El Hotel De La Carretera

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

__El hecho de vivir sola me hacía sentirme genial e independiente, hacia casi dos semanas que me había ido de mi casa ansiosa por empezar mi propia vida e ir en busca de mis mejores anhelos. Realmente estaba harta de aquel lugar donde viví durante tanto tiempo, era un pueblo pequeño, lleno de gente detestable y sin futuro. Sabía que yo no pertenecía ahí, que merecía mucho más que pasar toda mi vida en ese lugar y terminar siendo igual de mediocre y frustrada que todos en ese lugar. Deseaba tanto tener libertad para todo: al fin podría tener un novio, conocer más personas y divertirme todo el tiempo sin tener que ser reprendida por cualquier cosa. Bueno, esa era mi idea los primeros días. Pero tuve que enfrentarme a la realidad de las cosas.

Ya se me estaba acabando el dinero de mis ahorros y aun no tenía para pagar el departamento barato que había conseguido, no tenía nada de comida y el lugar estaba tan descuidado… solo imaginar las caras de mis nuevos amigos y el lugar estaba tan descuidado… solo imaginar las caras de mis nuevos amigos al ver mi “hogar” me hacía entrar en pánico, tenía que hacer arreglos a ese repugnante lugar para que se viera decente.

Al principio pensé en pedirle dinero a mi mama pero sabía que se negaría, igual que mis viejas amigas, que seguro me ignorarían después de haberlas abandonado e irme a otra ciudad. No tenia idea de que hacer y aunque habían muchas posibilidades mi mente decidí ignorarlas, ya habría otra manera de conseguir dinero.

Sin embargo la idea más horrible se pasó por mi mente casi inconscientemente: Debía de trabajar. Para mi la idea era muy difícil de asimila, pues aunque crecí en una familia de clase media baja nunca tuve la necesidad de trabajar. Quiero decir que, al nunca haber trabajado no tenía la más remota idea de que hacer, pero la necesidad me estaba matando.

No había comido en dos días y el apartamento en verdad me daba asco. Sali a la ciudad a buscar trabajo con las esperanza de encontrar algo fácil y apto para mis pocas habilidades. Fui a todos lados, mas nadie quería a una chica que ni siquiera había terminado la preparatoria. entendí lo estúpida que había sido al tomar la decisión de irme sin ni siquiera terminar de estudiar, además todos los chicos y chicas con quienes me llevaba estaban en la universidad o ya se habían graduado, tenían trabajos geniales y muy bien pagados, lo que yo tanto deseaba.

Yo era la única que ni siquiera había terminado de estudiar. Me sentí pésima e inútil al ver que no podía conseguir dinero de ningún modo, ni siquiera pidiendo limosna y otras cosas cuestionables, además no quería arriesgarme a que alguno de mis nuevos amigos me viera en esa condición tan ta miserable. Camine por las calles desolada, esperando de algún modo encontrar todo lo que estaba buscando, sentí ganas de llorar y solo quería conseguir un poco de comida o algo parecido, siquiera para eso.

Mis grandes deseos se estaban frustrando muy pronto. Estaba tan sumida en mi preocupaciones que de tanto caminar me no me di cuenta de que estaba saliendo de la ciudad. Después de caminar un buen rato mire a todos lados: estaba caminando a la orilla de la carretera, solo veía autos pasar, mientras pensaba cómo hacer para regresar a casa, mi verdadera casa.

Mi mama seguro me restregaría mi error hasta cansarse. Eso era lo suficiente para quitarme la idea de volver. Me senté en el pasto y solté a sollozar en silencío, sentía la brisa del marque estaba al otro extremo de la ciudad, a donde había ido a divertirme con mis amigos los primeros días. Me sentía terrible:

¿Cómo pude haber sido tan idiota e irresponsable para tomar una decisión como esa?

Ahora estaba pagando las consecuencias. Sin más que hacer me levante y seguí caminando, ya había oscurecido y ahora lo único que deseaba era conseguir un lugar donde quedarme. Sin nada que hacer, llore desconsoladamente: por querer cumplir mis sueños superficiales estaba pagando consecuencias muy caras. Ya no sabía dónde estaba.

Quizá a kilómetros de la ciudad. Mire mi reloj: 11 de la noche. Jamás había estado sola a esas horas de la noche y menos en un lugar alejado. Sentí miedo, las carreteras, y más en la noche no me daban confianza. Sin embargo cuando voltee a ver al otro extremo de la carretera pude distinguir vagamente un hotel de paso a unos 100 metros, respire aliviada, aunque no tenía porque, eso solo significaba que realmente estaba alejada de la ciudad, pero quizá en el hotel conseguiría un lugar donde quedarme y con suerte, trabajo.

Alcance a distinguirlo más: Se veía muy viejo y descuidado, parecía no haber sido pintado en muchos años y era realmente pequeño. Me sentí incomoda al mirarlo. Sin más decidí entrar a la recepción: Ahí, sentado y fumando estaba un tipo de unos 25 años, se veía extraño y guapo, a mi gusto. El lugar estaba en silencio. Me acerque y le pedí un cuarto “Son 20 dólares” dijo con una cara que me asusto “No tengo dinero” respondí, “pero si quieres puedo pagarlo con trabajo” En su rostros se formó una sonrisa misteriosa que me congelo los huesos. “Limpia las habitaciones y podrás quedarte” Dijo sin mirarme., después fue a la bodega y me entrego un mechudo y una cubeta con agua.

A pesar de no saber nada de limpieza y labores del hogar me las tuve que arreglar para limpiar la recepción: Ese lugar realmente apestaba, además hacia ceniza en las orillas “Así son estos lugares” pensé molesta mientras fregaba el repugnante piso, lleno de muchos residuos asquerosos, típico, supongo de esos lugares de mala muerte. A pesar de que no soy muy limpia con mi habitación tampoco soportaba tanta suciedad.

A pesar de eso pude hacerlo y el chico me dio las llaves de las habitaciones que tenía que limpiar. Tuve un mal presentimiento de todo esto, no sabía el por que, quizá fue por el olor que desprendida la habitación a la que estaba por entrar. Abrí la puerta: estaba totalmente a oscuras y un olor extraño y repugnante invadía el cuarto. Maldecí mi miedo a la oscuridad y busque el interruptor, lo que vi me hizo estar a punto de gritar: En la cama estaba una mujer atada muerta semidesnuda, muerta y con rastros de mordidas en el torso, estaba completamente cubierta de sangre y en el piso habían pedazos de su carne por todos lados.

Trate de controlarme, quizá algún loco había llevado a una chica al hotel y aprovechando que estaba en un lugar alejado la asesino.

¿Pero y el chico de la recepción?

¿Acaso no había escuchado nada?

Pensé en avisar al chico para que diera parte a la policía pero no sabía si era lo mejor. Pensé en dejarlo para después y continúe limpiando las demás habitaciones. Por suerte en ninguna de las otras habitaciones había algún cuerpo o algo. Pero tenían restos de sangre en el piso, sangre seca, para ser exacta. Volví a la habitación donde había visto a la chica mas ya no estaba.

Solo estaban las ataduras y en el piso se veían manchas continuas de sangre fresca. Corrí a la recepción, el chico de la recepción no estaba y las manchas de sangre salían hasta afuera. Preferí no saber más de lo que estaba pasando y sentí miedo y espere a que llegara el tipo. Después de una hora apareció. No tenía ninguna mancha de sangre y estaba completamente limpio, pero sabía que el la había matado. Se me quedo mirando fijamente y me ordeno que me pusiera a limpiar el piso. Asentí y comencé a hacerlo, quizá por el miedo que sentía. Mas no pude evitar preguntarle si el la había matado. Solo me respondió que siguiera limpiado y que esta noche seguró tendría mucho trabajo. Entendí lo que hacía.

Me estremeció en el momento, pero no le tome importancia. Sabía que de algún modo el me pagaría y lo que mas necesitaba era dinero. ¡No podía dar una mala impresión a mis amigos! Ni dejar que la frustración de no poder vivir mis sueños me controlara. Tome el mechado y comencé a fregar el piso. En eso dos adolescentes entraron despreocupados y sonrientes al hotel. El chico de la recepción sonrió y yo también lo hice.

— Via Creepypastas

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