La escuela, el segundo hogar

Berenice
Berenice

Hola… se supone que soy un chico normal. Me gustaba la escuela, no me era problema estudiar, no me aturdía ni afectaba a mis tiempos. Muchos compañeros, entre ellos algunos amigos, se burlaban de mí por eso, y no amistosamente, como suelen argumentar cuando les preguntas el por qué te molestan. Voy a tercer año de la secundaria y se me vienen burlando ya desde cuarto grado. En fin, eso no importa, ya estoy algo acostumbrado.

La cosa es que hace ya meses, en febrero, me fui preparando para volver al colegio. Mis útiles, mis carpetas, mis uniformes, mis libros, etcétera. Mi camino hacia la escuela es muy corto, algo así como 7 o 10 cuadras, por lo que ir y venir es algo sencillo. El primer día de clases se daba el 1 de marzo, ya faltaba una semana para comenzar la escuela. En ese lapso, iba caminando por mi ciudad tranquilamente, no era un día soleado, pero el sol al menos se veía, no eran ni siquiera las tres de la tarde. En ese camino, paso por el frente de mi escuela. Es una escuela muy grande, cualquiera que la visitara por primera vez se perdería. La vi de frente y me llevé una impresión muy mala de la misma. Estaba muy descuidada, casi no había pasto, y los carteles de entrada todos sucios y algunos como si fueran arrancados de un tirón. También recuerdo que había un olor putrefacto que provenía del interior si mal no recuerdo. Después de ver todo eso, me abstuve de entrar en la misma y con la intriga seguí camino. Mientras caminaba iba pensando “¿Acaso nadie estaba encargado de cuidar la escuela durante las vacaciones? ¿Tan descuidada estuvo que hasta olor emanaba de la misma?”

Cuando llegué a casa le comenté lo que vi a mis padres, pero yo ya no le dí mucha importancia, lo conté como cualquier anécdota. A ellos les generó la misma incertidumbre que a mí. Ya faltaba un día para que comiencen las clases, y todavía estaba pensando en el aspecto que tenía la escuela aquél día, pero no le presté mucha atención y puse a guardar mis cosas en mi mochila. Al día siguiente, me levanto, lavo los dientes, desayuno, me voy de casa y llego a la hora correspondiente a la escuela. En el momento en el que paro en frente de mi escuela es donde me surge mi gran duda. La escuela estaba casi igual a cuando la vi hace una semana.

Ya no había el olor que había descrito, pero el aspecto exterior de la misma era igual. Y lo que me surgió otra gran duda es que los chicos que estaban allí, entre ellos mis compañeros, no se preocupaban ni extrañaban por el deplorable aspecto de la institución, todos como si nada pasara. Para no quedarme parado ahí, fui a saludar a mis amigos de clase pero todos me dieron la espalda, mirándome todos con cara de asco. Obviamente, me sentí mal, pero a la vez intrigado de por qué estas cosas estaban pasado. Primero el aspecto de la escuela y ahora mis propios compañeros de clase. Pasaron 20 minutos desde que llegué a la escuela hasta que entramos a clases. Las clases no tuvieron nada en especial, en la primera hora tuvimos matemática y nos dieron la clásica introducción con los contenidos que se iban a ver en el año y ni siquiera dieron actividades.

Después tuvimos Física y química durante dos horas, que fue más de lo mismo, para finalizar con educación artística, que fue, básicamente, lo mismo. Pero todas las clases tuvieron algo en común. Los profesores, todos, se veían algo cansados, decrépitos y hasta desaliñados, pero eso no es nada. Los recreos fueron un infortunio. Todo estaba repleto de gente, habían muchísimos más alumnos que el año pasado. Estábamos todos amontonados y a mí me llegó a faltar el aire. Además de soportar de un montón de burlas e insultos injustificados proporcionados por mis propios amigos. Pero en general, en los recreos había un ambiente de emoción y diversión, sin tener en cuenta el extraño aspecto de la escuela. Pasaron las 4 horas de clase correspondiente y me precipité a mi casa.

No pude evitar pensar en el maltrato que recibí por parte de mis compañeros, me sentí muy mal en las horas siguientes. A eso de las 5 de la tarde, voy a la cocina para hacerme una merienda, nada del otro mundo. Me siento a ver televisión, pasan unas horas, ceno con mi familia para volver a acostarme. Me costó dormir esa noche debido a los pensamientos que me pasaban de un lado a otro en la mente. Al día siguiente, llego al colegio a la misma hora que siempre y de nuevo me encuentro con esa escuela sucia y desatendida. No me molesté en saludar a mis compañeros, ya que ellos se molestaron en recibirme tirándome sus mochilas por encima, para luego insultarme. Me fui a sentar en un banco cercano para poder relajarme e intentar pensar el motivo de mis compañeros de por qué quieren hacerme daño. Lo pensé durante todo el tiempo que transcurrió hasta que entramos a clases. Las clases fueron un poco más amenas, los profesores se veían mucho mejor y el ambiente era el de una clase que se podría denominar “común”. Pero como yo estaba excluido completamente por mis compañeros, no pude participar mucho más que respondiendo algunas preguntas de los profesores.

Los recreos fueron más de lo mismo, nada que no haya comentado antes. Al llegar a mi casa, me recluí en mi cuarto y no pude hacer nada más que llorar y seguir pensando de por qué tanto odio hacia mi persona. Mientras lloraba, sentía cómo un olor raro se propagaba por mi habitación, además de ver avistar cosas extrañas moviéndose por el lugar. Sentía que entraba en una especie de paranoia, pero no me sostuve de esa idea ya que el ciclo estaba recién comenzando y no podía preocuparme por algo que quizás con el tiempo cambiaría, por más que no fuera la primera vez que me acosaban. Así fue como pasaron los días, los meses, las clases, haciendo los trabajos de la escuela y demás, pero el maltrato hacia mí estuvo siempre presente y agravándose con el pasar de las semanas. Hubo un día en el que tuve que ser atendido por personal médico debido a un puntazo que recibí en mi antebrazo izquierdo con un pequeño cuchillo por parte de un compañero.

En todos esos días de sufrimiento, no paré de llorar y de observar cosas cada vez más extrañas, como olores, visiones, hasta pude oír llantos que parecían provenir de la habitación de mis padres, cuando en ocasiones ellos ni siquiera estaban en casa. Cosas extrañas al fin y al cabo. Por las cosas que veía y por lo debilitado que estaba emocionalmente traté de no hacer mucho caso a los insultos de mis propios compañeros de clase. Faltaba como un mes para que hubieran vacaciones de invierno, por lo que decidí hacer todo el esfuerzo posible y aguantar.

Los primeros días no fueron nada del otro mundo, tuve una clase normal y las burlas en los recreos eran de a ratos, pero les daba la espalda y me apartaba para que dejaran de hacerlo, pero, hasta me gritaban de lejos. Era una tortura levantarme cada día para ir a la escuela, ya no tenía ganas de ir, cada vez que me levantaba se me caían las lágrimas de saber que lo único que me harían mis compañeros era despreciarme y golpearme. Siempre iba a la escuela con el nudo en la garganta, además del aspecto tenebroso de la edificación. El día antes de las vacaciones fue un desastre completo. En ese mismo mes tuve más de 4 exámenes, cuyos desaprobé, debido a que apenas podía estudiar ya que estaba harto de la escuela y de ser maltratado por mis compañeros. Eso y que fui golpeado entre casi todos mis compañeros porque contesté a un agravio de uno de ellos. Volví a mi casa a las doce del mediodía.

En mi casa solamente estaba mi madre, la cual andaba preparando el almuerzo. Ella sabía que yo era maltratado en el colegio y que no podía estudiar cómodamente, por lo cual supo como tratarme pero ella no puede hacer nada. Sentí como si no le hubiese importado que hubiera entrado a casa todos los días desmejorado, ya que cuando llegaba a casa ella estaba viendo televisión, haciendo la comida, dormir, y apenas me saludaba. En ayuno, me fui a mi habitación a llorar, grité por todos lados, y maldije a todo ser que hubiera conocido en la faz de la tierra. Estaba muy agotado y terminé durmiéndome. Me despierto 5 horas después, para darme cuenta que estaban todas las luces prendidas y completamente solo. Sin nadie con quien hablar, fui a servirme un café y dispuse a ver la televisión. De nuevo sentí unos olores extraños, acompañados de sombras que se movían por las paredes de la cocina, y creo haber escuchado un susurro. Pensé que eran alucinaciones, ya que a veces cuando llegaba trastornado del colegio a mi casa, veía cosas parecidas. Luego de aquello, me senté a ver televisión. Todo normal si no fuera porque sentía bastante incomodidad. No pregunten por qué, pero me sentía algo asustado por algo. Tal vez era la pesadez de ser insultado por los chicos de mi escuela, pero era además de eso, me sentía observado.

Eran las 6 de la tarde y nadie y nada vagaba por mi casa, por la calle, solamente estábamos el televisor y yo, en plena soledad. Tenía un conocido que se podría decir que era un amigo, ya que a el le pasaba más o menos lo mismo. Le tenía una gran envidia sana, a él se le burlaban pero se lo tomaba con desprecio, él sabía como no prestarle atención a esas cosas, aunque tengo la corta sospecha de que él interiormente sufría. Delante de ellos y de todos parecía alguien de frente, pero se lo veía bastante triste cuando hablaba conmigo o al verlo al salir de la escuela, cuando tomaba el ómnibus.

Volviendo al tema, me quedé allí, postrado en la silla, pasando de canal en canal, haciendo un tour entero por la grilla. Fue en ese momento cuando juré haber visto un humo esparcido por el costado de la sala. Si bien soy un poco escéptico, no podría contradecirme, o sea, juré haberlo visto de verdad, eso y escuchar algún que otro sollozo pero, por sentido común, pensé que venían del televisor, había puesto un canal con una película, pensé en lo lógico.

La imagen de la televisión se distorsionaba, se veía invertida, la música se escuchaba al revés y parecía como su hubieran interferencias y también aparecían imágenes raras, como niños partidos al medio y literalmente.

Como si el destino lo hubiera fijado, unos minutos después se va la luz. Me dirigí afuera, al frente de mi casa para ver si era el único con la luz cortada. Al salir, no era la excepción, todo el barrio estaba sin luz, pero algo extraño me sucedió. Pasé unos segundos allí afuera y sentí un mareo muy fuerte, se me movía todo a mi alrededor, sentía que la garganta se me trababa y que en cualquier momento caería desmayado, ni bien entré, en medio de la oscuridad, quise sentarme en una silla del comedor, apenas quedaba un poco de luz natural, pero un zumbido en la oreja me desorientó y no acerté en la silla y caí al piso.

La luz volvió y conseguí orientarme. Habían comenzado las vacaciones de invierno y eso me fue un alivio y un descanso del pan de cada día, es decir, las burlas, el desprecio y las palizas. Para distenderme, agarré mi computadora portátil y me dirigí a la sala y junto al televisor prendido, abrí mi portátil para navegar por el internet, ver vídeos y jugar juegos flash. No tenía cuentas en Facebook, Twitter, ni siquiera tenía un Gmail, un Hotmail, ni un Outlook, por lo que estaba bastante aislado del tema, yo sólo ocupaba la computadora para los fines ya mencionados, y también para conseguir información para los trabajos prácticos del colegio. Al terminar de encenderse mi laptop, me aparece un mensaje de error. Éste decía: “no querrás verme enojado”, y aparecieron muchos errores más continuamente que decían lo mismo. Por obvias razones, me asusté y quise reiniciar mi computadora, pero esta no cerraba, ni aunque le cerrara la tapa. La dejé a un costado y seguí viendo la televisión, anonadado por lo que acababa de pasar. Pasaron varios días, los pasé junto a mis padres, se los veía normal, y eso me ponía tranquilo.

En uno de estos días de vacaciones, tranquilo porque no tenía tareas pendientes, aunque tuviera algunas cosas flojas, fui a caminar por la calle, cosa que de vez en cuando hago para relajarme. No pasaban de las 7 de la tarde, salí medio tarde y estaba oscureciendo, mis padres estaban en casa al momento de irme. Los saludé y partí. Muy pocas veces fijo un rumbo al cual ir cuando salgo a pasear, ya que me gusta ir por casi todos lados, y no tengo problema de ir caminando a altas horas de la tarde-noche. El viento refrescaba y era relajante, no sentía ningún pesar, aunque todavía tenía una gran duda que se cultivó directamente desde que comenzó el curso escolar, y se trata sobre todas las alucinaciones, cosas moverse, sollozos, gritos, voces, que juré ver y escuchar. Me puse muy pensativo mientras iba caminando por la calle, cuando veo que alguien me detiene.

Me preguntó si yo era quien creía que era, no le entendí, pero al verle la cara detalladamente deduje que él era uno de los chicos que siempre me burla, curiosamente, es el, por decirlo de alguna manera, el líder de su pequeño grupito, el que me desprecia. No se lo veía bien, de por sí, el tono de su voz no era el suyo, se lo escuchaba distorsionado, parecía aturdido. Yo lo llamé por su nombre porque lo sabía. Me dijo que sí lo era y, sin mediar, me golpeó, y me dijo lo siguiente: “¿Te acuerdas cuando estábamos en sexto grado? Siempre te andabas entrometiendo en todo, buscando amigos que es lo que nunca tendrás, por tu culpa de una intromisión tuya, todos pensaban que eras un amigo mío y todos se reían de mí. Pagarás peor.”

Me pegó una patada en la cara, dejándome el zapato marcado en el rostro. Ni bien me levanté no logré divisarlo, pareciera que hubiera desaparecido de repente. Con la cara lastimada, sangrando por la nariz, lágrimas en los ojos, cansado, me fui directamente a mi casa. Me había ido muy lejos, ya iban siendo las 9 de la noche, traté de llegar lo más rápido posible. Y no sé si haya sido por el estrés, o no sé, pero sentí un mareo muy fuerte, como el de la otra vez, mucho peor. No podía caminar, y simplemente en un intento de descansar, me tiré en medio de la acera. No pasó mucho tiempo desde que caí hasta que recuperé la cordura. Volví a mi casa. No había nadie. Había una sola luz encendida y era la de la sala principal, el resto estaba todo oscuro. Yo solo llegué y me dirigí directamente hacia el sillón para ver televisión, pero antes fui a buscar unos hielos para aliviarme del dolor que me dejó los golpes de aquél tipo. Aunque no parezca, lloré bastante, yo solamente buscaba amigos, como si no tuviera derecho a hacerlo. Abrí mi laptop, supuestamente recuperada de lo ocurrido la otra vez, y pasó lo mismo, salió el mismo mensaje de “no querrás verme enojado”. Luego de eso, la notbook hizo un ruido extraño el cuál no sé describir y se apagó.

Curiosamente, se corta la luz. Lancé un pequeño insulto y luego sentí como si un brazo me rodeara. Y sí, me estaba tratando de asfixiar. No pude zafar de esa situación.

Desperté en el piso con mis padres observándome y preguntándome que pasó, y les conté todo, pero simplemente decidieron no creerme.

Mi computadora había desgastado toda su batería, y la puse a cargar. Pasó el tiempo correspondiente y se cargó completamente, la prendí y apareció una pantalla en negro, que lentamente, en un lapso de 5 minutos, se fue convirtiendo a rojo, y pasado ese tiempo aparece un mensaje de error que decía: “No voy a parar de perseguirte, de maltratarte, estaré hasta en tu mente, y llegas a volver a pisar el suelo de la escuela y no me mediré”.

Le mostré esto a mis padres y por fin pudieron tomar algo mínimamente en serio, cambiándome de colegio, cosa que no fue fácil ya que no habían muchas vacantes en existencia. A pesar de esto, mis padres me están pagando un psicólogo, como si lo del acoso hacia a mí no hubiese sido prueba suficiente.


Creado por: Franco Ivan Rey (yo ^v^)

— Via Creepypastas

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