Dame la mano, querido
─¿Papá?
La figura en la oscuridad no me respondió. Había despertado recientemente de una pesadilla con mechas de cabello mojado y trozos de dedos mustios.
─Papá, ¿qué hacías en mi cuarto ayer por la noche?
─¿Pero de qué me hablas?
“Qué raro…” pensé. Me fui a mi cuarto a descansar. Me acosté en mi cama y tomé un libro. Leí y leí hasta que se dieron las 6:25. Como amo profundamente la noche y la oscuridad, marché al bosque nuevamente, como hacía cada noche.
Me encontré con un nuevo camino, inexplorado por mí, siguiéndolo hasta llegar a un campo cubierto de losas de cemento a punto de romperse y trazados de líneas de sangre.
Todo se mantuvo callado, pero el suelo empezó a temblar, dejándome caer en una de las lápidas. Esta se rompió finalmente. Forcé mis ojos a cerrarse. Sentí que algo se acercaba, más y más. Abrí los ojos cuando sentí que el dolor aumentaba, entonces vi a una niña de 13 años, pelo castaño, vestido blanco con manchas de lodo. Sus manos estaban cubiertas de sangre, no tenía ojos y tenía cortadas en la cara.
─Levántate de mi lápida, estúpido.
Sus palabras me dejaron perplejo. Me levanté lo más rápido que pude, aguantando el dolor. La niña se arrodilló frente a mí.
-Ven conmigo, vamos a jugar.
Corrí lo más pronto posible hacia mi casa en donde me encerré. Un jaleo de perros me perseguía, como una jauría furiosa. Mi padre está ausente y la luz ha desaparecido. Algo escribe en la superficie de la ventana de mi habitación, mientras busco un escondite… Espera, ¿eso es sangre?
“Dame la mano, querido.”
— Via Creepypastas