La casa misteriosa

Allá afuera
Allá afuera

La casa embrujada de la abuela

Hace muy poco tiempo la familia Crugert se había cambiado a una casa enorme y muy antigua. Todo estaba bien pero al pasar el tiempo comenzaron a pasar cosas muy extrañas, se sentían ruidos en toda la casa, pero donde más se escuchaban era en el subterráneo.

Todos en la casa estaban muy asustados, pero a la que le sucedían más cosas eran a Camila, la hermana menor, que tenía solo 10 años. Ella tenía un hermano mayor llamado Javier, que tenía 14 años.

Una noche los padres de Javier y Camila tuvieron que salir a una fiesta, y dejaron a Javier a cargo de Camila. Después de que salieron se empezaron a escuchar ruidos extraños en el subterráneo, los dos niños estaban muy asustados. Javier fue a ver lo que sucedía, cuando llegaron abajo los ruidos ya no se sentían, estaba todo muy tranquilo, pero luego de subir, se escuchó una voz que decía:

Camila, ayúdame, Camila se asustó mucho, Javier no sabía qué hacer, así que cada uno se fue a su pieza para descansar un poco. Camila se puso a escuchar música, pero de repente se empezó a escuchar por la radio la misma voz que le decía:

¡Camila, por favor ayúdame, ayúdame!

Cada vez se escuchaba más fuerte, Camila apagó la radio y se tiró a la cama a descansar, pero la radio se volvió a encender, se repetía nuevamente lo mismo… la radio se había vuelto a apagar Camila muy asustada llamó a Javier, él fue de inmediato, y le preguntó que le pasaba. La radio se había vuelto a apagar, Camila le dijo a Javier que alguien le hablaba y le decía que lo ayudara. Javier supo inmediatamente que era un espíritu que le pedía ayuda, pero no sabía para que, porque podría ser para muchas cosas. Cuando llegaron sus padres ellos ya estaban durmiendo.

Al otro día cuando despertaron Camila y Javier le contaron todo lo que sucedió a sus padres. Ellos llamaron a un espiritista, para que sacara al espíritu que había en su casa. Cuando él llegó, reconoció de inmediato esa casa ya que ahí habían pasado muchas otras cosas misteriosas.

Se trataba de una familia que viva ahí, hace unos 30 años atrás. El hombre que vivía ahí se llamaba Criss Roger y tenía tres hijos, Criss era un hombre de unos 43 años, y lo habían asesinado en esa misma casa. Él solo quiere tratar de comunicarse con su hija Camila-dijo el espiritista a los padres. No sé por qué él le quiere contar solo a ella quien lo mató, a los demás no les va a querer decir. A todas las otras familias que han vivido acá no les ha podido decir nada, y nunca han podido resolver quien fue el asesino, porqué siempre se van a otro lado. Pero cuando sepamos quien fue el culpable, él no se irá de esta casa, pero dejará de molestar, ustedes pensaran que él ni está acá. El espiritista le dijo a Camila que tenía que comunicarse con el espíritu, o si no él seguirá rondando por la casa para siempre, y eso sería mucho peor para todos.

Pero ¿a nuestra hija le puede pasar algo malo cuando hable con él?-dijeron sus padres.-no, no, si él no es malo solo quiere que nosotros descubramos la verdad para saber quién fue el que lo mató.

Camila siguió las instrucciones que le dio el espiritista, y al otro día por la mañana, fue a hablar con él, tenía que ir sola porque si no, no le iba a decir nada. Camila estaba muy asustada, el hombre le contó, que el asesino había sido el jardinero que trabajaba para él antes. Lo había matado por celos ya que él estaba enamorado de su esposa, su nombre era Martín Walter. Una noche los dos estuvieron conversando y el jardinero le contó toda la verdad, tuvieron una dura pelea y ahí fue cuando el jardinero lo mató.

Camila le contó todo lo que él le dijo a sus padres, fueron a la policía, para saber más acerca del asesino, cuando llegaron a la policía, ellos le contaron que Martín había estado preso una vez antes del asesinato, pero que después había muerto en un choque. Para estar más seguros de que había muerto los padres de Camila, fueron a preguntarles a los familiares de Martín, todos dijeron que era verdad, que él estaba muerto. Todos se quedaron mucho más tranquilos sabiendo que el asesino ya no estaba vivo. Los ruidos en la casa ya no se escucharon más.

Nunca se lamentaron por no haberse ido a vivir a esa casa, porque así ayudaron a alguien, que quería que supiéramos quien fue el que lo mató.

— Via Creepypastas

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