La colección de tijeras

Allá afuera
Allá afuera

Le parecía lejana la idea de que podía salir con vida de su propio colegio; las circunstancias y la cercanía de aquella sombra, le llenaban la cabeza de un absoluto terror que le corría por las venas como una enorme serpiente que pronto se la tragaría.

Las ideas vagas y los recuerdos de sus amigos corrían por la mente de Natalia de tal manera que ya lo único que esperaba era una muerte segura a la vuelta de cualquiera de los corredores. Su respiración era lenta y se movía como un ratón asustado esperando no convertirse en la cena de un gato.

Pero la suerte parecía sonreírle: la puerta del colegio estaba cerca, y ahí fue cuando sintió cómo su cabello era jalado con una fuerza sobrehumana. Ella fue a dar contra el suelo y allí vio como su agresor se preparaba para darle el golpe que acabaría con su vida, lo único en lo que ella pensó fue:

“¿En dónde están las tijeras?

Una semana antes…

Natalia esperaba en la puerta del colegio a su grupo de amigos, que como siempre, llegan después de ella: llegar tarde era llegar a las 6:15 AM, y pronto cerrarían las puertas. Sus amigos ya se veían a lo lejos.

  • ¿Pero qué pasa con ustedes? ¿Siempre van a llegar tarde? ¿Nunca harán el esfuerzo de levantarse más temprano?

  • Natalia, ya sabes que nosotros no madrugamos; pero es que para mí es muy difícil dejar de soñar con este hombre que tengo al lado -Dijo Valentina, señalando a su novio Julián que se encontraba a su lado.

  • Lo mismo digo yo… -Dijo Cristina.- No es para nada fácil levantarse temprano, es una tortura; pero dejemos la discusión y entremos o se nos va a hacer más tarde.

Los cuatro amigos entran al colegio “Gustavo Jiménez” como de costumbre; era la mañana del 16 de mayo de 2005; sólo faltaba una semana para que fuera el aniversario numero 25 del asesinato de un grado completo de 45 estudiantes durante la fiesta que el colegio celebraba todos los años; este grado fue masacrado de forma brutal por un hombre, del cual nunca se supo su identidad; todos ellos habían sido asesinados con una colección de tijeras de diferentes tamaños y formas: colección que después desaparecería sin dejar rastro.

Eran las 8:00 AM cuando un compañero de grado de Natalia, llamado Oscar, pidió permiso para ir al baño: sería la última vez que todos lo verían con vida. Oscar se encontraba en el baño cuando creyó escuchar unos ruidos que venían del fondo de la habitación. Se acercó para saber qué era: los ruidos eran cada vez más cercanos y acompasados. De repente, cesaron, y Oscar se dispuso a regresar creyendo que eran los ecos de algo que estuviesen haciendo en otra parte; pero al darse la vuelta se encontró con una persona que vestía una manta negra que le tapaba la cara y las manos, sin dejar ver quien era.

  • Ya estuvo bueno de relajo. ¿Quién demonios eres?

La sombra mostró una de sus manos, en la cual se podían ver unas enormes tijeras que apuntaban hacia él. Oscar trató de escapar pero aquel ser le impedía moverse: trató de gritar pero cuando quiso no pudo, pues su atacante le asestó un tijeretazo en la cara. Él gritaba pero parecía que sus gritos no fueran escuchados por nadie. El agresor finalizó su tarea incrustándole la enorme tijera en el cuello. La sangre brotaba de una manera incontenible y aquel asesino le vio por unos segundos, y después se marchó con una tranquilidad admirable.

Mientras tanto, en el salón de clases, el profesor Suárez se impacientó por la tardanza de su alumno.- Señor Julián, vaya a buscar a su compañero al baño -Sentenció. El novio de Valentina asintió y fue a buscarlo.

Una vez en el baño, lo llamó, pero al no recibir respuesta decidió entrar. Lo que vio lo aterrorizó tanto que salió gritando del baño y se dirigió a la oficina del coordinador, que al verlo tan aterrorizado, le preguntó que qué pasaba.

  • Por Dios muchacho, ¿qué le pasa? -Julián, aterrorizado aun, sólo le dijo:

  • El baño, está en el baño…

En esto, llegó el profesor Suárez ya un poco harto, pero el coordinador le pidió que lo acompañara al baño para ver qué era lo que había aterrorizado al pobre de Julián que estaba hecho un manojo de nervios. Al entrar allí, lo descubrieron, y hubiesen gritado si hubiesen podido, pero alarmarían a todo el alumnado: en el suelo y contra la puerta de uno de los sanitarios, se encontraba el joven Oscar en medio de un charco que se había formado con su propia sangre, y con una tijera que le había atravesado la garganta completamente; una mueca de horror indescriptible estaba en su rostro.

La policía no tardó en venir y todo el alumnado se enteró del cruel asesinato. Valentina abrazaba a Julián, trataba de reconfortarlo pues había quedado bastante afectado. La policía realizó los trámites de levantamiento e inició las investigaciones correspondientes: en aquel colegio ese día no hablaban de otra cosa. ¿Quién o qué había cometido aquel crimen? Julián, ya más calmado, le dijo al policía cómo había descubierto el cadáver de su compañero.

Mientras tanto, Natalia se dirigía al pasillo, pero antes de entrar se detuvo a escuchar algo que le pareció bastante extraño.

  • ¿No le parece algo extraño que esto suceda a una semana de que se cumplan 25 años del asesinato de todos los estudiantes del último año, y con la misma arma,: unas tijeras? -Dijo el profesor Suárez al director, que lo tomó con seriedad.

  • Es mejor que se le diga a los estudiantes de último año lo que sucedió y que se tomen todas las precauciones posibles.

Natalia dejó el asunto así y se fue a decirles a sus amigos lo que oyó.

  • ¿Por qué? Hubo antes un asesinato igual en el colegio, con unas tijeras… ¿y nosotros nunca lo supimos? -Dijo Valentina.

  • Parece que lo tuvieron siempre bajo el más firme de los silencios -Dijo Natalia.

Tres días después de esa extraña conversación, ésta sería el mismo rector en una reunión extraordinaria con ellos quien les diría lo que había pasado. Hacía 25 años todo ocurrió así:

Era la noche del 21 de mayo del año de 1980, y todo parecía ir bien para los estudiantes de ultimo año; éstos siempre han celebrado en esta fecha el día del estudiante. Cuando el reloj marcaba las 10:00 PM, un extraño hombre emergió; con una colección de tijeras mató a todos los alumnos de último año y a dos profesores que se encontraban con ellos…

Natalia, Cristina, Valentina y Julián no pudieron evitar la expresión de sorpresa en su cara, igual que sus otros compañeros.

  • Es por eso -Continuó el director-, que cancelaremos la fiesta del 21 de mayo -Todos reclamaron y alegaron que no les pasaría nada, pues pedirían a la policía que vigilara esa noche; con ese argumento, el director aceptó pero por su seguridad pondría a cargo a dos profesores: el profesor Suárez y la profesora de educación física, Lucía Jiménez, una mujer atlética y enigmática que le causaba escalofríos a Natalia.

En ese momento, Alexander Jiménez pidió permiso para regresar al salón por un cuaderno que se le había quedado; éste quedaba en el edificio contiguo al edifico en donde estaban. Alexander entró y buscó su morral para sacar el cuaderno, pero un golpe en su cabeza lo había arrojado al suelo.

Cuando despertó, se encontraba colgado del techo de un extraño salón y notó que al suelo caían pequeñas gotas de sangre; venían de su estómago. Su abdomen había sido abierto con unas tijeras. Él gritaba pero parecía que no lo escucharan; pronto vino alguien, una sombra negra, la misma que había asesinado al desdichado Oscar. Alex le rogaba que no le hiciera nada pero fue inútil; su agresor le apuñaló el estómago de nuevo con unas tijeras, y la sangre brotaba; Alex gritaba de una forma horrible, pero el asesino al parecer era indolente a lo que veía. Procedió a cortarle la garganta con las tijeras: la sangre escurrió con velocidad y Alex murió lentamente.

Había pasado dos horas y Alex no daba señal de aparecer; pronto apareció el otro Alexander del grado, un adicto a las películas de terror. Todo lo que vio de Oscar le había causado interés y había investigado lo que había pasado en el colegio 25 años atrás.

Amigo de Natalia, Cristina, Valentina y Julián, les contó lo que había descubierto mientras buscaban afanosamente al Alex.

  • Parece ser que el hombre que cometió estos crímenes desapareció al poco tiempo. Se suicidó, pero dejó su confesión escrita: según, había tenido una desagradable experiencia con su hija que había estudiado en este colegio y se suicidó porque no se pudo adaptar; y él, en venganza, asesinó a todos los que encontró esa noche con una colección de cincuenta tijeras… y eso no es nada -Continuó Alex-, la colección por más que la buscaron, nunca, nunca la encontraron, y aún siguen sin entender por qué se suicidó.

  • Si todo lo que dices es cierto, ¿no sabes si alguien esa noche sobrevivió? -Preguntó Natalia un poco consternada.

  • Sí, sobrevivió alguien: una joven quien escondida en la emisora del colegio pudo ver después toda la masacre en todo su esplendor, pero enloqueció. Días después se suicidó con una cuerda en su habitación. Lo raro fue lo que escribió en la pared antes de colgarse…_“las tijeras aún quieren sangre”;_que de algún modo podría explicar el asesinato de Oscar y la desaparición de…

Un grito interrumpió a Alexander, que corrió con sus amigos al origen del estremecedor sonido. Lo que vieron Natalia, Cristina, Valentina, Julián y Alexander los dejó perplejos: la escena parecía salida de una película de terror. Alexander Jiménez yacía colgado de los pies, con el estómago y la garganta completamente abiertos y de los cuales aún brotaba sangre caliente. Alexander vio el cadáver y dijo algo que a la policía y a todos dejó extrañado:“Daniel Fernández”.

Al preguntarle la policía el porqué decía eso, contestó con una expresión de miedo, que rara vez se le podía ver a alguien como él.

  • Es una de las víctimas que murieron la noche del 21 de mayo; fue en este mismo lugar y de la misma forma, y ahora que recuerdo, Oscar murió igual como murió Iván González; otro estudiante… -Se quedó mudo un momento, y prosiguió.- Lo peor no es eso, sino que Oscar y Alexander murieron en el mismo orden en el que murieron Iván y Daniel aquella noche… lo que me hace pensar que el asesino estuvo presente durante la masacre, y si no es así, que alguien que sí estuvo se lo contó y quiere reconstruirlo.

La policía había encontrado al aliado perfecto: si Alexander sabía tanto, podría conducirlos hacia el asesino.

  • Alex, ¿crees que el asesino vaya a hacerte algo porque ya sabes de él? -Preguntó Julián a su amigo, quien le contestó con una tranquilidad absoluta.

  • Eso es seguro, lo estoy esperando.

  • ¡Estás loco! Sabes perfectamente que puede hacerlo sin temor y tú tendrías las de perder -Le dijo Valentina con un tono de regaño, pero a la vez de asombro.

  • No si yo lo conozco bien, si puedo percibir qué es lo que quiere… no te olvides, Valentina, estoy acostumbrado a ver los más horribles asesinatos -Contestó Alex.

  • Como sea, pero estás jugando con fuego -Dijo Julián un poco preocupado.

  • No importa -Dijo Alex- esto es lo que pasará: hoy uno del curso será asesinado de la misma forma en que murió Luciana Rodríguez, lo que me hace adivinar que será una mujer la que será asesinada, y ella morirá en el baño de mujeres, esta vez a un día de la fiesta del estudiante.

Valentina se aferró a Julián y Alex le rogó a las chicas que no se separan ni un solo segundo: las tres tenían que estar protegidas en un sitio seguro. Él los llevo: la entrada estaba llena de policías y no los atacarían allí.

Eran las 12:00 PM. Liliana entró al baño de mujeres que estaba completamente solo. De repente, una sombra negra se abalanzó sobre ella y la clavó contra la puerta de madera de uno de los baños: ya se preparaba para asestar una puñalada con la tijera cuando un golpe lo lanzó al suelo. Era Alex, que estaba observando escondido en uno de los baños; le golpeó con tal fuerza que éste, aturdido, aún no se levantaba.

  • Crees que ibas a poder conmigo en este colegio, ¿eh? Pues no, yo conozco todos tus pasos, tus movimientos, y sabía que estarías aquí. Liliana iba a ser la elegida para revivir el crimen de Luciana Rodríguez, pues fallaste, engendro -Tomó a Liliana de un brazo y la sacó del baño. Cuando la policía fue a buscarlo, ya se había ido.

Tiempo después, la policía interrogaba a Alex sobre lo que había visto del asesino. Él procedió a narrar lo que hubiese pasado:

Nos remontaremos a el día 21 de mayo de 1980. Luciana Fernández corría desesperada, había visto a sus dos amigos brutalmente asesinados y se había encontrado con el asesino de frente. Huye despavorida y el único lugar que encuentra para refugiarse es el baño. Su respiración agitada hace denotar que ha huido de él, pero algo le decía que no por mucho tiempo: de repente, frente a ella, está él, con unas enormes y afiladas cuchillas.

Se dirige hacia ella, que grita con todas sus fuerzas; pero sus gritos se confunden con los de la fiesta que se lleva acabo afuera. Se ahogan con la algarabía de sus compañeros. Sus brazos y piernas son rasgados con las enormes tijeras y su rostro lleno de X, tantas como pueden haber juntas; completamente desfigurada y aún viva para sentir el golpe de gracia: su asesino empuña las tijeras y con una fuerza descomunal le atraviesa el pecho hasta tocar el mismo suelo. La sangre formó un charco, y él se va, dejando a su tercera victima muerta en el suelo.

La policía no lo puede creer; en sus rostros y en los de los amigos de Alex se dibuja una expresión de horror que asustaría a cualquiera.

  • Habrá tres asesinatos más entre hoy y mañana -Dijo Alex, con un tono de voz más grave: pronto la policía corrió para evitarlos a toda costa, pero había un problema… no sabían cuáles eran las victimas.

  • ¿Quiénes fueron asesinados, cuáles eran sus nombres? Dímelo, Alex -Dijo Cristina, Alex sólo se limito a responder con los nombres de aquellos infortunados que habían muerto 25 años antes.

  • Felipe Sánchez, Liliana Contreras y Lucía Saavedra.

Más tarde, Jason se dirigía hacia su casa: estaría solo pues sus padres estarían en una reunión de trabajo y llegarían muy tarde. Su casa, una casa ubicada en el centro de la ciudad, se encontraba silenciosa, y Jason respiraba hondo antes de dar una vuelta en cada pasillo: su corazón latía, era como si supiera que algo era distinto, que no estaba solo.

Alex se encuentra en su casa cuando recibe una llamada: Jason. Parecía muerto de miedo, había visto algo pero no podía decir qué; moría de pánico y horror, pero Alex ya sabía. Tecleó desde su celular una llamada de emergencia. La policía llega a casa de Jason y parece estar sola pero, temiendo que Jason esté en peligro, rompen la puerta para descubrir la terrible de la escena: él yacía colgado de la puerta del patio, atravesado en el abdomen por unas enormes y filosas tijeras, y la sangre aún caliente corría a través de la puerta hasta llegar al suelo. Los padres de Jason, al llegar, recibieron la cruel noticia: su hijo había sido asesinado de un forma brutal. Lo que no sabían era que en ese preciso momento, el asesino estaba cometiendo el tercer asesinato, con lo cual terminaba la cuota antes de la tan nombrada fiesta de los alumnos de último año.

Pasadas las ocho de la noche, se reportaron dos nuevos homicidios: no creían que estuvieran relacionados con los de los estudiantes de último año, pero esa teoría se iría al suelo cuando descubrieron quiénes eran.

La primera, se llamaba Diana Herrera. Su cuerpo fue encontrado acostado en su cama y unas tijeras podadoras le habían atravesado el pecho, de tal forma que la sangre había atravesado el colchón de su cama y formaba un charco bajo ella. Lo más espeluznante de todo era que su cuerpo era coronado por una lápida con un nombre que a los policías les resulto familiar: “Liliana Contreras”. Estudiante del colegio Gustavo Jiménez y asesinada el 21 de mayo de 1980.

La segunda victima fue encontrada sentada en una silla de la sala: atravesada por dos tijeras, una en su cabeza y la otra en el abdomen, respondía al nombre de Claudia Barrera y en ella el asesino había reconstruido la muerte de Lucía Saavedra.

Había llegado el día de la gran fiesta. La policía estaba atenta: prometía ser una noche que ninguno de los asistentes olvidaría. La fiesta inició pronto, todos los estudiante de último año habían llegado, eran cuarenta. Las puertas se cerraron, policías vigilaban todo el colegio.

Eran las 9:00 PM y todo parecía marchar bien, sin ningún percance; una pareja de alumnos se habían alejado del grupo para dar rienda suelta a su imaginación: Laura y Carlos estaban solos en la parte de atrás del colegio, cuando de repente, una enorme tijera atravesó el corazón a Carlos.

Laura, llena de sangre, gritaba de horror, pero sus gritos se ahogaban con los de la fiesta como sucedió hace décadas. Luchó con el asesino que, sin esfuerzo, la tomó por el cabello y le clavó las cuchillas de la tijera en sus ojos, quitándole la vida casi de inmediato.

Angela buscaba a Laura, pero al no encontrarla, se imaginó dónde podía estar.

  • Ven aquí, Laura, no seas idiota -Gritaba Ángela, pero no recibía respuesta alguna. Caminó por el colegio y al llegar a la parte de atrás, sus nervios empezaban a traicionarla. Ángela se ha resbalado con algo viscoso y la oscuridad no le deja ver bien qué era. Al acercarse un poco más, se da cuenta de que es un charco de sangre; al ver hacia el frente ve a su amiga Laura en el suelo y con unas tijeras en los ojos. Quiere gritar, pero su grito se ahoga al ver hacia una puerta que está entre cerrada. La abre, y el cuerpo de Carlos le cae encima con unas tijeras atravesadas en su corazón…

  • ¡Dios mio! ¿Qué es esto? ¡Ahhhh! -Al tratar de huir se encuentra cara a cara con el asesino, quien la ataca con unas tijeras; pero ella huye hacia un conjunto de árboles que se encuentra cerca, ya que el asesino le cortó el paso hacia donde se encuentran los demás. Ángela siente que el corazón se le va a salir por la boca: su mejor amiga esta muerta y su novio también. De repente, el asesino la alcanza y le corta la cabeza con unas tijeras de jardinero.

El profesor Suárez se encuentra solo en la biblioteca del colegio, ya que para él las fiestas son aburridas. Ha decidido conectarse al Internet: en el chat se encuentra con alguien, él se muestra interesado y empieza a “charlar” con ella. De pronto, ella le dice que está en la fiesta, pero se ha apartado por que no le gusta el alboroto y está en un salón. El profesor, intrigado, le escribe:“¿En cual de todos estás?”

Un ruido lo hace apartar la vista del monitor, y al volver a verlo, lee lo siguiente:“En el tuyo”.

Se impresionó. Al voltear, el asesino le asesta una puñetazo: luchan, el profesor pelea bien, pero el asesino se ha cansado de jugar. Toma unas tijeras y se las clava en la boca, y las gira dos veces para que la sangre fluya; acto seguido, abandona el lugar.

El portero del colegio está hablando por teléfono con su esposa; la comunicación se corta, trata de reestablecerla, y ¡oh, sorprepsa! La línea esta muerta. Cierra la puerta, ya que siente que alguien le observa; no sabe quién es, pero lo siente muy cerca. Mientras se sienta, el asesino está en la ventana a la cual él le esta dando la espalda… Al voltear, ya no hay nadie.

  • Maldita paranoia… Tendré que hacer ronda -Y así, abandona la portería.

Mientras tanto, en el baño de las mujeres, Sandra se encuentra retocándose cuando, al levantar la vista al espejo, ve que el asesino está tras ella. Grita sin que sirva; lucha con él, pero su muerte está cerca. El asesino toma un cable eléctrico y la estrangula con él, y luego la apuñala varias veces en el abdomen. Cuando termina, procede a colgarla de uno de los bombillos del baño.

Valentina y Julián están asustados, pues la calma en un caso como estos no es usual. Ella le pide a Julián alejarse de allí, se dirigen a su salón; al abrir la puerta, ven una sombra que flota en el aire.

Lleno de temor, Julián enciende la luz para revelar los cuerpos de tres de sus compañeros colgando del bombillo, y un camino de sangre que va desde la puerta del salón hasta allí. Valentina deja escapar un grito de horror, y los dos al irse de allí se encuentran con él: no los dejará salir. Julián se abalanza sobre él para apartarlo, pero el asesino le corta el abdomen con unas tijeras y lo apuñala. Valentina intenta defender a su novio, pero ella es apuñalada y cae casi muerta al suelo.

Alex le pregunta a Natalia y Cristina por Julián y Valentina, pues no los encuentra; y en medio de la euforia de los muchachos, el asesino deja caer ante todos el cuerpo de la profesora Lucía Jiménez completamente abierto con unas tijeras desde la boca al ombligo. La sangre pronto ocupa toda la tarima. Los estudiantes gritan completamente despavoridos, corren, pero el asesino los ha encerrado y pronto uno a uno mata a todos los que intentan escapar. Algunos escapan pero no pueden salir del colegio: se ha convertido en una verdadera cárcel. Entre ellos, Alex, Cristina y Natalia han escapado, pero la escena que queda en el patio del colegio es hecatómbica.

Alex les dice que no hay que separarse; hay que llegar a la puerta como sea… Pero a medida que avanzan, ven el porqué la policía no lo había advertido. Habían sido asesinados, todos, brutalmente mutilados con unas tijeras; y al llegar a la portería encuentran al vigilante clavado en la puerta, atravesado por cinco tijeras y con los ojos abiertos en una expresión horrible.

De repente, allí los tres son alcanzados por el asesino que trata de clavar una de sus tijeras en el cuerpo de la joven Cristina; Alex le ataca y hace que le siga hasta el bosque del colegio, mientras le pide a sus amigas que huyan. Alex lo ha perdido, pero el bosque se torna peligroso y desconocido. De repente, choca con algo y no sabe qué es. Siente que ha tomado algo en sus manos, y al verlo, ahoga un gemido para no llamar la atención del asesino: tiene entre sus manos la cabeza de Ángela. Al ver hacia arriba, el cuerpo de ésta deja caer sobre su cara una gran cantidad de sangre. Él se levanta muerto de miedo y trata de salir de allí, pero el asesino se abalanza sobre él, golpeándolo en la cabeza.

Un policía ha llegado: va a supervisar lo que hacen sus compañeros. Misteriosamente, la puerta está abierta y el colegio en una calma tenebrosa… Cierra la puerta tras de sí, y al asomarse hacia una de las patrullas, ve a uno de sus compañeros clavado a la silla con unas tijeras en la cabeza. La mano del asesino sale de debajo del auto y le corta el pie.

El policía cae, alarmado; se arrastra y el asesino arranca la patrulla y activa las cuchillas que se utilizan para detener los automóviles que entran sin permiso. Están imponentes en el suelo y listas para recibir el cuerpo del policía, quien es arrollado por el automóvil en movimiento y clavado en las cuchillas de contención. De nuevo, el asesino se va con una enorme tranquilidad.

  • ¿Qué haremos, Natalia? Estamos solas, Alex ya estará muerto, Julián y Valentina también -Dice Cristina, muerta de miedo.

  • N-No lo se, supongo que tratar de vivir -Contestó, ahogada en llanto.

No las deja seguir hablando. El asesino las ataca y apuñala a Cristina en el abdomen; Natalia sale huyendo impotente, por no haber podido salvar a su amiga. Ahora está sola y el asesino la persigue. Su colegio es una cárcel y los cuerpos de sus amigos están por todos lados.

Le parecía lejana la idea de que podía salir con vida de su propio colegio; las circunstancias y la cercanía de aquella sombra, le llenaban la cabeza de un absoluto terror que le corría por las venas como una enorme serpiente que pronto se la tragaría.

Las ideas vagas y los recuerdos de sus amigos corrían por la mente de Natalia de tal manera que ya lo único que esperaba era una muerte segura a la vuelta de cualquiera de los corredores. Su respiración era lenta y se movía como un ratón asustado esperando no convertirse en la cena de un gato.

Pero la suerte parecía sonreírle: la puerta del colegio estaba cerca, y ahí fue cuando sintió cómo su cabello era jalado con una fuerza sobrehumana. Ella fue a dar contra el suelo y allí vio como su agresor se preparaba para darle el golpe que acabaría con su vida, lo único en lo que ella pensó fue:

“¿En dónde están las tijeras?”

Natalia se despierta. Está viva y no se lo explica. Ve que sus amigos tampoco están muertos, están dispuestos en orden y en mesa redonda, alrededor de su profesor de física y de otros de sus compañeros de curso. Julián, Valentina, Cristina, y Alex están frente a ella, quienes se despiertan al oír a Natalia llamarlos; no entienden cómo es que están vivos. Ante ellos, su asesino revela su identidad, pero no lo pueden creer: es la profesora Lucía Jiménez. ¿No estaba muerta?

  • ¡Sorpresa! ¿Creían que yo me ofrecí solo para verlos bailar? Pues no, también para verlos morir, malditos.

  • Pero, ¿pero por qué? -Preguntó Valentina, muerta de miedo.

  • ¿“Por qué, por qué”? -Dijo, tomándola de los cabellos.- Porque quería desquitarme de lo que le hicieron a mi hermana.

  • ¿Pero qué le hicimos? ¿Está loca? ¿Quién es su hermana? -Dijo Cristina.

  • Ah, ¿no saben? Yo era la hermana de Liliana Jiménez, la niña que se suicidó y que causó el asesinato por parte de mi padre de todos los estudiantes de último año de este colegio, en 1980. Los dejé de últimos porque admiro que se hayan escapado de mi; sobre todo tú, Alex, eres genial. ¿De dónde sacaste todos los datos del primer asesinato?

  • Le sorprendería lo que se puede encontrar en el Internet…

  • ¡Oh, ya veo! Voy a tener que actualizarme con respecto al Internet… Mataré a Valentina primero, porque siempre me han fastidiado las niñas que lo consiguen todo con su belleza. Luego seguiré con Julián, pues es el novio de ésta; luego con Cristina, y por último a mis dos favoritos: Natalia y Alex. A él al final -Sentenció, señalando a Alex.- Es por fastidiarme el asesinato de Liliana, el cual no pudiste impedir al final; pero lo mejor de todo esto es que yo no seré la culpable.

Todos se miraron las caras, en silencio. Lucía continuó.

  • Seré una sobreviviente, pues el culpable después de que ustedes mueran se suicidará en su dirección: será el director quien pague por lo que yo hice. Encontraran el resto de las tijeras en su oficina. Seré como la niña que se salvó hace 25 años; lástima que yo haya tenido que matarla pues ella me vio en la fiesta matando a uno de esos infelices, y fingí otro suicidio, y escribí aquella inscripción en la pared. ¿No es emocionante?

  • Pues… Déjame decirte que no matarás a nadie más esta noche -Dijo Alex con un tono desafiante.

  • ¿Por qué, si se puede saber?

  • Porque te voy a decir que fue lo que paso en realidad…

  • Ah, ¿sí? ¿También lo sacaste del Internet? -Le interrumpió.

-… Pues, sí… Decía:“La joven Liliana tenía 16 años. Era feliz en su nuevo colegio, y su padre la anteponía a su hermana mayor: la pobre e infeliz, insignificante primogénita, la cual le tenía un odio inmenso. Quería matarla, y en más de una ocasión la amenazó de muerte y había intentado asesinarla. Ella vivía triste por eso, y su padre supuso que era por la falta de adaptación a su nuevo colegio a pesar de que ella dijera que esa no era la razón. Un día, cuando llegó de clases, su hermana la atacó brutalmente, trató de asesinarla y lo logró; fingió un suicidio, e imitó a la perfección la letra de Liliana para escribir una carta culpando a sus compañeros de curso de su fatal decisión.

Ésto era una mentira, pues Liliana se había adaptado muy bien al colegio: pero su padre no lo creía así, y al morir su hija predilecta, ciego de furor asesinó a todos aquellos estudiantes el 21 de mayo de 1980, siguiendo los consejos de su hija Fernanda; y ese, ese es tu verdadero nombre. Tú mataste a tu hermana y causaste que tu padre cometiera el peor de los crímenes; pero ahí no finaliza todo: tu padre días después de la masacre, encontró una carta donde Liliana te culpaba de todo lo que a ella le pasaba, pues tú la habías amenazado en más de una ocasión.

Tu padre,al darse cuenta de todo, se ahorcó presa de la desesperación por lo que había hecho y sobre todo porque tú estuviste presente y lo ayudaste. Pero él dejó una carta en la que confesaba y te acusaba a ti del asesinato de tu hermana; pero escapaste y te llevaste todas las tijeras…

  • ¿No es cierto lo que te acabo de decir? ¿Eh? – Dijo Alex, con orgullo.

  • ¡Cállate, maldito! -Fernanda, como resultó llamarse, se abalanzó sobre él; la recibió con un golpe que la mandó al suelo, pues mientras contaba la historia se había desatado. Luchó con ella, enojado por las muertes que causó; golpeó a la mujer, recordando la cantidad de víctimas que había cobrado hoy y hacía veinticinco años.

Ella no se rindió: intentó tirarlo por a ventana, pero falló: en el forcejeo, fue ella quien cayó. Una caída seca y su cráneo se rompió contra el suelo.

Pronto llegó la policía y se inició el reconocimiento por parte de los padres de las víctimas, que lloraban de una forma desgarradora. Allí también llegaron los padres de ellos cinco, estando preparados para lo peor, pero su angustia cesó al ver a sus hijos: heridos, sí, pero vivos.

  • Hay algo que me intriga todavía -Dijo Valentina a Alex, ante todos sus amigos.- ¿De dónde diablos sacaste la historia de esa loca desquiciada?

  • Bueno… -Contestó Alex, con una sonrisa pícara.- El internet es un gran arma, sí… pero nada mejor que robarle las pertenencias a tu “profesora preferida”. Y pensar que a su edad aún atesoraría un diario…

Todos dejaron escapar una carcajada.

  • Hey… ¿No creen que el salón se verá muy triste con sólo cinco personas? -El comentario de Julián cesó las risas. Todos se miraron las caras, en silencio; se abrazaron. Todo había terminado, y sólo quedaban ellos.

— Via Creepypastas

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