La mujer de los mil rostros

Asesinos del Zodiaco
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Infierno-en-tierra

| “Los logros de tu trabajo son justo merecimiento a tu esfuerzo diario.”

¡Muchas felicitaciones a su autor! Esta es una de las creepypastas ganadoras del concurso del mes, se les invita a todos los usuarios a participar.

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Estoy obligado visitar a mi mejor amiga, Ana. Ya hace 4 meses que no le veo. Después de aquel accidente cualquiera quisiera vivir en la soledad, así hizo Ana.

No hay forma de comunicarme con ella por teléfono y se niega dejar entrar a nadie. Vive sola en esa casa que compró en las afueras de la ciudad.

Son unos cincuenta kilómetros en coche, bastante lejos. Las ruedas de mi auto pasaban por muchos baches agitándome arriba a abajo. Entonces lo vi. Una gran casa en medio de la nada. Con unos pocos arboles sin hojas en sus ramas ornamentando el exterior. Tenía muchas ventanas en el segundo piso y el cielo sobre ella siempre estaba nuboso.

No puede evitar sentir incomodidad el aspecto que me causaba esta vista. Esa imagen quedaría retenida en mi memoria por mucho tiempo. Me acerqué a la puerta e hice lo normal, llamar golpeando con los nudillos y pronunciar el nombre de Ana.

Unos pasos se movieron apresuradamente desde el interior de la casa. Unos sonidos metálicos siguieron al crujido de la puerta al abrirse. La cara de Ana endulzó por completó la situación.

-Pasa, John-

Dudé de la limpieza del interior de la casa al ver su aspecto por fuera, pero la perseverancia de la limpieza en el piso, en las paredes y los muebles me dejó una buena impresión. Es una buena señal para la recuperación de la salud mental de Ana. Mi visita será su medicina final.

-Vaya lugar que escogiste, Ana-

Haciendo a un lado su cara radiante de alegría al verme podía criticar su vestido blanco, esa percha de llaves y el hecho de que no use ningún calzado.

-Perdóname, pero a veces olvido a todo el mundo y egoístamente me olvido de ti-

-¿No hay luz eléctrica?-

-Unas lámparas son suficientes. Ven.

Hay algo más que golpeó mi sentido común y rápidamente le pregunté a Ana.

-No es mi intención de juzgarte Ana, pero todas las ventanas y puerta tienen candados.

-Si. Por eso tengo este llavero-

-¿Sigues temiendo a los extraños?-

Ella se detuvo enfrente de mí. Comenzó a llorar.

-Yo… lamento mucho todo lo que pasó. Ni siquiera te dije nada. Solamente tenía el deseo estar sola y…-

Le hice recostar su cabeza contra mi pecho.

-Está bien, desahógate. No lo guardes. Desahógate.

Unas palmadas en su espalda le tranquilizaron.

-Pero John, siempre tuve la esperanza de que vendrías. Tu nunca traicionas a los amigos. Por eso tu siempre me has gustado.

Debo admitir que no esperaba una confesión de parte de ella, pero me hizo muy feliz escucharla.

Ana extrajo unos trapos de una gaveta y limpió su rostro bañado en lágrimas. La ligereza de sus movimientos me llamaron la atención. Es una extraña fragilidad que una persona demuestre ese estado de melancolía. Nos sentamos en la sala mientras hablábamos de todo un poco. Hablamos de lo que nos hace reír, hablamos de los que nos hace enfadar. Justo como en los viejos tiempos.

-Perdona Ana, debo entrar al baño.

Me condujo al fondo a la derecha. Al pasar por ahí percibí que la noche me había alcanzado. Tendría que recorrer como media hora a las oscuridad en regresar a mi casa o…podría quedarme aquí con Ana.

Ya en el baño tuve que esperar a que Ana encontrara la llave y abriese la puerta con el candado. Y luego convencerla para que me dejara hacer…mis necesidades solo. Me gustaba Ana, pero su compañía en ese momento era totalmente innecesaria. Hasta creo que se molestó un poco. Su enfado se esfumó al contarle que me quedaría a dormir, estaba contenta.


Ya en la noche, recostado contra mi almohada dejé que el viento frío que pasaba por ciertas fisuras en la pared refrescaran mi rostro.

Me re acomodé un poco y escuché el sonido de plástico crujiendo. Algo confundido revisé mi habitación con la mirada. Todo parecía estar en orden. Al girarme de nuevo escuché por segunda vez el mismo sonido. Intenté proyectar una explicación de que lo causaba. Y la conclusión me llevó a que me levantara y quitara el colchón de mi camera. Lo que encontré eran máscaras de animales sonriendo. Tomé la de lobo. Todas eran de plástico.

Era absolutamente necesario buscar a Ana y pedirle una explicación inmediatamente. Esto es mucha paranoia y quizás algo más preocupante. La puerta estaba cerrada, parece que no tengo permitido salir de la habitación sin el consentimiento de Ana. No me gusta sentirme encerrado.

A medida que pasaba el tiempo unos gritos entre los terrenos llanos comenzaron a surgir. Erán como si una persona gritara con la boca cerrada. Busqué un agujero que me permitía observar el exterior pero es inútil no se veía nada. Pero alto, mi celular. Diablos, no hay señal.

También pasos se escuchaban a lo lejos y conjuntamente los gritos seguían un ritmo melódico…y eso desenterró muchos recuerdos de mi pasado…la historia de una mujer que tenía mil rostros…robaba la cara de las personas para fingir ser alguien más…una maldición que nunca terminará hasta que recupere su rostro original…pero el problema es que pasado tanto tiempo siendo alguien distinto que ya la mujer..no recuerda si era mujer o si realmente era hombre…y la leyenda cuenta que vivirá perdida en infinitas identidades sin jamas sentirse satisfecha.

Creo que la historia había comenzado en Japón… agh, no lo recuerdo muy bien.

Exploré con la linterna encendida de mi celular la habitación…habían una piezas desmontables de hierro en lo alto del techo,supongo que eran para guardar piezas de ropa. Había una barra larga y pesada…muy conveniente. La removí de su base y forcé la puerta.

Los gritos melódicos se habían intensificado…mi piel se erizó del miedo. Era una sensación sin precedentes. Cuando vislumbré hacia la sala vi el vestido blanco de Ana reuniendo muebles para retener la puerta.

Corrí en su ayuda empujando con todas mis fuerzas. Por un momento antes de que la puerta fuese cerrada por tres candados creo haber visto uno de ellos. Usaban máscaras.

Ana me quitó el celular y lo rompió contra el piso.

-Nos descubrirán.

-¿Quienes son ellos?-

-Colectores.

-Es muy importante que me digas que está pasando.

-John. ¿Recuerdas hace cuatro meses el accidente?-

-Tus padres…no me digas que ellos fueron quienes…

-Ahora vienen a por mí. No tienen rostro.

-¿Qué?

-Los colectores son quienes buscan las victimas para arrancarles la cara y entregárselos a..la mujer de los mil rostros.

Estaba cubierto en sudor, pero me aliviaba tener compañía. Golpes metálicos desde arriba indicaba que ya han entrado.

-No tengo opción. John, sígueme.

-No puedo ver muy bien.

-No importa, tú sigue el sonido de mis pasos.

Conseguimos recorrer un largo trayecto. El sonido de la llave abriendo una puerta que daba al sótano parecía nuestra mejor oportunidad de sobrevivir.

-Te prometo que nos volveremos a ver. John.

Entendí eso un poco más tarde porque yo caía por las escaleras. Al levantarme sentí adolorido todo mi cuerpo. Me habían encerrado en el sótano. No podía perder tiempo, Ana no estaba conmigo y tendría que enfrentarse ella sola a todos eso “colectores”.

Toda la casa estaba sumida en una locura en medio de la oscuridad. Por suerte nadie buscaba aquí abajo. Mis sentidos gritaban en ayudarle pero temía llamar la atención. Lo único que escuchaba era ese ritmo melódico. Todos cantando o mejor dicho tarareando..sin mencionar una sola sílaba.

El grito de una mujer llenó todas las habitaciones. Supuse que la tenían a ella. Naturalmente intenté salir para auxiliarla. Preparé una palanca que encontré por ahí e intenté abrir. Por suerte todos los candados eran de baja calidad y se rompieron fácilmente. Sin que me diese cuenta aún tenía aquella máscara en mis ropas. La usé, tal vez así podría mezclarme entre ellos. Imité la misma melodía mientras seguía a la multitud de hombres y mujeres que disfrazados con esas máscaras salieron y encendieron una fogata. Eran demasiados colectores.

Transportaron a Ana en un lugar visible mientras los demás le reducían. Tuve que intervenir para protegerla. Todos se detuvieron. Estoy seguro que ese era un buen momento para huir pero no lo hice. Todos comenzaron a caminar lentamente hacia mí. Pero alguien habló…

-Deténganse hermanos míos-dijo alguien que usaba una máscara de león.

Ninguno se movió.

-Tu no debes proteger esa aberración. Amigo. Esta mujer debe ser quemada para aliviar la carga de los que perdieron sus rostros.

-Pero ustedes intentan quitárselo. Para luego entregárselo a la mujer de los mil rostros.

El hombre de la máscara de león negó con la cabeza.

-En eso te equivocas. Ella es la mujer de los mil rostros.

-¿Quién?… ¿Ana?-

-Ana… Fenicia… Alfonso… Santiago… ¿acaso importa que nombre use la mujer de los mil rostros?

Algo dormido en mí despertó. Mis recuerdos…nunca existió una Ana. Nunca tuve una mejor amiga. Jamás la he visto en toda mi vida.

-Esa cosa… simplemente reemplazó todo los recuerdos de mis amigos por el suyo. Es por eso que pudo engañarme. Pero sus padres murieron hace cuatro meses… no… en realidad eran mis padres. Yo soy la persona que visitó el psiquiatra. Y me dijeron que necesitaba aire libre para olvidarlo todo… entonces vine aquí…

El impacto de la revelación me paralizó ahí mismo. No hice nada cuando la ataron de pies y cabezas. Alguien tomó un cuchillo y le cortaron la lengua. El ritmo volvió a surgir… y entonces la lanzaron contra las llamas.

Los gritos de la mujer eran sofocados por el ritmo melódico de los “colectores” Algunos se quitaron sus mascaras y por el rabillo del ojo experimenté un gran desconcierto por sus caras… no tenían ojos, ni boca, ni nariz. Poco a poco… y de uno en uno comenzaron arrojarse a las llamas. Esa escena me causó Nauseas.

El hombre de la máscara de león me llevó al interior de la casa. Alejándome de esa horrible escena. Una lámpara encontró entre el desorden y logró encenderla de alguna manera, parece que conoce muy bien la casa. Vi que llevaba el parche de llaves y me condujo hasta una habitación al otro lado.

-Dejemos que los colectores se distraigan con el trabajo de incineración, el fuego es quizá su debilidad. Son como polillas motivadas por su necesidad de auto-inmolación al ver una luz… es parte de su naturaleza. Sé que aquí no podrán molestarnos.

Cuando el hombre de la máscara de león dejó de hablar comenzó a buscar algo. Entonces noté algo… todas las llaves parecían ser exactamente una copia de la otra. Eso quiere decir que si hay una sola clase de llave hay una sola forma de candado… todo este tiempo.

Algo me golpeó por la cabeza y caí al suelo sin poder moverme.

Con los ojos medio abiertos me esforcé en reconocer al hombre que me colocaba en la silla y me ataba de manos y pies. Era el mismo tipo. El de la máscara de león.

-Ellos no intentaban robar tu rostro… ellos te protegían de mí. John.

-¿Cómo sabes mi nombre?-balbuceé.

-Siempre procuro saber todo lo posible de mi nueva máscara antes de obtenerla, porque solo así puedo engañar con más facilidad. Por cierto esa chica llamada Ana es en realidad una persona real… pero es cierto la parte que no es tu amiga. Lo que hice es muy sencillo, solo reemplacé los recuerdos de todos los amigos que tienes tú por la cara de Ana. Luego reemplacé los recuerdos de Ana usando tu rostro. Bajo esta manipulación ambos estaban convencidos que siempre se han conocido.

-¡Tu… Tu eres la mujer de los mil rostros! -un poco mas consciente de la situación comencé a forcejear.

-También tengo ese problema de que los colectores desean destruirme… bueno les he dado a Ana así que estarán satisfechos. ¿No es genial? Me he deshecho de los colectores y tengo una nueva máscara, dos pájaros de un tiro-

Se quitó la mascara. Su rostro delataba toda la malicia escondida en sus intenciones. Cuando sonreía su boca goteaba sangre, sus dientes no eran blancos… sino completamente rojos. Entonces lo ví… esa mujer usaba la cara de mi propio padre.

-¿Sabes cómo hago para robar las caras de las personas? ¿No lo adivinas? Bueno, tengo que comerlos-

Comenzó mordiendo mi nariz y de un tajo la arrancó provocando un chorro de sangre que salpicó su cara y mi ropa. Rió como un lunático, acercó sus dientes rebosantes de sangre hacia mi mejilla izquierda. Por veinte minutos me quitaba una parte de mi cara. El dolor era tan agonizante. Ya estaba sumiéndome en la inconsciencia. Ya solo faltaba que me comiera los ojos. Lamió mi ojo derecho y hundió una llave para facilitar sacármelo sin dañar la córnea. No sé como describir eso… pero el dolor parecía irrelevante. Solo deseaba que todo terminara.

-Esta es la parte que más me encanta… los ojos.

Algo parecía esconderse detrás del marco de la puerta. Era un figura totalmente desfigurada de quemaduras. Elevó un grito femenino y se lanzó contra mi verdugo. Era Ana. Seguía viva de algún modo. Lucharon por varios minutos… en un forcejeo entre ellos me tumbaron al suelo. Quedé inconsciente.

Al despertar a la mañana siguiente hundí mi mirada entre los escombros de la casa. Anoche hubo un incendio pero yo estaba afuera a salvo. Alguien me debió haber arrastrado aquí. Entonces recordé sobre mi rostro. Tenía todo…mis ojos, nariz, boca, piel. Estaba bien. Inmediatamente recordé a Ana rescatándose mientras robaban mi rostro. Registré toda la casa cuanto pude y no encontré rastros de Ana por ningún lado.

Perturbado por una carta encontrada en mi bolsillo la abrí, el texto estaba escrito con sangre:

-Hola señor John. Soy la mujer de los mil rostros, escúcheme, usted es una persona muy afortunada, hice un trato con Ana para regresarle su rostro. Que altruista es esa muchacha se sacrificó para salvarle. Le prometí que nunca iría a por usted. Pero no celebre demasiado pronto… la promesa la hizo solo una de mis caras eso quiere decir que puedo enviar mis otros yo para reclamar lo que es mío. Estoy en todas partes y siempre le vigilo. Cuando menos lo espere iré a por usted en cuanto me deshaga de todos los colectores. Y por supuesto lo haré siendo uno de sus mejores amigos..desconfíe de todos. Viva oculto de las mujeres que les ofrezcan su amistad porque podría ser yo disfrazada. Será delicioso verle sufrir antes de quitarse su bellísimo rostro.

Atte:_ **La mujer de los mil rostros . . .** _

— Via Creepypastas

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