El cuarto de la vecindad

Asesinos del Zodiaco
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Poco a poco las vecindades han ido desapareciendo, sobre todo en las grandes ciudades debido al proceso de urbanización que estas han experimentado durante las últimas décadas. Sin embargo, el cuento de terror que estoy a punto de relatarles sucedió no hace mucho en uno de esos barrios pintorescos de la localidad donde habito.

Josué no podía pagar una renta demasiado elevada, ya que no contaba con el dinero suficiente para hacerlo y además con la cantidad sobrante, poder mantener a su familia.

Diariamente recorría las calles de su rumbo para ver si alguna vivienda económica se había desocupado. Así pasaron varios meses hasta que encontró un anuncio en el periódico que decía:

“Se renta cuarto ubicado en la vecindad San jerónimo. $350 mensuales, informes al teléfono…”

Sin lugar a dudas era la oportunidad que Josué estaba esperando. No obstante, pronto su ánimo decayó al notar que el diario en donde había visto ese clasificado tenía fecha del mes anterior.

De todas formas, llamó al teléfono, pues no tenía nada que perder. Para su sorpresa el cuarto todavía estaba disponible. Posteriormente hizo una cita con el dueño y aprovechó para preguntarle cuál era la razón de pedir tampoco dinero por la vivienda.

A lo que el arrendador respondió:

– El motivo es simple, el cuarto se encuentra junto a una casa embrujada. No se crea, es una broma. Bueno, vayamos al grano ¿le interesa o no?

– Sí, ¿tengo que dar un depósito?

– No hace falta, creo que usted es una persona de fiar.

Esa misma noche Josué y su familia ya estaban instalados en su nuevo hogar. El cuarto estaba impecable; las paredes recién pintadas, el piso nuevo y las ventanas relucientes. Al poco rato todos se fueron a dormir, pues el traslado los había agotado.

Un portazo despertó a Josué, quien sobresaltado brinco de la cama pensando que algún rufián se había metido su domicilio.

– ¡No salgas de aquí mujer, cuida a los niños, iré a investigar.

Inspeccionó minuciosamente y no encontró nada. Sin embargo, observó como de la vivienda de junto (la embrujada) se podían ver las luces encendidas.

Fue hacia ella y la puerta estaba abierta.

– ¿Quién está ahí? Exclamó con voz intimidante.

Ésas fueron las últimas palabras de Josué. A la mañana siguiente encontraron su cuerpo al pie de las escaleras. Despedía un olor nauseabundo, pues le habían arrancado toda la piel.

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