El niño de las canicas

Elías era el Hijo de Maira. Solía jugar a las canicas. Cada hora, cada minuto, rodaban las coloridas y redondas canicas.
-¡Nico! ¡Métete ahora a la casa!
-Pero mamá…
-¡Sin peros jovencito! ¿No ves que va a llover?
-¡Mamá!
-¡Entra jovencito, malcriado!
-¡Si tan solo no fueras mi madre! ¡Desearía que no lo hubieras sido nunca!
-¡Ya somos dos, sinvergüenza! ¡Ahora entra!
El niño, resignado, baja rápidamente las escaleras de su casa del árbol, con temor a las represalias, pero al dar una pisada en falso, cae de cabeza y muere en el acto.
-¡Elías! ¿Me escuchas? ¡Hijito, hijito mío! ¡Hijo, no mueras! ¡Te lo suplico! ¡Hijo! ¡Hijo!
Tres días después del funeral, la madre estaba empaquetando las cosas de su niño, embalando las cajas, cuando “aquello” sucede…
-Jajaja
-¿Quién está allí?
-Jaja
-¡Hijo! ¿Eres tú?
La madre empezó a llorar desconsoladamente, lanzando gritos desgarradores.
-¡Hijo! ¡Escúchame! ¡Ven con mamá, no te vayas! ¡Perdóname por no dejarte jugar con tus canicas!
Y he aquí que escuchó por tercera vez esa risa hueca, fría… Jamás la había oído.
-¡Dios santo! ¡Tú! ¡Tú! ¿Por qué mataste a mi hijo, a mi hijo?
Enfurecida, se precipita fuera de la pintada casita del árbol, con tal desgracia que resbala al tropezar con las canicas vítreas. Golpea fuertemente el suelo su cráneo indefenso y muere.
Alertados los vecinos por los gritos pavorosos de las mujer, llamaron a la policía que inspeccionó el hogar. Cuando accedieron al patio les pareció oír unos susurros:
-El niño de las canicas, el niño de las canicas…
— Via Creepypastas