Espectro residente

Allá afuera
Allá afuera

En la aldea de Borley, Essex, Inglaterra, fue construida en 1863 una mansión de estilo victoriano. La mandó edificar el pastor anglicano Henry Dawson Ellis Bull, quien se instaló ahí junto con su familia. En aquella etapa aconteció el primer evento paranormal: el sonido de pasos inexplicables por los pasillos; sin embargo, el registro más constante de fenómenos sobrenaturales comenzó con el siglo XX.
En 1900 cuatro hijas del reverendo Bull aseguraron haber visto el espectro de una monja, y los habitantes del pueblo reportaron la visión carruaje guiado por dos jinetes sin cabeza. Para esta época el rector ya había muerto y su hijo, Harry Bull, lo reemplazó en el puesto hasta 1928.
A los siguientes habitantes, el reverendo Guy Eric Smith y su esposa, les tocó vivir las experiencias de forma más acentuada; recibieron el cráneo de una persona joven envuelto en papel, veían luces en las ventanas y escuchaban llamar los timbres de la servidumbre sin que nadie los tocara. Ante los sucesos entraron en contacto, a través del periódico Daily Mirror, con la Sociedad de Investigación Psíquica, organización británica fundada en 1882 para la indagación de fenómenos semejantes. El diario envió a un reportero y a Harry Price (1881-1948), experto que había desenmascarado a falsos médiums y charlatanes, incluyendo el caso de una exótica langosta parlante. Respetado en su época, Prince indagaba las posibles explicaciones científicas de los presuntos fenómenos paranormales.

El caso de la rectoría Borley puso a prueba sus habilidades y acabó con su prestigio. Cuando llegó, los sucesos se intensificaron: en los espejos aparecían mensajes, volaban piedras y otros objetos. El matrimonio Smith dejó la rectoría en 1929 y Lionel Foyster reemplazó al pastor. Tras otros eventos similares, los reportó a Prince, quien abandonó su postura escéptica al declara que el lugar estaba bajo el influjo de un poltergeist, nombre que se da a cualquier fenómeno violento producto por una fuente de energía no identificada. Llegó a declarar que se trataba de “el caso más auténtico de visita de fantasmas en los anales de investigación psíquica”. Los incidentes prosiguieron; el más sorprendente fue la posesión transitoria que sufrió Adelaide, la hija adoptiva de los Foyster, quienes terminaron por dejar la casa.
Price, cuyo prestigio estaba ya en duda, la rentó un año junto con un equipo para seguir indagando. La médium Helen Glanville estableció contacto con dos almas en pena, la monja y un personaje que se identificó como Sunex Amures. En febrero de 1939, cuando W.H. Gregson, nuevo inquilino de la propiedad, desempacaba, volcó por accidente una lámpara de aceite y la casa se incendió. Las indagaciones posteriores concluyeron que Prince se dejó engañar por los testigos, exageró incidentes e inventos pruebas.

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