La noche roja

Ellos lo sabían. Algunos de nosotros también lo sabíamos, pero no quisimos aceptarlo. Creímos que eran mentiras, que nada ocurriría. Nos equivocamos. Aquello pasó una noche en que nadie se lo esperaba. Una noche donde se sabía que todos estaríamos fuera, distraídos y vulnerables.
Todo comenzó como algo majestuoso. Todas las luces se apagaron, la noche era clara y la luna estaba enorme y de color rojo dorado, algo realmente impresionante. Las estrellas danzaban en el firmamento. El momento justo.
Aquello atacó por sorpresa. Primero unas personas cayeron al suelo convulsionando, otros perdían el conocimiento y despertaban con cambios drásticos de comportamiento a un punto donde mataban a todo cuanto se le pusiera en frente.
“¡Son zombies!”, gritaron algunos.
“Es un gas. Estamos bajo ataque”, gritaron otros.
Algunos más inteligentes, no del todo, salieron disparados hacia cualquier lugar que considerasen “seguro”. Otros permanecieron en su sitio paralizados.
Algo apareció en medio de la multitud, algo que hizo reaccionar a la gente haciendo que salieran espantadas del lugar. Otra vez ocurrió lo mismo. Una y otra vez. No sabía si era lo mismo que causó la primera estampida o eran más de uno. Permanecí alejado del medio, pero tampoco me alojé en la periferia.
Se escuchaban gritos de horror y algunos de dolor. Los estaban asesinando. Creía que era un ataque terrorista al principio, miraba al cielo esperando ver aviones u otros dispositivos causantes de tal escándalo y masacre. La sangre salpicaba por aquí y allá.
Vi el cuerpo de un muchacho joven volar por los aires con un brazo cercenado y caer a una distancia relativamente cerca de donde me encontraba. Sabía que no me salvaría.
“¡Es un asesino!”, gritó una mujer a mi lado.
Volteé justo para ver cómo algo le cortaba el cuello de un hachazo y luego desaparecía en un instante. Esperaba paciente el turno de mi muerte. Nunca llegó.
Abrí mis ojos cuando solo lograba escuchar unos pocos chillidos y llantos lastimeros. Pude contar los que quedábamos. Solo seis, cuatro hombres y dos mujeres, todos manchados con sangre y varias heridas dispersas por el cuerpo.
Una masacre total. La mayoría de los habitantes de la ciudad se encontraba en ese lugar, no supe con certeza qué fue de los asesinos.
“Fueron unos chicos”, contestó uno de los hombres, “todos encapuchados y con armas, no parecían humanos del todo. Se movían más rápido de lo que nadie puede hacerlo”.
“Solo vi una cosa negra que mataba a todos. Una cosa deforme y enorme apareció en el medio y mató a varios de un golpe”, comentó una mujer, que no pasaría de los veintitrés.
La tragedia de la noche roja, así nombré a este suceso. Nunca se supo quién o quiénes o qué la cometieron. Ni el porqué.
— Via Creepypastas