmico, despertó al padre; él fue directo a la habitación de los chicos con intención de reprenderlos por seguir despiertos, sin embargo, no fue capaz si quiera de llegar a la puerta. A la mitad del pasillo, la luz de la Luna fue suficiente para revelarle la figura de una persona colgada en el centro del cuarto, meciéndose aún, y chocando sus flácidos pies contra la pared.

Pensando en no alarmar a su familia, quiso tragarse las emociones, pero la idea de que el colgado fuera alguno de sus hijos, le sacudió el cuerpo, sin ser capaz de contener los gritos. Los chicos saltaron alarmados ante aquellos alaridos y uno de ellos encendió las luces mientras los demás se abrazaban temerosos.

Ya con la habitación iluminada, la temible silueta pendiendo de una soga había desaparecido, y el señor se fue calmando de a poco. Igual esa noche, les prohibió quedarse ahí, los llevó consigo al cuarto contiguo, donde pasó toda la noche en vela, nervioso, comiéndose las uñas y desesperado porque amaneciera.

Pero quería el destino que la noche se tornara eterna , y el pobre hombre angustiado escuchara retumbar en sus oídos, aquellos pies golpeando el muro. Cuando reunió valor para presenciar la escena de nuevo, fue a investigar, pero en esta ocasión, el escandalo lo provocaba un joven debilucho y malhumorado, abriéndole la cabeza a una chica con un bate.

Esta vez, el señor tenía la calma suficiente para encender la luz, logrando que aquellas visiones se fueran; entendiendo también, que esto era una solución temporal. La cual al paso de los minutos resultó mala idea, pues los espectros se trasladaron hasta la habitación que ahora ocupaban. Una anciana cargando un hacha, y arrastrando un bulto sanguinolento, atravesó el portal, y bañó de sangre los cuerpos de los niños que dormían en el suelo. Horrorizado, el hombre encendió la luz, el espíritu desapareció junto con su víctima y llevándose sus rastros. En un arranque de aparente locura, el individuo fue iluminando cada rincón, ante las miradas confundidas de sus familiares.

Noche tras noche sucedió lo mismo. Las macabras escenas de muerte se presentaban cerca de las doce, a veces el hombre alcanzaba a iluminar toda la casa a escondidas de su durmiente familia, pero en otras se veía envuelto en esa terrible historia de terror lacual no comprendía, pues según le dijeron en esa casa habitó una dulce anciana acompañada de un enfermizo y agradable nieto. Pero, solo se conoce de verdad a las personas cuándo se vive con ellas, sin importar que ya pertenezcan al mundo de los muertos.

Eso solo lo dejaban con opciones: llevarse a su familia de ahí o aprender a convivir con sus huéspedes malditos.

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