Las desapariciones del Monte Robson

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

En el verano de 2006, dos grupos de turistas tomaron la —ahora clausurada— ruta de senderismo hacia el Monte Robson en British Columbia. Lo que resultó fue uno de los casos de personas desaparecidas más extraños en la historia de la provincia. Naturalmente, al ser el hijo de una de las excursionistas que fueron a escalar ese día, siempre he querido descubrir qué fue lo que sucedió con exactitud. Mucho después de que la investigación había culminado, seguí buscando respuestas. Esto es lo que descubrí con base en las declaraciones de testigos, registros policíacos e información meteorológica.

El día comenzó un tanto frío para ese tiempo del año, pero no lo suficientemente frío como para ser considerado peligroso. Los guías turísticos separaban a los excursionistas en dos grupos: el grupo A, el grupo rápido, y el grupo B, el grupo «relajado», lo cual era una forma diplomática para decir que eran lentos. Mi madre, una excursionista ávida, fue colocada en el grupo A.

Supuestamente existía una broma recurrente entre los guías turísticos de que quienquiera que llegara a la cima de último tendría que vestir con unos calcetines verde neón deplorables en su próxima excursión, pero, para que fuera lo más justo posible, también tendría que liderar al grupo más rápido. Al menos fue así como explicaron los calcetines fuera de moda con los que vestía el líder del grupo A ese día.

Se estimaba que ambos grupos llegarían a la cima para el mediodía, con el grupo A habiendo sido calendarizado para llegar una hora antes que el grupo B. Cada grupo tenía dos walkie-talkies por razones de seguridad. Se suponía que la excursión como tal sería bastante segura, tomando la ruta escénica en múltiples ocasiones para evitar zonas de peligro potencial. Solo había un camino para subir y un camino para bajar.

El grupo A recorrió la ruta velozmente, mientras que el grupo B se quedó atrás. Habían subido más o menos dos tercios del camino cuando mi madre se resbaló en una roca mohosa y se torció su tobillo. Uno de los guía encendió el walkie-talkie y contactó al grupo B, quienes estaban cargando el primer kit de primeros auxilios. Para ese punto, el grupo B estaba media hora atrás. Sin ánimos de arruinar su reputación de ser el grupo más rápido, el grupo A insistió en seguir adelante sin mi mamá. La dejaron por la ruta con uno de los guías y el walkie-talkie extra, y luego retomaron la excursión.

La temperatura se estaba poniendo mucho más cómoda para entonces, así que el guía y mi mamá no tuvieron que tomar ninguna medida especial para permanecer cálidos mientras esperaban que el grupo B los alcanzara. Durante la media hora siguiente, todos se mantuvieron en contacto usando sus respectivos walkie-talkies. Todo parecía estar bien.

El grupo B alcanzó finalmente a mi mamá. Mientras estaban atendiendo su tobillo, se pusieron en contacto con el grupo A para revisar su progreso; ya casi habían llegado a la cima. Ahora, una vez que fue vendada, mi mamá pudo haber escogido darse la vuelta y regresar hacia abajo con su guía, pero eligió seguir adelante con el grupo más lento. Supongo que realmente quería ver la cima.

Es aquí donde las cosas se pusieron raras.

A las 10:55 a. m., fue reportado un incremento súbito en la temperatura y la presión atmosférica. Según la información meteorológica, hubo un pique de aproximadamente quince grados Celsius que se disipó para cuando los dispositivos condujeron la siguiente revisión. Esto es solo una conjetura, pero creo que aquello significó una duración entre tres y cinco minutos. Ahora bien, los servicios meteorológicos de Enviorment Canada atribuyeron este pique a un error del sistema, pero muchas personas en el área circundante reportaron, en efecto, haber sentido una onda de calor súbita pero temporal.

Lo que siguió fue un murmullo atmosférico leve que sonó similarmente a un trueno en el sentido de que pareció haber reverberado a través del cielo, pero con un tono más suave y menos fluctuante. No hubo nubes de tormenta en ese momento ni ningún avión fue reportado en el área.

A pesar de esto, el grupo continuó su caminata por la montaña, con mi mamá a cuestas. Cuando llegaron a la cima, se encontraban solos. Podían ver los rastros del grupo A por todo el camino hacia la cima, pero terminaban ahí. No había rastros bajando, ni señales de que se hubieran acercado al borde, ni señales de ellos por ningún otro lado. Los guías trataron de contactar al grupo A por medio de los walkie-talkies, pero nunca recibieron una respuesta. Se asumió que su walkie-talkie se había quedado sin baterías, y, dado que mi mamá y el guía se habían quedado con su único repuesto, no fueron capaces de responder. Los investigadores asumieron que se habían perdido en el bosque y nunca llegaron a la cima en lo absoluto —que los rastros encontrados pertenecían al grupo B—.

Fuera cual fuera el caso, quince excursionistas desaparecieron ese día y nunca fueron encontrados.

Le pido a mi mamá con frecuencia que me cuente su lado de la historia; que resuelva cualquier pista que pude haber pasado por alto o cosas que no fueron reportadas, pero se rehúsa a hablar al respecto. O cambia el tema, o se queda viendo inexpresivamente a la nada hasta que me calle, lo cual es bastante extraño para mi mamá. Solo existe una cosa más que le ha arrebatado este tipo de reacción: los pies.

En 2007, comenzaron a aparecer pies —en su mayoría pies izquierdos— por las costas de British Columbia. Nadie sabe de dónde provienen ni a quién pertenecen, pero han estado apareciendo periódicamente. Pies cercenados, todavía vistiendo con zapatos deportivos. Anda y búscalo por internet si quieres, es uno de esos misterios sin resolver inquietantes que se mencionan ocasionalmente.

El Monte Robson se encuentra en la costa este de British Columbia, tierra adentro, en la frontera de Alberta. Supongo que no pensarías que existe alguna conexión entre esos pies y esta historia… pero tampoco has de pensar que muchas personas usan botas de senderismo de alta calidad con calcetas verde neón, al igual que la que apareció en la costa la semana pasada.

— Via Creepypastas

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