El sucesor de belcebú

Asesinos del Zodiaco
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Cuenta la gente de un viejo pueblo latinoamericano que había una joven muy bella de nombre Salvina a quien todos los lugareños frecuentemente la abordaban con propuestas matrimoniales.

Ella sabiendo que su hermosura era un arma poderosa, se dedicaba a rechazarlos hasta que llegara el hombre ideal.

Una fría noche de otoño, Salvina conoció al hombre de sus sueños, Artemio Fernández. Se trataba del hacendado más rico del pueblo. A los pocos meses de comenzar a salir contrajeron nupcias en una fastuosa ceremonia.

Sin embargo, pasaron varios años sin que se tuviera noticia de que en la casa de los “Fernández” habría pronto un heredero. De hecho, la gente contaba en sus tertulias que lo que ocurría era que Salvina tenía serios problemas de infertilidad (aunque cabe aclarar que en aquellas fechas a ese padecimiento no se le llamaba así).

Al notar la desesperación de la joven, su nana se le acercó y le comentó:

– Mi niña, yo conozco a un curandero que le puede arreglar sus problemas.

– ¿A qué problemas te refieres Bernarda?

– Ah, pues a eso de que no puedes tener chamacos. Me preocupa que el señor se canse de esa situación y busqué a otra mujer.

– ¿De veras crees que podría dejarme?

– Claro. Pero yendo a donde le digo, eso jamás sucederá.

Salvina percibió que su nana tenía razón, por lo que no tuvo el menor reparo en acudir a entrevistarse con el brujo.

El curandero le recetó un frasco de píldoras y le comentó que en menos de 70 días quedaría encinta.

Dicha premonición se hizo realidad apenas un mes después de comenzar a tomar la supuesta medicina. Las fases del embarazo fueron pasando conforme a lo previsto hasta que llegó el sexto mes, fecha en que la criatura de Salvina vino del mundo.

A es que todos vieron que aquél era un bebé grande y saludable. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que algo no andaba bien. Cuando cumplió cinco años, de su frente brotaron un par de cuernos y la gente del pueblo comenzó a fallecer.

Fue entonces cuando el sacerdote se dio cuenta de que ese engendro era el El sucesor de belcebú en la tierra.

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