La Realidad Onírica

Entendiendo las cosas
Entendiendo las cosas

Tener control sobre los sueños es algo que, según he leído, pocas personas son capaces de gozar. Es una libertad sin igual, realmente divertido si me lo preguntas.

Pero, ¿qué pasa cuando tienes una pesadilla?

La parálisis del sueño es una incapacidad para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario, que tiene lugar durante el periodo de transición entre el sueño y la vigilia. Puede ocurrir al momento de comenzar a dormir o al despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran angustia.

La Realidad Onírica

Es bien sabido; los sueños son lugares extraños, lugares donde casi cualquier cosa puede suceder sin mayor aviso.

Alrededor de las cuatro y media de la madrugada, recostado en mi cama, me encontraba dentro de mi sueño pesado, el cual yo realmente disfrutaba.

Las cosas pueden tornarse oscuras y misteriosas en un momento. Así sucedió. Dos entidades se manifestaron; un hombre y una mujer. Incoloros, sin rostro, tan sólo una silueta oscura llena de polvo y breves destellos. Intenté alejarme de ellos, y escuché un susurro; No entres en pánico, saben quien eres.

Intenté calmarme, y tan solo observé a los seres. Caminaban sin rumbo, quizás ni advertían mi presencia.

Avanzaron los minutos. Una escalera de madera apareció a mis espaldas. Ellos se voltearon y caminaron. Me levanté y subí, alejándome de ellos para encontrarme en una antigua casa de roble.

Los sofás eran corintos y las cortinas lavanda; critiqué el estilo mentalmente. Caminé por los pasillos, encontrando gente que aparecía y desaparecía como fantasmas. Los entes que venían conmigo se habían separado; el masculino se dirigió a un pasillo directo a la nada, y desapareció para nunca volver. La mujer, sin embargo, se encontraba en las escaleras, agazapada. Me armé de valor, y hablé con mi única compañía.

  • Disculpa, ¿sabes qué es este lugar?

Silencio.

  • … Aléjate. Estoy ocupada.

Observé el comienzo de las escaleras, y vi otra silueta. Sus ojos blancos miraban con frialdad a la silueta-mujer. Sin más que hacer, me alejé mientras una puerta se abría.

En la habitación había un niña viendo televisión. Notó mi presencia al instante; se volteó y me sonrió deformando su rostro. Sus cuencas estaban vacías, y su sonrisa partida. Cerré con velocidad la puerta y un frío me recorrió. Abrí nuevamente la puerta, y seguía allí.

Tomé aire, y dije.

  • ¡Hey, niña! ¿Tienes idea si hay alguien más aquí?

  • Somos muchos. Es un lugar para que aquellos que no pertenecen, pertenezcan.- Respondió. Me pregunté si era un reflejo de algo leído o escuchado, ya que me sonaba familiar.

Sin saber como responder, intenté otra pregunta.

  • ¿Sabes qué hay más allá? – dije señalando la oscuridad fuera de la casa.

  • Nada que pueda hacerte daño. Después de todo, no tienes pánico, ¿o si?

Entendiendo las cosas

El aspecto pesadillezco de la niña se esfumó. Una mujer mayor entró a la habitación, y la puerta se cerró sola.

Me alejé, salí de la habitación. Y gracias al brillo del candelabro, en el reflejo de la puerta vi una silueta. Voltee, y la silueta-mujer ahora estaba arrodillada. La otra, de ojos blancos y aura bestial, se encontraba con nosotros. La rodeaban moscas, parecía descomponerse y su anatomía daba que pensar, pero sin duda era humanoide. Patas y garras de bestia, cráneo de cabra y una negra melena. Con tres metros debía encorvarse con el techo de la casa. Me observó durante unos segundos.

Me asusté. Pero recordé que debía mantenerme calmado. Aquella silueta-bestial no parecía inofensiva, ni mucho menos pacífica. La única salida era la oscuridad, el pasillo a la nada. Corrí, salté, entrando a un lugar frío, ventoso y mojado.

Bajo la lluvia

Explico; en aquel momento fui transportado a otro lugar. Me encontraba bajo un puente, junto al río. Estaba nublado, ventoso, y llovía con fuerza. Sentí alivio al salir de la extraña casa. Caminé un poco, hasta que un extraño frío recorrió mi cuerpo. La silueta-bestial, el monstruo, había cruzado también, y sobre sus patas traseras caminó hacia mí.

No lo resistí. El pánico me dominó, y corrí lo más rápido que pude. Él se colocó en cuatro patas, y en pocos segundos me atrapó con sus enormes garras. Intentaba escapar de esa pesadilla, agitaba mis piernas, gritaba. Killgaroth abrió su cráneo en cráneo. Fue directo al tórax.

De nuevo en la casa. Vacía, en soledad. Me senté en el suelo, y una angustia me invadió. No poder salir de mi sueño, de mi pesadilla. No poder volver, no despertar. No quiero saber nada. Sólo quiero llorar. Sólo llorar.

Sentí hormigas o cosquilleos por mi cuerpo. Dolía, ardía. Y lo logré. Desperté. Pero cuando intenté moverme, gritar, o algo, descubrí que mi cuerpo estaba paralizado, tan solo emitiendo gemidos secos. Con la retina de mi ojo izquierdo veía la casa de roble, la oscuridad, de mi sueño, y con la del ojo derecho lograba ver mi habitación.

Luché por despertar. Lo quise con todas mis fuerzas. Seguía forzando mis piernas y mis brazos. ¡Pero era en vano! Cerré los ojos, pensando en que podrá suceder si volvía al sueño…

¡Pero no! ¡No quería volver a estar atrapado jamás! Así tomé el control, sobre mis pensamientos y sobre mi cuerpo. Logré moverme y liberarme del sueño.

Con pánico y alivio, observé la puerta un buen rato para ver si algo pasaba…

Más calmado, analicé la situación.

Respuesta(s)

La primera opción es que se tratase de una entidad que me atormentaba, estuviera soñando o no. Me sentía paranoico; escuchaba golpear la puerta, mi cama se movía, y sentía que me tocaban mientras dormía. Creía que aquella entidad no era más que un simple personaje que yo creé. Kilgaroth no debía ser real. No puedo explicarlo.

La segunda era que sufrí de parálisis del sueño. Desde el sueño a la vigilia, mi cuerpo se paralizó. Una parte de mi cerebro me creía vivo, y la otra me creía muerto.

La última posibilidad es que estaba atrapado entre dos realidades; la realidad material y la realidad onírica.

Cualquiera que fuese la respuesta, nunca me había sucedido algo así. No sé si volveré a soñar con aquellos entes, no tengo idea de lo que sucederá la próxima vez que vaya a la cama y cierre los ojos. Pero cuando suceda, estaré preparado.


No creo que quisiera hacerme daño. Yo soy su creador; le das vida a lo que creas. Le tengo cariño. Espero las cosas no den un giro copernicano.

Como apéndices adicionales, me gustaría compartir un par de imágenes que hice sobre él.

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