Luna… y Las Estrellas Capítulo 4 Celos e Intrigas

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

A la mañana siguiente, Felipe despertó abrazado a Constanza. Aunque durmió toda la noche, de igual modo se sentía cansado por haber llorado tanto el día anterior. No quería salir por temor a encontrarse con Katherine, pero su corazón se lo exigía.

  • No te puedes esconder todo el día… vas a tener que encararla – dijo Constanza.

  • Pero… ¿cómo le digo que tengo novia?… la voy a hacer pelota… con el tiempo que ha pasado – desganado dijo Felipe

  • Dile la verdad… mientras más rápido lo sepa y por tu boca, es mejor –

  • Tienes razón – Felipe se fue al baño a asearse un poco antes de salir a casa.

En otra parte de la antigua mansión Echegaray, Danilo subía a la habitación de invitados, donde Victoria dormía. Danilo cruzo la puerta y pudo verla allí, con su hermoso cabello castaño, su tez blanca interrumpida por un pómulo morado. Pero de igual forma, Danilo sentía que esa chica le arrebataba el corazón. Victoria tenía el camisón levantado y en vez de apreciar el hermoso cuerpo de la muchacha, solo se dedicó a observar los hematomas que la bestia de Juan le había dejado. Y se acordó de cuando vivía con su padre, quien hacía lo mismo con él y su hermana perdida.

Felipe atinó a salir de la mansión y buscar a Katherine y en su corazón se vivía una lucha entre el pasado y el presente. Caminó y caminó hasta que unos ojos lo encontraron…

  • Felipe… que bueno es verte –

  • Katherine… – un reflejo antiguo y algo oxidado lo llevo a abrazar a la chica y a soltar lágrimas – ¡estás viva! –

  • Claro que estoy viva… lo estoy… sobreviví al accidente –

  • Me dijeron que habías muerto, y todos… que fui el único sobreviviente –

  • Si… todos murieron… menos tú y yo –

  • ¿pero por qué cuando te fui a ver, tu madre me dijo que estabas muerta? –

  • Tuve problemas… muchos problemas… no podía ver a nadie –

  • No entiendo – confundido estaba Felipe.

  • Bueno lo que importa es que estamos juntos – dijo Katherine antes de intentar besar a Felipe.

  • No… espera… –

  • ¿qué pasa? –

  • Es que yo… yo… tengo… –

  • ¿Qué tienes? –

  • Tengo novia –

  • ¿Cómo? – molesta preguntó Katherine.

  • Eso… tengo novia… llevo casi un año con ella –

  • Pero… no me esperaste – Katherine se comenzaba a tornar de muchos colores

  • ¿pero cómo te iba a esperar? Me dijeron que moriste en ese accidente, yo solo seguí con mi vida tratando de tenerte en mi corazón –

  • ¡Estás de novio!… ¡tienes novia!… – las lágrimas de Katherine comenzaban a salir, pero su rostro no reflejaba pena sino que una ira incontrolada y una desesperación que comenzaba a asustar a Felipe. – ¡Felipe! ¡Dime que no es verdad! –

  • Lo siento, Katherine, pero podemos seguir siendo amigos… eres muy importante para mí –

  • ¡¿AMIGA?! ¡NO QUIERO SER TU AMIGA! – gritó fuertemente Katherine.

  • Katherine, cálmate –

  • ¡Escúchame! ¡tú eres mío! ¡no eres de nadie más! –

  • Katherine… no puedes poseerme –

  • ¡Cállate! ¡vas a ver! Vas a ser mío – Katherine se fue a casa y Felipe quedó estupefacto con la reacción de la muchacha.

Mientras tanto Danilo estaba sentado al lado de la cama de Victoria, quien recién comenzaba a despertar. Él la había cubierto con las mantas de la cama y acompañado hasta ese momento.

  • Buenos días – saludó Danilo.

  • Hola… –

  • ¿Cómo amaneciste? –

  • Bien… pero tengo que volver a mi casa – respondió Victoria.

  • Lo sé… ¿Cómo dormiste? –

  • Como antes de que llegara ese infeliz a mi casa, dormí como un bebé –

  • Oye… no quiero sonar obsceno ni nada por el estilo, pero al llegar aquí en la mañana, estabas descubierta y tu camisón estaba subido… no pude evitar darme cuenta que ese tipo te dio bien –

  • Danilo… ¡tengo miedo! ¡tengo miedo de que me haga algo más que golpearme! –

  • No te preocupes que mientras yo esté aquí, y mientras estés aquí nada te pasará – En eso Luna entró a la habitación.

  • ¿Interrumpo? –

  • No Luna, pasá… –

  • ¿Estás bien? –

  • Sí, pero el saber que tengo que volver a mi casa, me aterra –

  • ¿Por qué no denuncias a ese hombre? – preguntó Luna

  • ¡No! ¡no quiero tener problemas! –

  • Victoria… hazlo por ti, por tu mamá… mientras estés conmigo, nada te va a pasar –

  • Por el momento no quiero hacer nada –

Victoria se levantó y desayunó con Danilo y Luna, mientras que en la callecita paseaba Delfina y Camilo paseaban disfrutando de la agradable mañana que se abría en Costa Esperanza.

  • ¿Escuchaste el alboroto de anoche? – preguntó Delfina.

  • Si, no puedo creer que haya alguien capaz de golpear a una niña –

  • Mi madre lo hacía, ella me golpeaba, pero me escapé… –

  • No lo sabía… pero… ¿y tu papá? –

  • No lo conocí nunca, ahora lo único que tengo es el hogar, y ahora a ti – dijo Delfina tomando la mano de su novio.

  • ¿Sabes? El otro día mi papá me preguntó por ti, me preguntó si éramos novios –

  • ¿Y qué le dijiste? –

  • Y… bueno… le dije que sí, que eras mi novia, y que te re quería –

  • ¿y qué dijo él? –

  • Solo me dijo “hijo de tigre” y me abrazó – Delfina rió con Camilo.

Por otro lado, Luna emprendía su primera misión, conversar con la mamá de Victoria, quien estaba muy cegada por el enfermizo amor que sentía por Juan, la bestia.

  • Hola, buen día – saludó respetuosamente Luna.

  • Hola, ¿Quién sos vos? –

  • Me llamo Luna, trabajo en el Hogar de aquí en frente… he venido por un tema relacionado con Victoria –

  • ¿Vos sabes dónde está esa desfachatada? –

  • Si, vino conmigo… lo que pasa es que anoche llegó muy asustada al hogar… decía que su padrastro la había golpeado –

  • Mirá si la va a golpear, ella no sabe lo que dice… Juan no le haría daño a nadie –

  • Pero yo le vi las marcas, esta toda golpeada –

  • Mirá niñita, ¡deja de decir estupideces y andáte! –

  • Pero señora… yo… –

  • ¡Andáte! ¡y vos Victoria! ¡metéte a la casa! – la madre la tomó de un brazo y jaló a Victoria a la casa.

Luna quedó atónita por la reacción de la mamá de Victoria quien hiso oídos sordos a sus palabras.

Constanza caminaba por la calle con dirección al colegio cuando Katherine la encaró con mucha ira.

  • ¿tú eres Constanza? –

  • Si, ¿tu quién eres? –

  • Te quiero advertir… ¡aléjate de Felipe! ¡él es mío! –

  • Pero, ¿Quién eres? –

  • ¡Yo soy Katherine! ¡La novia de Felipe por derecho! ¡así que aléjate de él! ¡o la pasarás muy mal! – Katherine se fue caminando muy enojada, pero fue interceptada Por Natalia. – ¿Quién eres tú? – preguntó Katherine

  • Me llamo Natalia, vivo en el hogar con Constanza, yo te puedo ayudar a quedarte con Felipe –

  • ¿Qué quieres a cambio? –

  • Ver sufrir a Constanza es una gran recompensa – Katherine estrechó la mano de Natalia sonriendo maquiavélicamente, ahora la pesadilla para Constanza y Felipe recién comenzaba.

Fuente: http://escribeya.com/Historias/luna-y-las-estrellas-capitulo-4-celos-e-intrigas-301730

— Via Creepypastas

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