El Cuadro

Luz era una aficionada de los mercados informales, buscaba a diario un lugar a donde ir, así fuera muy lejano, para hurgar entre las mesas de artículos usados, buscando cosas que rayaran en lo extraño, tenía el cuarto repleto de objetos que la mayoría no tendríamos en casa, aquel día para sorpresa de su familia, llegó tan solo con un cuadro , muy hermoso en verdad, un par de jovencitas, en una pequeña granja familiar, sacando agua del rio, con una bello cabaña detrás y a lo lejos un hermoso paisaje.
A su familia le gustó mucho así que lo colocaron en el salón principal de la casa. Estaban todos platicando cuando el más pequeño de los hermanos se echo a llorar apuntando para el cuadro, con extrañeza todos voltearon, sin notar nada fuera de lo común, siguieron platicando e ignoraron al niño que grito más de tres veces.
Ya entrada la noche, Luz se levantó por agua, cruzó por el salón a oscuras hasta llegar a la cocina, desde ahí podía observarse el cuadro, el cual le producía mucha tranquilidad, se quedó mirándolo fijamente, cuando de pronto, las chicas de la pintura, voltearon la cabeza de prisa hacia ella, con una expresión de espanto, echaron a correr, ante los ojos incrédulos de Luz, el paisaje se tornaba distinto, oscurecía, y las jóvenes le pedían ayuda, Luz no lo dudo y corrió hasta el cuadro, se puso enfrente intentando hablar con ellas, pero las dos se rieron, sacaron un par de cuchillos y le cortaron el cuello, pudo verse entonces, que una sombra se acercaba desde la cabaña en el fondo, hasta que estuvo tan cerca, para sacar sus manos, y llevarse a la joven hacia adentro.
Al siguiente día su familia solo pudo ver la mancha de sangre en el salón, pero sin rastros de Luz, la buscaron por varios días, sin esperanza ya. Su hermana se sentó a observar el cuadro, pudo ver con asombro el cuerpo de luz flotando en el rio, las chicas de la pintura levantaron el rostro pidiéndole ayuda, a diferencia de Luz ella si se asustó y corrió de prisa a avisar a sus padres, los cuales por supuesto no creyeron nada, en su intento desesperado por deshacerse de la pintura, esperó la noche, la cubrió con una toalla y la descolgó de su lugar, pero antes de que pudiera ponerlo en el piso, un enorme cuchillo le atravesó el vientre, regando sus entrañas sobre el cuadro, y jalando sus viseras la llevaron adentro de la pintura también.
El padre asustado por el ruido que hizo el cuerpo al caer, se levantó con bate en mano, en medio de la oscuridad se tropezó con la pintura, encendió la luz, y vio la toalla manchada de sangre en el suelo, cuando la recogió, notó con espanto que su hija era jalada por el sendero hasta la cabaña, gritaba y gritaba por la desesperación, despertando a todos los demás en la casa, uno a uno solo pudieron observar con horror como si se tratara de una película, que un hombre grande y corpulento cortaba a la joven en pedazos para ofrecerla a las dos jóvenes que la comían con gusto.
Trataron de quemar el cuadro, pero siempre aparecía al día siguiente, colgado en el salón, veían a los habitantes de la pintura moverse, como si fuera algo normal, sacaban sus manos e intentaban atraparlos, en ciertas ocasiones habían sido alcanzados por el temible cuchillo por olvidar que deberían guardar distancia.
Así que la familia, decidió, tener un invitado a cenar, cada fin de mes y sentarlo bajo el cuadro… para que lo tomaran a él y no a alguien de la familia.
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