La mujer maniquí

El Puente Negro
El Puente Negro

He estado dándole vueltas desde ese día, el día en el que perdí la cordura. No estoy seguro de que pasase de verdad, en realidad me parece absurdo, pero cada día que me despierto con la esperanza de que solo fue una pesadilla, me río, me río porque es lo único que no he perdido, la alegría. A pesar de todo, me siento feliz, no se bien por que si no tengo razones para ello: estoy en un hospital psiquiátrico lleno de locos (como yo, supongo) porque mi familia no me cree .Supongo que en breves, vendrá mi psicóloga, quién me odia, y me hará recordar ese día. Siempre igual; me hace recordarlo hasta que no crea lo que vi. Me hace oírme y decirlo ante el espejo.Ya viene.

-Hola Tom, ¿preparado para la sesión diaria?- Odio esa sonrisa de suficiencia que tiene, como si fuera superior a todos los locos a los que trata.

-No, pero como siempre no me vas a hacer ni caso-Es lo único que respondo.

-Bien, parece que vamos progresando- Sin comentarios.

Se sienta en una silla y veo que saca de su bolsillo la grabadora y el espejo.

Empieza el audio.

  • Necesito que me cuentes que pasó, Tom.- la voz de mi psicóloga me perfora el cerebro.

-Verá…esto….era de noche y el viento no soplaba nada, cosa extraña en la playa.Pero no me percaté de ello…- mi voz de hace unos años es distinta, le falta ese toque de locura. .- Me gusta mucho el mar e iba habitualmente a bañarme por las noches. Me dispuse a quitarme la camiseta, pero vislumbré algo extraño a lo lejos, parecía una mujer, pero no estaba seguro. Me sumergí en el agua, oculto hasta la barbilla- siento un escalofrío e intento taparme los oídos, pero la camisa de fuerza no me lo permite . – La mujer se acercó. Su cuerpo eran característico de los maniquíes de los escaparates; al igual que esa sonrisa imperturbable. Su camisón blanco se movía, a pesar de que no corría la mínima brisa. – Intento desesperadamente sacar los brazos para taparme los oídos, en vano. -En ese momento la extraña mujer se giró hacia mí y sonrió. Su…sus dientes eran metales afilados y demasiado largos para cerrar la boca sin que penetraran profundamente en su interior. Su rostro desprovisto de cejas y con largas pestañas era espantoso. En ese momento, algo se movió a sus pies, era un pequeño cangrejo despertando de su letargo. La mujer situó su cabeza encima de su hombro en un ángulo imposible para cualquier persona, y , acto seguido, se metió el crustáceo en la boca y lo devoró vivo. La mujer volvió a centrar su atención en el lugar dónde yo me encontraba.- En un último intento desesperado por dejar de escuchar, me derrumbo, ya casi no puedo aguantar el llanto y la risa histérica.- La extraña se adentró en el mar con paso pausado, me aparté de su camino lo más sigilosamente posible, pero, al ponerse a mi altura, me sonrió. Tras esto, la mujer se sumergió sin dejar rastro.

Fin del audio.

Mi desesperación quiere salir a la luz y no lo podré evitar durante mucho tiempo.

  • ¿Y bien?- la voz de Sara me devuelve a la realidad.

-¿Y bien, qué?- Respondo, intentando aparentar tranquilidad.

Sara sonríe y me muestra el espejo. Mi cara se encuentra enrojecida de contener el llanto, vislumbro algo extraño en la parte superior derecha del espejo. Es ella, la causa de mis pesadillas y de mis peores visiones.Me giro inmediatamente, pero ha desaparecido.

-Tom, ¿que miras?- Otra vez.Su voz es como una cuerda a la que agarrarse en la niebla, una cuerda que te devuelve a un mundo peor, la realidad.

-Nada- Respondo, pero en ese nada está la peor de mis pesadillas. Justo detrás de mi psicóloga. Sonriéndome.

En ese momento me doy cuenta de que siempre me perseguirá, nunca me recuperaré de aquel día. Nunca recuperaré a mi familia y a mis amigos. Nunca recuperaré mi antigua vida, una vida normal. Me sumerjo en mi pensamientos más oscuros y hallo la respuesta, la solución a todos mis problemas. Decido que es la solución. La más rápida.La más inmediata.

Me acabo de dar cuenta de que Sara se ha ido. Es el momento. Me acerco a la pared de mi habitación y comienzo a golpearme, el dolor es insoportable y se me empieza a nublar la vista, pero continuo. Es la única forma de deshacerme de ella. Mi cuerpo lucha por quedarse inconsciente, pero no se lo permito. Estoy a punto de sucumbir ante el dolor, la sangre corre por mi rostro. Solo falta un golpe para mi fin.Pongo todas mis fuerzas. En el último instante escucho una voz metálica.

-No te librarás de mí tan fácilmente.

— Via Creepypastas

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