El origen de Bloody Trick

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Soy Robin Cooper, un chico de 24 años con el cabello azul claro, de ojos grises con una vestimenta común; Una camiseta de tirantes blanca, tejanos negros y una bambas blancas y sencillas. Os voy a contar un secreto; En realidad soy una mujer pero fui operado hace pocos meses y ahora soy todo un hombre. Antes me llamaba Maika Cooper pero me lo cambié con ayuda de mi madre. Mi padre nunca aceptó este cambio, sólo me apoyó mi madre y mi hermana pequeña. También debo decir que nunca me gustaron mis ojos grises, los defino cómo asquerosos y feos. Mis amigos dicen que son hermosos y que nunca vieron algo igual pero yo no lo veía de aquella forma.

Vivo en un pueblo de Barcelona junto con mi padre y mi hermana pequeña de cinco años. Kristha tenía el cabello rubio y liso con unos ojos azules al igual que mi cabello, de vestimenta tenía un simple vestido de color rosa chicle el cual le llegaba por las rodillas. Mi madre se fue a Noruega con otro hombre ya que no soportaba a mi padre, siempre estaba en casinos apostando mucho dinero para luego dejarnos a todos sin comer y ni tampoco para pagar la luz y el gas de la pequeña casa. Desde aquel día, mi padre ya no iba a casinos, o eso pensé yo, ya que le vi a veces ir a escondidas con algo de dinero en sus bolsillos. A veces me cogía el dinero de mi tarro sin que me diera cuenta pero al final siempre le pillaba, sólo que no decía nada al respecto.

Días después mi padre me dijo que jugara al “Póker” con él, yo no le vi ningún problema así que acepte, por lo menos no había ninguna apuesta de algo en esto. Sacó las cartas y repartió cinco para cada uno mientras que mi hermana pequeña estaba sentado en un lado del sofá y mirándonos con curiosidad.

Mi padre tenía una manera muy diferente de jugar al “Póker”, nunca jugó al modo original. Se trataba de repartir cinco cartas para cada jugador y se permitía cambiar las cartas que quieres sólo dos veces. Lo demás era igual.

Cogí mis cartas y ni siquiera tenía una pareja pero tampoco me preocupé ya que esto era una partida amistosa, cambié tres cartas y en ese momento me dí cuenta de que ya tenía dos parejas, ¿Tan rápido? ¿Cómo es posible?

Miré cómo mi padre dejaba cuatro y al coger otras cuatro su cara se puso bastante seria, era aquella cara que siempre veíamos cuando él llegaba del casino. Miro a mi hermana y la veo escondida tras el sofá asustada, ella tuvo peor experiencia con nuestro padre cuando pasaba aquello.

De repente sonó un golpe en la mesa dónde estábamos jugando y me sobresalté de golpe.

_— ¡¿Quieres seguir?! —_Exclamó furioso tirando algunas cartas que habían en la mesa al suelo.—

Tragué saliva nervioso, tenía pánico en este momento. Si ya se pone así, ¿Cómo será si logro ganar?

Miro mis cartas y cambié tan sólo una, ahora tenía un trío. Estaba de suerte. Mi padre cambió una y al coger otra se empezó a reír bastante feliz.

— Por fin… Voy a ganar por una vez…

— Lancemos las cartas ya.—Dije asustado.—

Él mostró sus cartas y vi que tenía una pareja, estaba jodido… Mostré las mías y al ver que tenía un trío, mi padre tiró la mesa a un lado haciendo que Kristha, mi hermana pequeña, se asustara más y comenzara a llorar.

Mi padre fue a su dirección y la agarró del brazo con fuerza.

— ¡¿Por qué cojones lloras?! ¡¿Me tienes miedo?! —Tiró a Kristha al suelo haciendo que le sangrara la frente. —¡Por culpa de tus llantos y tus quejas sobre mí me ha dejado tu madre!

— ¡Eso no es verdad!—Defiendo a Khrista poniéndome en frente de ella.—¡Te dejó porque nos dejabas sin dinero por culpa de tus absurdas apuestas!

De repente me coge por el cuello de mi camisa y me alza hacia su cara mientras miraba mis ojos.

— Tú no te metas en dónde no te incumbe, Robin.—Me lanza hacia la pared haciendo que me diera un golpe fuerte en la nuca y desmayarme.—

No sé cuanto tiempo ha pasado pero despierto en el sótano de nuestra casa. Miro a los lados y vi a Kristha a mi lado, parecía inconsciente. Me acerco de forma rápida hacia ella y la intento despertar de una forma desesperada pero me llevé una sorpresa bastante cruel; Mi hermana yacía muerta con los ojos llenos de sangre. ¿Cuando ha pasado esto? ¿Y quién lo hizo?

La puerta del sótano se abrió dejando la luz entrar y allí estaba la figura de mi padre llena de sangre por su ropa. Por instinto me echo hacia atrás con algo de miedo. Al chocarme contra la pared mi padre ya estaba cerca de mí y me alzó hacia arriba agarrándome del cabello.

— Veo que has visto lo de tu hermana, se lo merecía por haber hecho que vuestra madre me abandonara.

— ¡Fue por culpa tuya, tantas apuestas y gastándote dinero! ¡Hasta has gastado el mío!—Exclamo ya muerto de miedo y recibo otro golpe contra la pared.—

— No… ¡No fue por mi culpa! ¡No te equivoques! ¡Fue por vuestras quejas!__¡Vosotros me arruinasteis la vida, transexual de mierda!

Me da varios golpes contra la pared haciendo que mi nuca comenzara a sangrar pero seguía raramente consciente. Me volvió a alzar quedando cara a cara y sacó una carta de detrás de su bolsillo del pantalón.

Era una “A” de Corazones.

— ¿Te acuerdas cuando dijiste que odiabas tus ojos grises? Pues creo que te lo puedo quitar pero sin operaciones ni anestesia…—Murmuró sonriente y acercó la carta hacia mí.—

Cada vez más la carta estaba bastante cerca y encima con el borde. De golpe noto como me la clava en el ojo derecho haciendo que agonizara de dolor y notando como la sangre iba cayendo por mi mejilla y manchando tanto su ropa como la mía. Estuvo clavandomela durante tres minutos con movimientos bruscos e hizo lo mismo con mi otro ojo.

Caí rendido al suelo con mucho dolor y lleno de sangre, no veía nada, todo era oscuridad. Sólo podía oír como mi padre se reía de una manera no cuerda. Seguidamente oí como se alejaban los pasos y la puerta se cerraba dando a entender de que se fue.

Con mi mano fui buscando el cuerpo de Kristha y al encontrarlo me acurruqué a su lado poniendo su cabeza en mi pecho. Me daban ganas de llorar pero no podía, ya no tenía ojos para hacerlo, quería gritar pero el miedo me frenaba.

— Kristha… Todo estará bien… Ahora descansas en paz y pronto yo también. Estaremos juntos y nadie nos va a separar en ese lugar.—Susurro con un dolor fuerte en mi pecho mientras que abrazaba su pequeño cuerpo y buscaba algo afilado con una mano.—

Mi mano alcanzó una botella de vidrio, lo supe por su textura, y la rompí en el suelo. Lleno de rabia y tristeza me clavé la punta en el corazón haciendo que me desangrara poco a poco hasta caer muerto. Por fin podría estar con mi hermana y nadie me apartaría de ella…

— ¿Estás seguro?

— Sí, Kristha, estoy completamente seguro… No podremos estar bien si no lo hacemos.

— Si lo hacemos, ¿Podremos descansar en paz?

— No lo sé pero hay que intentarlo.—Digo mientras me ajusto la máscara de mis ojos por la nuca.—Vamos ya.

Bajamos al salón con silencio absoluto y vemos a nuestro padre viendo la televisión, sonreímos mi hermana y yo a la vez y nos acercamos por detrás. Al estar tras su sillón le toqué el hombro con delicadeza y se sobresaltó.

— ¡¿Quiénes sois?!—Exclamó sorprendido y algo impactado.—

— ¿No nos recuerdas? —Pregunté con una sonrisa.—

— Somos tus hijos, papá. —Contestó Kristha con sus ojos llenos de sangre negra y roja.—

Kristha ahora ya no era rubia de ojos azules, ahora era de cabello negro con los ojos llenos de rabia y venganza. En cambio, yo, tenía de cambio sólo la máscara que cubre mis ojos; era negra con dos redondas con un palo entre el medio de estos y dibujado en él un “A” en la parte superior derecha, de ambos, y un corazón en la parte inferior izquierda.

— ¡Pero si habéis muerto! ¿Cómo es posible..?

— Estámos muertos, evidentemente.—Me acerco hacia él sin sacar la sonrisa de mi rostro.—Y dime… ¿Quieres hacer una apuesta? Será divertido, créeme.

Mi padre estuvo a punto de huir pero mi hermana lo detuvo con tan sólo un brazo.

_— Juega, papá. ¿No te encantaban las apuestas? —_Preguntó Kristha mirándole.—

— ¡No quiero jugar, dejadme!

Agarré a mi padre de los hombros y lo llevé por la fuerza hacia la mesa dónde habían cartas boca abajo.

— Te explico, señor padre, hay que encontrar la misma carta y emparejarlas. El que más parejas tenga ganará, es muy sencillo de jugar así que por eso es mejor apostar.—Explico mirando las cartas.—

— ¿Qué quieres apostar..?

— Si ganas serás libre pero si pierdes… Te cortaremos en pedazos con la sierra mecánica que hay encima de ti.—Sonrío y me río un poco.—

Mi padre mira hacia arriba y al ver aquello quiso huir de nuevo pero mi hermana y yo le sujetamos para wue no se moviera.

— Si tratas de huir morirás decapitado.

Sus pupilas se dilataron por miedo y se quedó inmóvil. Asintió con la cabeza y yo sonreí amablemente.

Él comenzó a elegir una carta pero no consiguió pareja, a continuación giro yo una carta y saco la otra pareja y dejo de mover.

— Tendrías que seguir jugando…—Dijo asustado y confuso.—

— Mejor sigue tú o esto será muy aburrido.—Cruzo los brazos mientras me concentro en las cartas.—

Y eso hizo, giró otra carta y obviamente no sacó la pareja. Giro otra y saco la pareja, en ese momento mi padre me sorprende de nuevo. Sin hacerle caso seguí concentrándome en las cartas.

El juego siguió así, él giraba una y otra vez y no sacaba la pareja pero yo sí. En ese momento mi padre reaccionó.

— ¡¿Cómo es posible que las encuentres todas?!

— Estrategia.—Contesté apartando la mirada de las cartas.—Soy listo en estos juegos.

— ¡Algo falla aquí!

Me giro hacia él con cara de confundido e inocente.

— ¿Qué está fallando exactamente?

— Es imposible que encuentres todas las parejas con tan sólo un movimiento… ¡Te las has memorizado!—Exclamó muy decidido.—

Mi hermana y yo nos miramos por un momento y nos comenzamos a reír a carcajadas, si estuviéramos vivos nos hubiéramos muerto de la risa literalmente. Al acabar el festival de las risas me dirijo hacía él con una sonrisa.

— Yo no memorizo nada, además de que las ha puesto hace poco, mi hermana, las cartas en la mesa. Ni siquiera las he visto anteriormente.

— ¡Mientes!—Agarra una carta cualquiera y se da cuenta de algo.—

En la parte trasera de la carta había una pequeña marca poco visible que sólo yo podía ver pero al parecer él ya la había visto en este momento. Me mira con furia y rabia y me agarra del cuello de la camisa.

— ¡Estás haciendo trampas! ¡Cada carta tiene un símbolo distinto y por eso sabes dónde está cada pareja de cada una!

— Veo que eres listo…

Me deshago de su agarre con tranquilidad y voy girando las cartas encontrando su pareja.

— ¿Sabes? No dije nada de que se pudiera hacer trampas o no, este es mi juego y mis normas. Tú también podrías haber hecho trampas pero no lo has hecho y eso me ha tranquilizado bastante…—Doy la vuelta a la última carta que era una “A” de corazones y le quito la carta que tenía él ya que era la misma.—-Has perdido y gano yo. Adiós, sucia rata.

De repente la sierra mecánica va bajando con rapidez y antes de que pudiera huir fue partido a cachos haciendo que nos salpicara la sangre en la ropa y en la cara. Al terminar vimos todos sus órganos por toda la casa y yo me comencé a reír bastante fuerte. Por fin hemos acabado con ese hombre pero… No podíamos descansar aún en paz, faltaba algo.

_— ¿Y ahora qué, Robin? —_Preguntó mi hermana con una sonrisa.—

— ¿Que te parece si seguimos haciendo esto pero con aquellas personas adictos a apostar cosas? Será divertido y cuando descubran que los hemos matado dejarán de alostar tanto y a jugar en casinos.

— Aquí al lado hay uno… Vamos a por ellos, hermano. —Comenzó a reírse de una manera bastante sádica que hasta me reí con ella de la misma forma.—

🙂

— Via Creepypastas

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