Juegos Oscuros

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Bajé del auto para entrar a mi casa. Había sido un día agotador en la escuela, ya era Viernes, así que me sentía feliz. Estaba cansada. Subí a mi habitación para tomar una siesta.

Sonó mi teléfono, una notificación, lo saqué y empecé a revisar Facebook, un mensaje de mi amigo André González Vázquez, suspiré. Él siempre me enviaba cosas macabras y de otro mundo. Hablábamos a media noche en el chat sobre cosas de interés popular. Revisé el mensaje:

-Maru, ¿cómo estas? Espero que bien, necesito que vengas a mi casa lo más pronto que puedas, te explicaré que pasa cuando llegues. PD: Trae un bote con arroz. Gracias.

André vivía en un fraccionamiento privado, dije que venía a la casa 16. Me cedieron el paso y caminé hacia su casa. Antes de tocar miré la hora, 6:32. Mi reloj estaba retrasado como por media hora, pero me di cuenta después de los sucesos trágicos. Toqué el timbre, André abrió.

-Hola, Maru- Me dijo con una sonrisa.

-Hola- Le dije.

-Pasa, hay algo que descubrí- Dijo mientras abría la puerta y me invitaba a pasar.

-Gracias, ¿y qué pasa?- Le pregunté mientras observaba alrededor, todo lo típico de una casa, escaleras, alfombras, sillones, una pintura, etc.

-Sube y ve tu misma- Me dijo mientras él subía las escaleras, así que lo seguí.

Subimos hacia la habitación de André: había una cama de franjas verdes y morados, un librero con unos cuantos libros policíacos, un cartón en la pared con ideas para historias y un escritorio con una computadora encendida al lado de un muñeco de trapo sucio con ojos de botón y boca cocida. Me dirigió hacia la computadora.

-Contempla- Me dijo mientras señalaba con las manos la computadora.

Leí el artículo, eran instrucciones de algo llamado “Hide and Seek”.

-Ya sé como jugar el típico juego de kinder André- Le dije mirándolo con una expresión de sarcasmo.

-No es eso, Maru- Me dijo, riendo ligeramente -Es de un llamado ritual o juego con un muñeco parecido al jueguito de kinder-.

-André, ya hice contigo el “Bloody Mary” y la cosa del elevador- Le dije seriamente -Y ninguno funcionó, esto tampoco lo va a hacer-.

-La tercera es la vencida y, además, esta vez lo tengo todo planeado- Me dijo con una sonrisa- Verás, trata de jugar a las escondidas con el muñeco, pero de manera mortal- La última parte la dijo con extremada sospecha.

Antes de que pudiera decir algo, el tomó un cuchillo y rápidamente corto el hombro del inofensivo muñeco, me asusté por un momento. Después tomó el muñeco y lo agitó, haciendo que se cayera el relleno, me puse más confundida cuando me quitó el arroz y lo vertió en el hombro del trapo sin emoción, a continuación, se pinchó el dedo y dejo caer algo de sangre en el muñeco, se tapó el dedo con una venda.

-¿Qué es eso?-Dijo mientras apuntaba al otro lado del cuarto.

Volteé la cabeza y sentí algo filoso en mi dedo índice.

-¡André, qué mierda haces!- Le grité furiosa mientras una gota de mi sangre caía en el muñeco que el sostenía.

-Tranquila, ya está hecho- Me dijo mientras cocía el muñeco con un hilo rojo- No se puede hacer nada más.

-¿Qué me hiciste?

-Acompáñame- me dijo mientras se dirigía al baño y ponía el muñeco en el suelo.

Tomó el cuchillo y apuñaló al muñeco en el estómago.

-Ahora hay que escondernos, hasta que el reloj dé las 3:03 am- dijo retrocediendo.

-¿Y si no lo hacemos?- Le pregunté con un escalofrío en la espalda.

-Terminaremos como él- Dijo señalando al muñeco mientras con la otra mano le aventaba el cuchillo.

Me guió alrededor de la casa hacia una puerta debajo de las escaleras y la abrió, era un sótano. Antes de entrar revisé mi reloj: 7:59. André encendió la luz de la habitación, era lo típico de una película de terror, polvoriento, sucio, con recuerdos y cosas viejas alrededor de aspecto perturbador. André cerró la puerta y nos escondimos detrás de unas cajas.

Me palpitaba el corazón y sentía un escalofrío doloroso en la espina dorsal, André no parecía tan asustado pero veía al vacío, traumado por algo.

Estuvimos demasiado tiempo escondidos, el escalofrío se convirtió en un dolor de cabeza al sentirme frustrada por desperdiciar tanto tiempo en una idiotez tan grande.

-André, ¡eres un estúpido, he estado aquí por tres horas siguiéndote en esta pend…!- Le gritaba pero me vi interrumpida al escuchar la puerta abrirse de golpe.

Mi corazón paró por un momento y me petrifique del temor absoluto que me recorría el cuerpo. Me salieron unas lágrimas al pensar que mi vida había llegado a un fin. André temblaba, parecía nervioso.

Hubo un silencio absoluto. Miré a mi alrededor hasta que oí un grito: era de André mientras el muñeco encajaba el cuchillo en el estómago de mi amigo una y otra vez, la sangre salía a borbotones y salpicaba al muñeco, el suelo y a mí.

Corrí fuera del sótano lo más rápido que pude y cerré la puerta. Me dirigí al baño de la planta baja y cerré la puerta con llave. Solo quería salir de esta pesadilla, no me quería meter en este juego macabro. Sentía furia y pena hacia André a la vez, miré mi reloj: 1:24 am.

Durante el tiempo que restaba me mantuve en movimiento por la casa escondiéndome temporalmente y cuidándome del muñeco enfurecido gracias a los sonidos, volví al sótano en una ocasión: André estaba tendido en el suelo, su intestino delgado extendido en forma de círculo.

-Yo terminaré con esto André, lo prometo- Le dije con lágrimas pasando por mi rostro.

Miré el reloj: 3:00 am.

Fui a la cocina con sigilo y tomé un cuchillo con sierra. Estaba sudando y me sentía nerviosa, tenía que acabar con esa monstruosidad, no podía esperar más.

-¡¿Dónde estás, hijo de puta? Aquí estoy, ¡ven por mí!- Grité con llanto y furia.

Tan rápido como terminé de decir esto, el trapo poseído se presentó por el pasillo, este corrió hacia mí. Sostuve el cuchillo en alto. Mi vida pasó por mis ojos en segundos. En un instante el muñeco cayó en el suelo deteniéndose de toda acción. Miré el reloj: 3:03 am. Me sentí aliviada y algo confundida, lo importante es que sobreviví al juego más mortal del mundo, estaba lista para volver a mi hogar.

El día siguiente volví a la casa que una vez fue un matadero, tomé el muñeco y con un encendedor lo quemé hasta que no quedó nada de ese maldito. Sentí que me había quitado un peso más de encima, no quería volver a oír nada del otro mundo en toda mi vida.

 Aguirron

— Via Creepypastas

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