El Cuadro de Rose Mary

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Una joven pareja que se habían casado hacia dos años, vivía en soledad pues no habían tenido hijos aun, cuando el hombre iba de camino a casa vio a mitad de la carretera un cuadro, con una imagen preciosa, una mujer de la época colonial tomando el té mientras leía un libro cubierta por una sombrilla del mismo color que su hermoso vestido rojo carmesí, cuando lo tomó estaba cubierto de polvo, y en un recuadro de metal en la parte baja se podía leer “Rose Mary”. Rendido ante la belleza del cuadro, lo llevó a casa para colocarlo en el salón.

La mujer no le prestó mucha atención a la pintura, aunque el hombre parecía cuidarla como si fuera su más preciado tesoro. La miraba de reojo desde donde estaba, parecía enamorado de la pintura. Le prestaba tan poca atención a su esposa que esta enfureció en un momento, hasta el grado de sentir celos de la mujer en la pintura. Ante los reclamos el hombre le dijo –¿Es que no te das cuenta de lo hermosa que es?- pareciera que aquellas palabras hubieran presionado el botón de locura de la celosa esposa, que destrozó la vajilla en la mesa en un arranque de coraje. El hombre no reaccionó ante la situación, y simplemente se retiró al patio, repitiendo para sí mismo –Es hermosa, es hermosa-. Le vino a la mente entonces una idea “Ojalá la pintura viviera”, y pidió con gran esperanza _ -Que el cuadro viva-._

Cuando el hombre entró a casa su esposa fingía estar dormida para no pelear más, él se durmió también para encontrarse atrapado en un sueno que no quería abandonar, allí estaba aquella bella mujer de la pintura, tomando el té en su habitación, llamándole “Cariño”, invitándolo a sentarse junto a ella, y viviendo un momento romántico.

Despertando contra su voluntad se dirigió al salón donde tenía la pintura, pero esta ya no estaba, pensaba que tal vez su esposa se había deshecho de él, pero al acercarse pudo notar que la mujer seguía ahí, plasmada en la pared, había crecido, se veía un bello paisaje a su alrededor, con la torre Eiffel a sus espaldas. La pintura se extendía como si fuera echando raíces, creciendo en las paredes, tapizando toda la habitación hasta convertirla en un bello castillo, era aquello tan mágico…

—¿Quieres estar conmigo? —preguntó aquella mujer, él asintió, y besó sus labios,—Espera, aquí no se puede, antes tienes que hacerme un favor, sobre todo si quieres estar conmigo — dijo aquella mujer —Mata a tu esposa-, petición que al hombre le habría parecido extraña antes, pero no hoy, no en aquel lugar mágico, no con aquella mujer pidiéndolo.

Un portazo lo despertó (ahora sí realmente despertó), su esposa había llegado, el cuadro no se encontraba en la pared, enfurecido preguntaba por él y solo obtuvo la respuesta sarcástica -No sé dónde está y no me interesa, tal vez se fue caminando-. Tras decir eso, giró y se encontró cara a cara con su marido. Un golpe en la cabeza la hizo caer. Le dio con el cuadro de su boda y, con el símbolo de su unión. Fue un golpe tras otro. Nada lo detenía, ni los gritos de ella ni el ver como su cara se convertía en una masa de carne y hueso. Solo se detuvo al reventarle el cráneo. La escena era horrenda lleno de manchas de sangre. Arrastró su cuerpo hasta el baño manchando todo el camino. Lo colocó en la bañera y abrió la llave del agua.

Cuando fue en busca del cuadro, lo encontró partido en dos y Rose Mary parecía haber desaparecido de la pintura. Sintió un susurro en la nuca, ¡Era ella!, su querida Rose Mary. Cuando el reloj marcaba las doce, su sueño se cumplió, ahí estaba esa hermosa pelirroja, tomando el té. Sirvió té en una pequeña taza, y le dijo al hombre _—Vamos, toma tu té, y estaremos juntos por siempre, vamos, bébelo-._Lo pasó todo de un solo trago, y él murió en brazos de su Rose.

El vecino llamó a la policía porque nadie respondía a la puerta y un nauseabundo invadía el ambiente. En opinión de los forenses el hombre había golpeado brutalmente a su esposa para después suicidarse bebiendo té con cianuro.

El cuadro de rose Mary estaba intacto sobre una silla, como si estuvieran tomando el té juntos. A lo que uno de los policías dijo en tono burlón —Cuidado vaya a ser que esté embrujada. ¿No ves que ella fue la causante de todo esto? — soltaron las carcajadas y a sus espaldas los ojos color verde esmeralda de Rose Mary se volvían más negros que la noche.

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