El arte de Jacob Emory

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Por aquellos tiempos no era más que un chiquillo de 10 años de edad, había nacido y crecido en un pequeño pueblito. No era agradable, ya que, en ese entonces, tenía una cierta peculiaridad que a la gente no le agradaba; Jacob era un devorador de libros, cuando los demás niños jugaban o estaban platicando, Jacob simplemente estaba sentado leyendo un libro. Pero esta característica no era aquello que era desagradable para los demás, sino que Jacob era una enciclopedia viviente en cuanto a ocultismo se refiere, de hecho él sabía más aún que la propia gitana del pueblo.

Pero como siempre le ocurre a una persona de gran potencial nacida en un pueblo pequeño, este le queda pequeño para sus pretensiones, así que ni tarde ni temprano hizo sus maletas y se fue, durante 7 años, por lo que nadie tuvo noticias sobre Jacob.

Durante el transcurso de este periodo, él ya se había convertido en un adolescente. Mientras que yo tenía mi propia pandilla, era un chico atento, un buen muchacho. Un día, iba a la cafetería del pueblo acompañado de mi pandilla y amigos. Ahí encontramos a alguien que nos resultó demasiado familiar.

Y entonces ahí estaba, Jacob. No lo podía creer. Quien ya a sus 17 años era totalmente diferente a como los demás lo conocíamos, todos nos sorprendimos porque su aspecto personal estaba un poco descuidado, y su actitud era un poco más burlona.

Jacob sentado en la silla, hizo una seña con la mano y pidió a aquel joven que se acercara, los chicos se le acercaron y los saludaron, este solo se limitó a decirles:

-¿Quieren ver algo impresionante?

Los chicos le respondieron:

-¡Sí, claro queremos ver!

–Necesito una hoja de papel- Dijo Jacob.

Los chicos empezaron a tirar carcajadas sarcásticas, uno de ellos agarró una servilleta y se la arrojó a Jacob y le dijo en un tono grosero:

–Ahí tienes, confórmate con esto-

Jacob sacó de su abrigo un lápiz y comenzó a dibujar una figura humana (Jacob no era un artista, pero era un dibujante bastante bueno), mientras estos chicos soltabanun montón de comentarios sarcásticos. Pero entonces, aquellas risas burlonas se callaron y las expresiones de los rostros de aquellos chicos se convirtieron en expresiones de terror, pues aquel dibujo cobró vida y comenzó a moverse en la servilleta.

Minutos más tarde, la pequeña audiencia de aquella cafetería se convirtió en una muchedumbre, aquello era un alboroto total. Jacob empezó a dibujar perros y gatos, y estos comenzaron a moverse. Jacob tenía una gran idea en mente, así que mandó a pedir una carpa con muros blancos y al interior de esta se cobraba una entrada para que la gente pasara a admirar el espectáculo.

Jacob vestido de cirquero le gritaba a la gente:

-¡¿Qué quieren que dibuje?!-

–Dibuja una locomotora- Dijeron algunos.

-Dibuja un dragón- Dijeron otros.

Jacob haciendo caso a las peticiones de la gente, dibujaba lo que le pedía; Jacob sabía que el lápiz no le duraría para siempre, pero él le sacaba provecho hasta el momento.

Un día las peticiones de la gente se volvieron un poco más pasadas de tono:

-Dibuja un monstruo.

-Dibuja una mujer desnuda.

Y como era de esperarse, Jacob no se opuso a ninguna petición, pero el no negarse a una de estas le costó todo.

Un chico, que hace ya mucho rato estaba gritando:

–¡¡¡¡Jacob, Jacob!!!!-

Jacob ya muy fatigado y muy cansado le responde en un tono similar al de una persona cuando la despiertan:

-¿Qué quieres?

-Jacob, dibújate a ti mismo- Dijo el joven.

Jacob quedó sorprendido, nunca nadie le había hecho una petición así, Jacob inocentemente pensó que no habría problema alguno. Pero esto seria un grave error. Así que Jacob comenzó a dibujarse en el muro, el mismo abrigo, el mismo peinado y complexión similar, etc.

Cuando Jacob terminó de pintar su autorretrato en el muro blanco, los demás dibujos dejaron de caminar, los minutos transcurrieron parecían horas, y aquel silencio helaba la sangre. Cuando el Jacob dibujado tomó vida, de su abrigo sacó un lápiz (una versión del lápiz “mágico” de Jacob).

Comenzó a dibujar una línea recta de abajo hacia arriba muy larga, luego de izquierda a derecha, luego de arriba a abajo. El Jacob falso estaba dibujando una puerta, Jacob estaba atemorizado porque él sabía lo que pasaba, mientras que el público estaba anonadado con el espectáculo; “Aún recuerdo ese momento” por el cuál hasta el día de hoy, se arrepintió por toda su vida.

El Jacob falso abrió la puerta, y los dibujos tuvieron acceso a él, entonces, dieron comienzo a una masacre total. Uno de los monstruos tenía la garra en la mandíbula de Jacob y tiraba de ella hacia abajo, otro tenía su garra en el otro extremo de la boca e igualmente tiraba de ella pero hacia arriba, incluso uno de los monstruos tenía las pezuñas en sus ojos, lo estaban desgarrando.

El público corrió espantado, todo se vino abajo, esa fue la última vez que todos vieron a Jacob Emory vivo.

Días después de la masacre, la gente que pasaba por ahí enfrente comenzó a notar que algo había sido escrito en la pared, decía: “Jacob Emory recibió lo que merecía”

— Via Creepypastas

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