Vailly Evans – te veo

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Vailly Evans era una chica de 15 años, responsable, estudiosa y agradable con los demás. Una chica con ganas de vivir una vida larga y con muchos sueños que cumplir.

Era muy hermosa, tenía un pelo muy oscuro largo y ondulado que le llegaba por toda la espalda y una piel blanca de porcelana, pero lo que más llamaba la atención en su aspecto eran sus ojos. Tenía heterocromía, y sus ojos eran cada uno de distinto color. Su ojo derecho era de un marrón muy oscuro, casi negro, mientras que el izquierdo era de un azul muy claro, este cuando era de día y el sol le daba en la cara parecía diamante. Todas las personas que la conocían por primera vez les era inevitable quedarse sorprendidos o embobados por tales ojos.

Como cada día, Vailly se despertó con ganas de empezar un nuevo día. Se puso su uniforme escolar, desayunó sus tostadas con mermelada con un vaso de leche y se dirigió hacia su Instituto. Allí estaban sus amigas en la puerta esperándola, se acercó a ellas dándolas los buenos días enérgicamente. Tocaban las asignaturas mas aburridas a las primeras horas y aún así Vailly siempre se mostraba atenta en clase, solía ayudar a los compañeros y amigos con dificultades, o los animaba cuando los veía tristes, ella sin duda era un encanto de persona.

Llegó la hora del recreo, y se reunió con sus amigos. Vailly llevaba unos días prestando atención durante el recreo a un chico nuevo que hace como una o dos semanas llegó al Instituto, siempre se sentaba solo en un banco. Ella pensó que quizás era tímido y le costaba hacer amistades así que decidió acercarse a él para conocerle.

  • Ahora vengo… voy a hablar con ese chico. – dijo a su grupo de amigas.

  • ¿Ese chico? Es nuevo… parece un poco raro… yo no me acercaría a él. – dijo una de sus amigas.

  • Vamos, ¡no digas tonterías! Seguro que es un buen chico.

Vailly se alejó de sus amigas y se acercó al banco donde estaba sentado el chico mirando al suelo.

  • ¡Hola! – le dijo Vailly con una dulce voz.

El chico, sobre saltado alzó su cabeza para mirarla, y por un momento se quedó callado hasta que logró corresponder débilmente el saludo a la joven.

  • Ho… hola…

  • Perdón que te salude así de repente… es que noté que llegaste aquí hace unos pocos días y quería presentarme… ¡me llamo Vailly! ¿Y tú eres?…

  • Me llamo… Da… David…

  • ¡Encantada David! – ella ofreció su mano para estrechársela amigablemente y él acercando la mano a la suya lentamente se la estrecho con suavidad.

  • Encantado también… Vailly…

  • Debe ser algo duro venir a un Instituto nuevo sin conocer a nadie… ¡Pero seguro que pronto te adaptarás y harás un montón de amigos!

  • S-Sí…

Sonó el timbre del Instituto, y los alumnos empezaron a moverse para dirigirse a sus aulas.

  • Bueno… se acabó el recreo… ¡ha sido un placer David! ya hablaremos más otro día. ¡Si necesitas ayuda o algo no dudes en avisarme! ¡Seguro que seremos buenos amigos!

Ella se alejó volviendo con su grupo de amigas para dirigirse a clase mientras agitaba el brazo despidiéndose de él, y él la miraba como la chica se iba alejando.

Desde ese día, Vailly siempre iba a saludar a David en los recreos y hablaba un rato con él.

El chico no era muy hablador, casi siempre Vailly era quien le contaba cosas y él se quedaba simplemente mirándola. De momento ella era su única amiga, no parecía relacionarse mucho con otros alumnos. Después de un duro día, Vailly se fue a dormir temprano pues estaba totalmente agotada de estudiar, y durmió del tirón. Ella solía dormir profundamente, y rara vez se despertaba en medio de la noche… pero… esa noche, se despertó, con una extraña sensación de que alguien la estaba observando. Miró su despertador y eran como las 3 y media de la madrugada. Se levantó y fue hacia su ventana para abrirla y asomarse por el balcón, que daba hacía el jardín trasero de la casa. Ella miró todo el jardín, sin ver nada extraño.

Habrá sido solo un sueño…” Pensó.

Cerró la cortina de la ventana y volvió a su cama quedando profundamente dormida de nuevo.

Al día siguiente, Vailly fue a saludar a David en el recreo como siempre, en el banco donde solía sentarse, pero extrañamente ese día no estaba ahí. Parece ser que había faltado a clase, ella se preguntaba que podría haberle pasado.

Después de salir de clase Vailly recibió una llamada a su móvil, era de David.

  • Vailly… siento no haber ido hoy… no me encuentro muy bien… – su voz sonaba algo cansada.

  • ¿Qué te ocurre? – preguntó preocupada.

  • Nada… simplemente estoy algo enfermo… po… podrías… venir a verme… eso me alegraría.

  • ¡Claro que sí! ¿A que hora voy?

  • ¿Podrías venir esta noche?

  • Mmm… no suelo ir a sitios por la noche… pero… ¡lo que sea por un amigo!

  • Per… perfecto…

A las 9 ella se vistió con un jersey gris a rayas, era una de sus prendas favoritas, se puso una falda azul, de calzado unas zapatillas tipo converse de color gris y unos calcetines blancos. Cogió una bolsa con comida preparada por ella, pensó que eso también le podría animar y mejorarse. Salió y se dirigió a casa de David. Tuvo que coger un bus pues su casa estaba un poco lejos de donde vivía ella. Finalmente llegó y llamó a la puerta, esperó un rato hasta que él abrió la puerta. Se le veía con cara muy cansada y se le notaban mucho las ojeras.

  • Oh… pobre, tienes muy mala cara… es como si hubieses dormido poco…

  • La verdad es que sí… estoy bastante enfermo. – él sonrió débilmente y la invitó a pasar.

  • ¿No están tus padres aquí? – dijo mientras observaba su alrededor.

  • No… ellos ahora están en el trabajo.

Se sentaron los dos en la cocina, y Vailly le ofreció la comida preparada que había traído. David le dio las gracias, pero no tenía mucha hambre en ese momento. Empezaron a charlar, y como siempre Vailly era la que más hablaba y él se quedaba mirándola a los ojos. A veces ella se preguntaba si realmente la escuchaba o simplemente la miraba.

Vailly miró la hora, ya eran las 11, se entretuvo mucho hablando y se le hizo tarde.

  • ¡Oh Dios mío, que tarde es! ¡Mis padres me van a matar! ¡Tengo que irme! – se levantó rápidamente, y entonces de repente David agarró su brazo bruscamente deteniéndola.

  • No… no quiero que te vayas…

  • Pe-pero… David… no puedo quedarme, es muy tarde… lo siento… tengo que…

  • ¡He dicho que te quedes! – dijo gritando de forma agresiva, impidiendo que ella terminara de hablar y asustándola.

  • Es-está bien… – dijo ella con la voz temblorosa, volviéndose a sentar en la silla lentamente aún sorprendida y asustada por su grito.

  • Voy a preparar un café. – él se levantó, para preparar el café.

Vailly estaba asustada, quería irse, pero le daba miedo que David le volviera a gritar… le empezó a temblar las piernas, no sabía qué hacer en ese momento, miraba todo a su alrededor intentando encontrar alguna forma de escapar.

Terminó de hacerse el café, David se puso su taza sobre la mesa, y dejó otra en frente de Vailly.

  • Bébete el café, lo hice para ti. Está delicioso. – le dijo de forma como educada pero a la vez ordenándola.

Ella asintió, y con la mano temblorosa cogió el café y empezó a beber. Rogaba en su mente porque algo o alguien la salvara y pudiera irse con sus padres y estar tranquilamente en su casa a salvo, lejos de él.

  • ¿Qué te pasa? ¿No me cuentas ya nada? – dijo mirándola fijamente a los ojos.

  • N-No… no se que contarte… – cada vez Vailly se sentía más incómoda.

  • Pues… sabes que no suelo hablar mucho pero… quiero decirte algo.

Ella se quedó mirándole mientras seguía temblando por el miedo y la incomodidad.

  • Desde ese día… desde ese día que viniste hacía a mí a saludarme… y vi tu rostro… esa sonrisa… esos ojos… sobre todo tu ojos izquierdo, el azul claro… es mi favorito… no puedo dejar de pensar en él… siempre tengo ganas de mirarte… cada día que ibas a verme, tenía más y más ganas de verte cada vez que no estabas… no podía estar ni un minuto sin mirar tu angelical rostro… llegué hasta el punto de ir hasta tu casa, escalar hasta tu balcón… y estar allí observándote, horas y horas… pero entonces tú te despertaste y cerraste la maldita cortina… y ya no podía verte… y necesitaba verte…

Vailly no sabía que decir, estaba muy asustada, empezó a llorar, rogando que la dejará marcharse. De repente ella empezó a dormirse poco a poco, hasta quedar su cabeza sobre la mesa, totalmente dormida, debido a los somníferos que David había puesto en su café.

Al cabo de un rato empezó a abrir los ojos lentamente, al principio veía borroso y notaba la presión de unas cuerdas que la mantenían atada a una silla y la cinta aislante de su boca que la impedía hablar. Tardó un rato hasta ver con claridad. Lo primero que vio fue a David, que estaba sentado frente a ella sobre una cama, la habitación parecía ser su cuarto. Lo que más espantó a la joven fue cuando se dio cuenta del brillo del cuchillo que él sostenía.

  • Como te estaba diciendo antes de que te durmieras… estoy enamorado de tu rostro… quiero verlo para siempre… te vas a quedar conmigo para siempre… ¿verdad? – se acercó a la pobre chica y acarició su mejilla por la que caían lágrimas que resbalaban sobre la mano de David.

  • Oh venga, no llores. Deberías estar feliz… como siempre haces… ¿es que no te gusta la idea de quedarte conmigo para siempre? Pensé que éramos amigos… y que siempre estarías para lo que necesitara… pues a ti a quien necesito… Vailly… quiero poder verte siempre… tu sonrisa… tu hermoso ojo azul…

La chica en un ataque ya de desesperación empezó a negar con la cabeza mientras lloraba y a retorcerse intentando liberarse de las cuerdas.

  • Veo que no te gusta la idea… entonces… sino puedo tenerte y verte para siempre… tendré que eliminarte. – dijo con una horrible sonrisa psicópata apuñalando el bello ojo izquierdo de la joven que a él tanto le gustaba… y ella simplemente se retorció de dolor entre gemidos pues la cinta de la boca le impedía gritar. La sangre de su ojo izquierdo que estaba siendo arrancado empezó a chorrear por toda su mejilla, y ella finalmente dejó de quejarse y de hacer algún movimiento, pues ya ni su corazón latía.

David tiró el ojo arrancado al suelo, y le dio un fuerte pisotón. Quitó la cinta aislante de su boca, desató el cuerpo de la joven sin vida y lo dejó apoyado contra la pared de la habitación.

  • Me voy a dormir Vailly, buenas noches, te quiero. – besó la frente del cadáver, apagó la luz y se fue a dormir, sin ningún remordimiento por lo que había hecho a una inocente joven.

David se despertó sobre las 3 y medía de la madrugada, le pareció oír un susurro. Miró un momento alrededor de la oscura habitación. Pensó que solo fue su imaginación, y volvió a intentar dormirse. Pero otra vez, escuchó el susurro, volvió a mirar y entonces vio una especie de pequeña lucecita azul entre la oscuridad, justo donde estaba el cadáver de Vailly.

Él encendió la luz y pudo ver a esa cosa que antes era una hermosa joven. La cuenca oscura y vacía del ojo izquierdo que había sido arrancado por él… brillaba en medio de ella un lucecita azul del mismo color que era su ojo, y de él chorreaba sangre. La boca de la chica que antes estaba inmóvil, empezó a sonreír lentamente de forma grotesca, cada vez más su sonrisa se agrandaba de oreja a oreja… mostrando unos deformes colmillos afilados.

David solamente se quedo mirándola totalmente horrorizado… y ella… entre su gran grotesca sonrisa… con una voz fría y aterradora que a cualquiera le helaría la sangre de la venas, dijo apenas:

Te veo

Autora: Nasuki100

— Via Creepypastas

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