La última flor

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

¿De quién fue la culpa? Esa pregunta estuvo latente en lo poco que quedaba de nosotros, pero quizá de forma inconsciente… Porque es seguro, ya nadie se lo preguntaba: preferían reñir, pelear, luchar para ver quién tenía la razón, algo irónico en un mundo en donde esa palabra ha perdido su significado. Lo perdió aquel día en que la humanidad fue ejecutada, el día en que los justos y los pecadores fueron llamados para ser juzgados de acuerdo con sus actos. Se perdió con muchas otras cosas, fue arrasado, sacado desde la raíz por aquel infierno atómico, por aquellas hermosas estrellas de muerte que se alzaron sobre el firmamento y que, al impactarse sobre la tierra, crearon hermosas flores de destrucción.

Para nosotros fue un espectáculo hermoso a la vista, pero nuestros corazones no supieron apreciar aquella letal belleza… Nosotros, que nos ocultamos de la mirada de Dios en esta nave, nos salvamos de su ira y al parecer él decidió que buscarnos no valía la pena. Prosiguió con sus asuntos o quizá murió. Por esa razón, uno a uno los miembros de mi tripulación fueron jalando del gatillo, uno a uno apuntaron con una firme nostalgia y dispararon, uno a uno decidieron que sus vidas eran simples sombras en una realidad cruel y avasalladora, una realidad que contemplamos desde este solitario e inmenso lugar dentro de esta “moderna y acogedora” nave que, desde hace meses, sigue orbitando alrededor de aquel al que llamáramos nuestro planeta, nuestro hogar.

Debí jalar del gatillo como los demás, pero siempre he sido demasiado cobarde o quizá sentimental. Es curioso como el instinto llega a ser más poderoso que la razón, por eso sigo aquí avanzando con esta nave hacia ningún sitio… Hace un par de días recibí una señal, una señal que no debería existir. Un planeta muerto no se comunica. Pero ahí está, sonando una y otra vez y aquí estoy, intentando descifrar su significado. Casi lo he logrado… no, de hecho ya lo logré pero me resisto a creer que sea verdad. ¡YO LOS VI MORIR! ¡VI MORIR A TODO EL PLANETA!

Esa señal no puede ser humana… o al menos ya no. La descifré demasiado tarde, ellos ya vienen… no, ya están aquí. Los he visto, están por toda la nave, mirándome, vigilándome. Los veo y ellos a mí, pero parecen no ser conscientes de que hay más como ellos, actúan como si fueran uno mismo. No sé qué quieren de mí, sólo miran y emiten esos odiosos sonidos que se asemejan bastante a un réquiem. ¡Quiero que se callen! Estoy harto de escuchar ese sonido que me hace recordar cosas innecesarias y me ha hecho olvidar lo más importante: la cara de mi madre. Todo lo que me queda de ella es aquel día en la base, aquel día en que abandoné el planeta y lo dejé a su suerte.

¡Como deseo poder recordar su rostro! La forma en que me miraba, la manera en la que me susurraba que no tenía nada qué temer. Vendería mi alma por recordar todo eso, lo haría sin pensarlo dos veces… y de hecho, lo hice.

La última flor nació, su vida fue corta… nació y murió en un destello en el espacio sin que ya nadie pudiera verla u oírla… La última flor fue tan letal como las primeras…

— Via Creepypastas

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