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Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Un hombre, trabajaba como fotógrafo en una agencia de modelaje, se encargaba de fotografiar a las modelos mientras posaban.

Camino a casa, manejando su auto, observó a una mujer parada en medio de toda la carretera, esto hizo que el joven frenara repentinamente.

Indignado, se bajó del auto, cerrando la puerta con algo de dureza, dispuesto a dirigirse a la muchacha y reclamarle. No obstante, al verla de cerca se detuvo, alterado y sorprendido al darse cuenta que era su última ex novia.

— ¡Clarisa! ¿¡Qué haces parada aquí en medio de toda la vía!? ¿¡Acaso buscas que te atropellen!? — Zarandeando ligeramente a la joven por los hombros, preocupado le había gritado.

— Podrías…. — Un sonido muy seco y débil provino de los labios de la joven, — ¿Podrías llevarme a casa?

— Terminó la frase en un débil y dulce tono de voz muy bajo, mientras miraba hacía el suelo.

— ¡Claro! Pero no vuelvas a hacer una cosa así, me dio un buen susto. —

La joven que tenía por nombre: Clarisa, no parloteó ni dijo ninguna palabra. Lo siguió hasta el auto montándose en el asiento delantero, al lado del chofer.

Se encaminaron hasta su casa, en el recorrido el muchacho le hablaba pero ella no respondía, por supuesto él comenzó a pensar que aún estaría molesta por lo que le había hecho hace un año.

Así que minutos después decidió dejar la conversación y el resto del camino permaneció en silencio.

Por fin llegaron, Clarisa se bajó del auto, sin antes mirar al joven y decirle en un tono de voz muy suave y bajo:

— Siempre estaré contigo —

Aquello era lo que su ex novia siempre le decía cuando estaban de pareja.

El joven no dijo ni una palabra y luego observó a su ex alejarse, no terminó de ver que entraba a su casa porque ya él había arrancado.

A partir de ese día, sucesos inexplicables empezaron a acontecerle al joven, como el tener insomnio por hacerle difícil dormir en las noches, ruidos extraños se escuchaban en su casa, las cosas se caían, jarrones, tazas, platos de la cocina. De vez en cuando, los días que iba camino al trabajo, sentía los pasos de una persona, como si alguien le estuviera siguiendo, y comenzó a sentir un raro y fuerte dolor en el cuello.

Él pensó que estaba enfermo, así que se dirigió al médico, y mientras que esperaba a que el doctor le atendiera, se encontró con la tía de su ex novia Clarisa. Comenzando a entablar una conversación con ella.
— ¿Qué te trae por aquí, Joaquín? — Le interroga la señora.

— Vine porque últimamente me he sentido en mal estado, tengo muchos dolores de cuello y me he sentido muy mareado — Le responde, a medida que tanteaba su propio cuello haciendo una pequeña mueca en su expresión en señal de demostrar el dolor que sentía.

— Hay que mal… Bueno, espero que te mejores pronto. — Comenta la señora en señal de preocupación.

— Muchas gracias, yo también lo espero. Y a usted, ¿qué le trae por aquí? —

— He venido a visitar a mi padre, ya sabes, el abuelo de Clarisa, está hospitalizado, sufrió un accidente. —

— Que terrible. — Formula Joaquín ampliando sus ojos muy sorprendido, — No me imagino como debe estar Clarisa, ¿ella se encuentra bien? —

Ante la pregunta del joven, una expresión confundida se torna en el rostro de la señora.

— ¿No te has enterado? — Con un cierto tono de preocupación y confuso en su voz le preguntó al muchacho.

— ¿Enterado? ¿De qué? — Este devuelve otra pregunta, con la misma expresión de confusión.

La señora tomo las manos del joven y con sus ojos levemente cristalinos y con un tono de voz entrecortado le responde:

— Clarisa está muerta, ella falleció —

— ¿¡Q-Qué!? — Aquellas palabras resonaron en la mente del joven, bastante asustado sin poder comprenderlo. — Pero… ¿Cómo va a haber muerto? Si yo hace días la vi con mis propios ojos, y hasta hablé con ella. —

— Pues no sé a quién viste, pero esa persona no era ella. —

— No entiendo… ¿Hace cuánto que murió? — La voz del joven comenzaba a entrecortarse, y su mirada empezaba a aguarse un poco.

— Lleva fallecida desde agosto del año pasado, luego que ella y tú terminaron, ella se suicidó — La señora ya comenzaba a preocuparle la extraña y atemorizada expresión que emanaba el joven en su rostro.

En eso, vio que el muchacho salía del lugar sin dirigirle otra palabra, notando aquella expresión anonadada.

— ¿Joaquín? ¿Sucede algo? ¿Adónde vas? — La señora intentó detenerlo y preguntar más a fondo qué le pasaba pero este ya se había ido.

‘’Entonces… ¿quién era la mujer que entró a mi auto y la llevé a su casa?’’ Aquel pensamiento se interpuso en la mente del joven, bastante acomplejado y atemorizado.

Salió del hospital y regresó a su casa, no podía creer lo que la mujer le había dicho.

Cuando abrió la puerta y entró, pudo sentir un terrible escalofrío, su cuello le empezó a doler aún más. Acto seguido la puerta se cerró de golpe detrás de él, estaba de noche a oscuras, el miedo empezaba a consumirle a flor de piel, por supuesto que sentía que alguien estaba allí con él.

Tomó su cámara, y empezó a fotografiar los lugares de la casa, pero no aparecía nada en las fotos.

Llegó un momento que se hartó y tiró la cámara al suelo, ésta repentinamente se fotografió sola, y una foto salió de ella.

Con cautela el muchacho se agachó para ver la imagen, y anonadado, sin poder creer lo que había visto, se alteró.

En la foto aparecía una persona montada en el cuello del joven, era una mujer con cabello bastante largo, y a decir verdad, se parecía mucho a su ex novia… Era ella.

Era su ex quien estaba montada encima de él. Después de eso, el muchacho que tenía por nombre Joaquín, empezó a perder el control, se volvió loco y se mató tirándose desde un edificio.

La ex novia le había prometido que siempre estaría con él, y al parecer así fue. También, aquella había sido la razón de todos los dolores de cuello que acontecía el joven.

— Via Creepypastas

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