El Protector

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Ximena se había mudado a la casa más barata que pudo encontrar después de separarse de su marido golpeador, y quedar con sus cuatro hijos a cargo. La casa estaba algo dañada, pero les acomodó muy bien, un cuarto para ella y sus dos hijas, y otro para los dos niños. Con unos colchones prestados tirados en el piso iniciaron su nueva vida.

Desde el primer día el mayor de sus hijos, Julián de 16 años tubo horrendas pesadillas, al despertarse podía ver en la distancia una sombra , que siempre estaba parada en el mismo lugar. No quiso decir nada para no presionar a su madre, pero pasaba las noches en vela, sentado entre las dos habitaciones, para impedir que alguien que no fuera de su familia cruzara las puertas. Al pasar de los días el cansancio lo venció y se quedó dormido, la más grande de sus hermanas lo descubrió y tubo que contárselo todo, aunque ella no entendía mucho lo que sucedía, confió en él y lo ayudaba a dormir de día, estaba con él al despertar de sus pesadillas.

Una tarde Julián rompió en llanto, porque por primera vez la sombra se acerco, era un niño menor que él, de unos doce años, con el cuerpo completamente quemado , que arrojaba por su boca una espuma rosa, parecía que quería decirle algo, pero esa masa desagradable le impedía hablar. Con el alboroto que se armó tuvieron que contarle a su madre lo sucedido, pero ella se negó a creerles, hasta esa misma noche, cuando se recostó en el colchón.

Se hundió en el, jalada por manos que tenían en su piel heridas de navaja formando símbolos extraños. Tras la impresión corrió desesperada por toda la casa en busca de sus hijos, reunió a casi todos en la misma habitación, solo faltaba Julián que estaba tirado en un rincón de la casa, la aparición del niño quemado estaba frente a él, expulsando aquella espuma que parecía medusa marina, temblaba y al parecer sentía algo de dolor, pero por fin pudo expulsarla toda, y sin tardanza le dijo –Ayúdame a terminar con esto saca a tu familia de aquí, ya no puedo protegerlos-.El chico muy asustado sacó a todos de la casa, pero antes de que él pudiera ir afuera, el pequeño de la espuma en la boca, se atravesó entre él y la puerta, cerrándola de un solo golpe.

Julián se vio rodeado en un instante de seres cubiertos de símbolos como los que vio su madre, en lugar de ropas tenían harapos desgastados y sucios, y aunque no se les notaba expresión alguna, se podía sentir su ira y enojo.

La aparición del pequeño le toma la mano para mostrarle en una visión que la causa de todo el odio que guardan aquellas almas, fue provocado por su padre, que hizo experimentos con ellos, sus cuerpos estaban escondidos en las paredes, y el murió en un incendio tratando de terminar con aquella maldición , que los obligaba a penar.

Cuando sus manos se soltaron, Julián buscó por toda la casa cualquier líquido inflamable, sacó de las paredes los cuerpos envueltos en sabanas, y después de rociarlos les encendió fuego. Las animas se agitaron al ver que sus cuerpos ardían, pero antes de que pudieran atraparlo, el pequeño espíritu que lo había protegido todo el tiempo lo tiró por la ventana y le dijo –No dejes que apaguen el fuego-.

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