Leyendas de Bolivia – Leyendas cortas para niños, leyendas urbanas

Allá afuera
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Las leyendas de Bolivia son historias pertenecientes al género fantástico que se comenzaron a contar hace muchísimos años. De hecho, algunas de ellas se remontan al tiempo en el que aún no se conocía la escritura como la entendemos hoy en día.

En particular, las crónicas que se desarrollaron antiguamente en Bolivia , provienen de una época anterior a la llegada de los conquistadores. Los temas más recurrentes en este tipo de narraciones, tienen que ver con el origen del universo o las apariciones de animales o criaturas mitológicas.

Nuestro deseo es que con este artículo puedas conocer un poco más acerca de la cultura de este hermoso país de Sudamérica.

Indice

Leyendas de Bolivia cortas

En este segmento te presentamos dos leyendas de Bolivia cortas , a fin de empezar a entender la manera en la que los adultos de otro tiempo contaban las historias a sus hijos y nietos.

Más adelante trataremos de incluir también leyendas de Bolivia cortas para niños.

La Leyenda de la Viuda Alegre

Hace casi dos siglos, Martín fue a la fiesta del pueblo, ya que sus hermanos menores le habían insistido que los acompañara. Él era un hombre bastante reservado que pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando.

Llegaron al sitio de la tertulia y de inmediato los fraternos de Martín encontraron con quien bailar. Mientras tanto, él se sentó en un rincón y esperó a que la celebración terminara.

De pronto, se acercó a él una bella mujer delgada de ojos negros y cabello rizado que le dijo:

– ¿Qué haces aquí sólo?

– Yo solo vine a acompañar a mis hermanos. Las fiestas no me gustan, no soy ni buen conversador, ni mucho menos un buen bailarín.

– A mí tampoco me gusta bailar, ¿por qué no vamos afuera para charlar un rato? El ruido de la música ya no lo soporto.

Esa noche la luna estaba espléndida y el clima era bastante agradable. Los dos empezaron a conversar y luego de un par de horas se besaron.

Súbitamente, la mujer miró al cielo y mencionó:

– Ya es muy tarde, debo irme a mi casa.

– Yo te llevo. Tienes razón, no es bien visto que una mujer soltera esté fuera de su hogar cuando se aproxima la medianoche.

La mujer aceptó y los dos subieron al caballo de Martín. Sin embargo, el corcel en el momento exacto en el que la chica se subió en su lomo, relinchó de una manera como nunca lo había hecho antes.

Luego el sujeto tomó el camino que conducía al pueblo, más la dama le dijo:

– Mi casa está cerca del cementerio, por favor llevarme para allá.

– ¿Qué? Pero si en el camposanto no hay casas. Replicó Martín, aunque obedeció las instrucciones que le habían dado.

En el preciso instante en el que llegaron afuera del panteón, la mujer lanzó un alarido de terror. Hay quienes dicen que el grito fue tan fuerte que pudo escucharse hasta en el rincón más recóndito de Bolivia.

El hombre volteó hacia atrás y quedó horrorizado al notar que la dama se había transformado en un esqueleto andante.

Se trataba de la «Viuda Alegre», un ente que intenta matar de un susto a sus víctimas.

El Cóndor y la Chola

En la provincia boliviana muchos conocen esta bonita historia. La muchacha más linda de la región, era la encargada de cuidar un rebaño de ovejas.

Todos los días se le podía ver recorriendo los prados, al lado de sus animales, pues no quería que a ellos les pasara nada. Una mañana de verano, un cóndor de gran tamaño pasó por ahí y miró a la joven.

De inmediato, su corazón quedó prendado de ella y buscó la manera de raptarla. Aguardó hasta que los demás pastores se fueron a su casa y entonces utilizando sus garras, tomó a la chiquilla por los hombros y la elevó hasta lo más alto de una montaña, lugar en donde la criatura vivía.

La pobre cholita le suplicaba que la dejara regresar a su casa al lado de sus padres, pues debía ayudarlos con las labores del campo. Así pasaron varios días y la joven iba perdiendo peso, no sólo por el temor que sentía, sino porque no había alimentos que comer.

Por su parte, el cóndor le llevaba a diario carne cruda, pero al no haber fuego, ella no podía consumirla.

Fue entonces cuando el ave se percató de que los humanos cocinaban la comida utilizando la lumbre. Una noche voló hasta donde encontró las cenizas humeantes de lo que anteriormente fue una fogata, tomó un trozo de carne y lo calentó ahí, hasta que cambio de color.

Luego se lo llevó a la cholita y se lo dio a comer. No obstante, la chiquilla continuaba rogándole que le permitiera retornar a su casa. Entonces el cóndor se dio cuenta de que no podía retenerla ahí, ya que ella nunca lo iba a querer.

Haciéndole un gesto, el ave le dijo que se subiera en él y se sujetara fuertemente de sus plumas, para así regresarla a donde pertenecía.

Era la primera vez que, en días, la muchacha usaba una sonrisa.

Posteriormente el ave cumplió su promesa y la devolvió a su domicilio sana y salva. Se dice que ella conservó una de las plumas del cóndor, como un obsequio.

Leyendas de Bolivia de Terror

Las leyendas bolivianas , también cuentan con algunas historias que infunden el miedo a hoy en día. Y es que no debemos dejar de lado el hecho de que los relatos de terror, les fascinan tanto a chicos como a grandes.

El hombre que se transformaba en Sicurí

Una pareja de recién casados, se fue a vivir cerca de las orillas de la laguna de Yaguarú. En dicho sitio, algunos de los vecinos ya habían advertido la presencia de una Sicurí (Por si no lo sabes, esta es una serpiente de gran tamaño, muy similar a la anaconda), razón por la cual recomendaban que las mujeres y los niños no salieran de sus domicilios sin ser acompañadas por un hombre.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de los lugareños es que luego de la llegada de los forasteros, un hombre extraño comenzó a merodear la puerta principal de la casa de estos.

Se trataba de un sujeto alto y espigado que vestía de negro. Un día el dueño de la casa, vio al extraño espiando y sin pensarlo dos veces, sacó su escopeta y le disparó en tres ocasiones.

Al día siguiente, afuera de su domicilio encontró a una Sicurí muerta.

El féretro

Esta es una de esas leyendas de terror que te dejarán asombrado. Se dice que, en Potosí Bolivia, no debes salir después de medianoche los días martes o viernes.

Esta historia ocurrió hace muchos años, en el tiempo en el que los españoles se hacen cargo de las minas de esa región. Se dice que un matrimonio con cinco hijos llegó a esa localidad con la esperanza de hacer fortuna.

Precisamente al año en el que ellos llegaron a suelo boliviano, la más pequeña de sus hijas enfermó gravemente de sarampión y luego de un tiempo desafortunadamente falleció.

Al correr de los años, la familia regresó a España dejando los restos de la pequeña en territorio sudamericano. Exactamente después de que transcurrieron 15 días de la partida de éstos, varios mineros afirmaron ver un ataúd llameante yendo en dirección a la estación de trenes.

Lo más escalofriante de este asunto es que en cuanto el primer rayo de sol se asomó por el firmamento, el féretro volvió rápidamente al panteón.

¿Pero por qué pasó esto? Muy sencillo, los estudiosos de fenómenos paranormales dicen que, en aquellos años, el tren que iba con dirección a la capital del país (La Paz) salía de Potosí los martes y los viernes a medianoche.

Leyendas Urbanas de Bolivia

Las leyendas urbanas de Bolivia se han hecho muy populares en el continente latinoamericano, gracias a que ahora dichas narraciones fantásticas pueden compartirse fácilmente a través de la web.

Fantasmas en el Hospital del Tórax

Dicen que en ese lugar se aparecen frecuentemente fantasmas y otras entidades del más allá. Uno de los casos más sonados acerca de este tipo de leyenda urbana fue el que le ocurrió a la enfermera Wilma Huañapaco, quien un día 4 de agosto había hecho doble turno.

El reloj marcaba 1.55 am y ella estaba alistando los documentos de los pacientes a los que había atendido, para entregárselos al encargado del siguiente turno, cuando comenzó a sentir que el ambiente se tornaba sumamente denso.

A su cuerpo lo invadió una sensación de tremenda pesadez. Era como si algo la estuviera deteniendo en la silla. Inclusive, otras de sus funciones corporales como el habla, el olfato, el oído y la vista también se vieron afectadas.

Como pudo, giró la cabeza hacia atrás y observó la silueta de un hombre de gran estatura, quien lo envolvía una extraña luz de color verde. Luego la figura desapareció y Huañapaco pudo continuar con sus labores como si nada hubiera pasado.

Ella afirma que no se trató de ninguna alucinación, ya que estuvo despierta en todo momento, principalmente porque una enfermera no puede dormir cuando hay muchos pacientes enfermos a los que atender.

Por otro lado, también refirió que este tipo de experiencias extrasensoriales han sido parte de su vida desde su infancia, ya que a muy temprana edad era capaz de percibir la presencia de espíritus.

Lo cierto es que, en ese nosocomio, no es el único caso que se ha reportado, puesto que hay informes en los que se asevera que algunos camilleros también han visto fantasmas de todo tipo, principalmente a un hombre que camina por los pasillos de urgencias. Su seña particular es que no tiene cabeza.

Vale la pena mencionar que el Hospital del Tórax (algunos lo conocen con el nombre de Hospital General» se ubica muy cerca de la morgue. Esto tal vez pueda explicar el motivo por el que los fantasmas acuden a él con cierta frecuencia.

El Fantasma del Cementerio Jardín

La leyenda de Bolivia urbana que vamos a contar a continuación, tiene como principal peculiaridad el hecho de que las personas que narraron lo acontecido, pidieron permanecer en el anonimato.

No sólo en la capital, sino también en las diversas poblaciones del territorio boliviano, la gente tiene sus propias leyendas urbanas. Es decir, hechos que han ocurrido en un periodo reciente, pero que no cuentan con las bases suficientes como para considerarse historias verdaderas.

La señora que hizo la crónica, afirmó que una noche iba con su marido en dirección a su casa después de haber cenado con unos embajadores. Como aún les faltaba mucho camino para llegar a su destino, el hombre decidió tomar un atajo y se dirigió hacia Sopocachi.

En una zona cercana al Cementerio Jardín la mujer dijo haber visto a una persona vestida de negro. De inmediato, le pidió a su marido que detuviera el auto, ya que ella pensó que aquella dama tal vez tendría frío, debido a que era invierno y no se veía que trajera ningún abrigo.

Se acercaron lentamente hasta donde ella estaba y llamaron su atención. Luego la dama que vestía de negro, los miró y al hombre casi le da un infarto al percatarse de que aquella no era una mujer cualquiera, sino un fantasma.

«Tenía los ojos completamente blancos, tampoco tenía pies, sino que flotaba por la calle en dirección hacia el camposanto». Dijo el esposo cuando fue interrogado por el paramédico que lo revisó media hora después en el hospital.

Desafortunadamente no podemos darte un número exacto de las personas que han referido alguna historia similar ocurrida en este panteón, ya que la mayoría de ellos prefiere tratar de olvidar esas experiencias traumáticas.

Sin embargo, no debemos dejar de considerar que este no es el único panteón en Bolivia en el que la gente cree haber visto fantasmas que deambulan entre las tumbas tratando de encontrar el descanso eterno.

Esperamos te hayan gustado las leyendas y también te invitamos a disfrutar estas recomendaciones:


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