La niña de los ojos rojos.

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Deja ya de mirarme de esa manera tan fría, acaso ¿quieren acabar conmigo? Ojos rojos, dejen ya de robar la juventud de mi alma, ya no deseo compartir mis deseos con ustedes.

Malditos ojos rojos, ojos diabólicos que violan la pureza de mi espíritu, ojos del mal; que con un solo segundo provocan en mí las pesadillas más horribles. Déjenme en paz ojos rojos, mi vida está siendo consumida por ustedes. ¿Qué es lo que susurran, ojos? ¿Acaso quieren volverme loco? Si lo recuerdo perfectamente. Recuerdo el día que conocí a estos ojos rojos.

Ojos rojos

Recuerdo caminar por una fría calle. Recuerdo que la neblina cubría todo. Recuerdo como podía escuchar el silencio en todo el lugar, como las luces del alumbrado público eran insuficientes. Recuerdo que no veía más allá de mi nariz. Mientras caminaba para mi casa sentí a mis espaldas una presencia, la cual hizo que una sepulcral sensación de frialdad recorriera toda mi espina dorsal.

Miré hacia atrás y no pude ver nada ni a nadie. Entré a un bar para descansar un momento; había caminado ya muchas horas. Le pedí una cerveza al dueño. Después de meditar con la bebida en la mano por unos segundos el hombre me preguntó. -¿Usted no es de por aquí, verdad? Su pregunta no me sorprendió ya que por mis ropas sucias y mi aspecto de no bañarme en días era claro que no tenía donde dormir; -no, no soy de por aquí. Respondí. –me lo imaginaba. debe de tener más cuidado a estas horas, la gente dice que un fantasma suele robar las almas de los que caminan las calles en la oscuridad, pero estoy seguro que son meros cuentos; aunque debo advertirle que algunas personas han aparecido muertas en las calles, quizá un loco, pero debe de tener cuidado. –muchas gracias, lo tendré en cuenta.

Terminé mi cerveza y seguí por mi camino. De vuelta en las calles no pude evitar recordar algunas historias que había escuchado en el pasado, historias sobre espíritus que devoraban las almas en la noche, que consumían a los pobres, a los perdidos; pero en dónde había escuchado esas historias era algo que no podía recordar. Sin embargo tenía cosas más importantes en que pensar, donde pasar las noche era una de ellas.

Caminé hasta llegar a un pequeño parque; por la hora no había nadie, estaba completamente oscuro y en silencio. Me acosté en una banca y traté de no pensar en el horriblemente fría que estaba la noche. No sé cuánto tiempo pasó desde que me quedé dormido, pero lo que sé es que al despertar no había más que oscuridad a mi alrededor, una espantosa oscuridad la cual no me permitía ver nada; ni la luna ni las estrellas alumbraban la noche. Me paré de la banca completamente ciego, lo único que comencé a distinguir a la distancia fueron dos pequeños puntos rojos, dos puntos rojos que cada segundo se hacían más grandes. Quise ver más de cerca pero al caminar los puntos desaparecieron y un segundo después escuche la voz de una mujer diciendo “detrás de ti” al volverme pude ver aquellos puntos rojos, que en realidad era ojos, los ojos de una mujer de aspecto cadavérico, con el cabello blanco y largo el cual cubría la mayor parte de su cara; yo no me podía mover y la mujer se acercó tanto a mí que nuestras narices casi se tocaban y fue entonces cuando unos colmillos surgieron de su boca y me atacaron.

Desperté abruptamente de una horrible pesadilla; la luz del sol ya alumbraba el verde pasto del parque y yo seguía en la banca. Mi corazón palpitaba tan rápido que pensé que se saldría de mi pecho y participaría en algún evento de atletismo. Me levanté y un dolor agudo cubrió mi cuerpo, parecía que en vez de haber dormido había estado despierto haciendo algún tipo de esfuerzo.

Buscar algo de comida era el paso más importante de mi día, así que metí mi mano en el bolsillo izquierdo de mi abrigo y sorpresivamente encontré dinero. “supongo que olvide que lo tenía” pensé. Vi un carro de hotdogs y sin pensarlo me lancé por ellos. Disfrutaba de un excelente Hotdog callejero y una soda, aunque posiblemente me enfermaría por comer ese tipo de cosas, el morir por comida era algo que no me preocupaba.

Casi terminaba de comer cuando vi una foto en el periódico del hombre que atendía el carrito; solté mi comida y mi soda y cayeron al suelo. Era la mujer con la que había soñado, y aunque su aspecto era más humano por decirlo de alguna manera y su cabello era negro, aun así era la misma mujer. Tomé el diario y miré de cerca por unos segundos. Cuando entré en razón dejé el periódico y caminé hacía cualquier lugar.

Recuerdos de mi niñez pasaban por mi mente. Recuerdos de como cuando era aún pequeño solía ver cosas raras, soñar cosas raras. Recordé la vez que soñé como mi perro moría y al día siguiente fue arrollado por un auto: al principio pensaba que había sido una coincidencia, pero con el paso del tiempo los sueños se tornaron más y más oscuros; recuerdo haber soñado con la muerte de mi primo y después ver como se ahogaba en un río, frente a mis ojos, recuerdo haber soñado con la muerte de mi padre y no poder hacer nada cuando un hombre lo apuñalaba por la espalda; todos estos sueños me tenían muerto de miedo, pasaba días sin dormir por miedo a soñar más muertes.

Fue hasta que un día con mi madre visitamos a un curandero, que todo se detuvo. El hombre nos explicó que era posible que los espíritus tomaran mi cuerpo en las noches para mandar mensajes. “no es tu culpa que las personas mueran, es sólo una visión del futuro hecha por los espíritus” tras decir eso, el viejo tomo algunos ingredientes de su estante y preparó una bebida, la cual sabía muy mal pero era muy efectiva. Después de ese día no tuve más pesadillas y por fin pude dormir tranquilo, sin embargo el hecho de que diez años después volviera a soñar con una muerte y al día siguiente saber que la persona con la que soñé estaba muerta no era algo que me tomaría en broma.

Mientras caminaba por las calles preguntaba a las personas si conocían algún tipo de curandero o médico al que pudiera acudir para resolver mi problema. Después de pasar por varias personas al fin pude dar con el lugar donde el curandero trabajaba. Entré; el sitio, parecía muy normal, no era como un lugar donde trataran con fantasmas, parecía más un consultorio médico. Después de unos segundos el médico me atendió. Le hablé de mi situación y al paso de unas horas y tras un par de pruebas llegó a la conclusión de que lo que me aquejaba era un espíritu maligno, algún tipo de demonio que había sido alejado de mi pero que estaba de regreso. Yo no entendía cómo es que había regresado después de tantos años, pero el hombre me explicó que ese tipo de demonios realmente nunca se van, simplemente están ahí pero no pueden tocarnos.

De nuevo y aun cuando había ya transcurrido más de diez años; otra vez estaba viendo como un extraño preparaba una bebida que podría alejar estos males que me aquejaban. “debes de tener mucho cuidado, está poción te ayudará pero debes ser fuerte, lo más importante aquí es tu voluntad, si tu voluntad es quebrantada por el demonio ni siquiera yo podré ayudarte de nuevo” –Doctor, pero no tengo como pagarle. –dije. –no te preocupes por eso, dijo el “médico” y tras decir esas palabras bebí la poción y me fui del lugar.

Ya era casi de noche. De nuevo sentía frío y mi cuerpo me pedía un lugar para dormir. Nuevamente vi la banca del parque que me esperaba tan fríamente como la noche anterior. Me senté. Miré a mí alrededor; no había nadie. Suspiré y me acosté. El cansancio se apoderó poco a poco de mi cuerpo y a pesar de la incomodidad de la banca, mis ojos se cerraron lentamente. En medio de mis sueños sentía una gota de agua cayendo incesantemente en mi mejilla. Logre despertarme a pesar de gran peso que sentía en mi pecho y no podía creer lo que veía. Estaba en un bosque, rodeado por cientos de ojos rojos que se escondían entre los árboles.

Una voz empezó a escucharse y a pronunciar mi nombre. Traté de correr pero un gran peso me sujetaba al suelo; traté desesperadamente de liberarme pero era imposible. Una niña apareció en la distancia y se acercó a mí. Sus ojos resaltaban el horrible rojo de mis anteriores sueños, pero esto no parecía un sueño, se veía muy real. La niña toco mi hombro y una fuerza invisible me obligó a ponerme de rodillas. Me miró fijamente y tocando mi mejilla dijo. -¿tratas de alejarte de mí? -Traté de gritar, incluso de hablar pero nada salía de mi boca. – ¿crees que puedes dejarme después de todos estos años? Al fin estamos juntos de nuevo y lo primero que haces es buscar la forma de dejarme. Después de todo lo que hemos compartido.

La forma en la que juntos ahogamos a ese niño o cómo mataste a tu padre por mí; incluso la forma en la que arrojaste a tu perrito hacia ese auto, eso me gustó mucho. Si éramos felices ¿por qué me alejaste de ti? No podía creer lo que escuchaba. mi mundo parecía derrumbarse, pero, en ese momento recordé lo que el curandero me dijo sobre mi voluntad; seguramente todo lo que esa niña me decía era para hacerme caer de nuevo. Traté de ser fuerte y traté de liberarme. Logré mover una de mis manos y la tomé del cuello. –Eres una maldita. Me has obligado a ver tantas desgracias y ahora pretendes decirme que ¿yo fui el culpable de todo? –lo hicimos juntos, siempre ha sido así. Yo sólo te daba las ideas y tu perturbado corazón llevaba a cabo todo. –es mentira. Tratas de engañarme. – ¿Estás seguro? por qué no recuerdas bien. Entonces tuve visiones del pasado, podía verme a mí en la niñez y veía como jugando con mi primo en el río un odio inmenso me llenaba y lo ahogaba. Podía ver como con un cuchillo apuñalaba la espalda de mi padre, incluso me pude ver lanzando a mi perro al frente de un coche. Todos eran recuerdos muy reales y siempre estaban acompañados de los ojos rojos y la voz de la niña. Desperté de los recuerdo y miré que seguí sujetando del cuello a la pequeña de los ojos rojos, en ese momento una rabia me invadió y comencé a apretar con más fuerza. Oía como lloraba y me sentía feliz, de repente ya no estaba en el bosque, estaba en el parque y la niña que sujetaba era otra. Un hombre se acercó a mí gritando y me golpeó.

Recuperé el conocimiento sentí que estaba esposado. La policía me había arrestado por el asesinato de la niña del parque. Ahora todo era más confuso. ¿De verdad había yo hecho todas esas cosas tan terribles? Me sentía vacío y sentía que mi alma abandonaba mi cuerpo. En el espejo retrovisor de la patrulla pude ver los ojos rojos pero no era la niña, era yo, ahora yo tenía la mirada que me perseguía, yo era el asesino. Se me condenó a prisión por el asesinato de una menor y por la violación y muerte de la mujer del periódico. Estaba a tan sólo un par de semanas de ser ejecutado, ¿pero acaso estaba yo loco? El psiquiatra de la prisión me diagnosticó como un paciente con desorden psicológico y un peligro para la sociedad; al parecer todo éste tiempo estuve enfermo y no hubo ningún fantasma, espíritu o demonio tras de mí. A sólo un par de días para mi ejecución me encontraba almorzando cuando delante de mí vi los ojos rojos, me miraban fijamente y la niña sonreía con maldad. Me lancé sobre ella y con el tenedor atravesé sus ojos, sus horribles ojos rojos que siempre me perseguían, pero cuando terminé sólo vi a otro prisionero muerto con un tenedor en los ojos. Los guardias me llevaron directamente a la sala de ejecuciones.

Me ataron a la silla y prepararon todo. Tomaron la jeringa y clavaron la aguja en mi brazo. La droga corrió lentamente por mis venas. Comencé a sentirme adormecido. Miré adelante y ahí estaba nuevamente, incluso en mi lecho de muerte los ojos rojos no me dejaban en paz. Traté de gritar pero el efecto de la droga era increíblemente rápido. En la cara de la niña se dibujó una sonrisa diabólica y lo último que escuché fue su voz diciendo “te seguiré hasta en el infierno” mis ojos se cerraron lentamente y los ojos rojos de la niña fueron apagándose poco a poco. Ahora sólo veo oscuridad.


Autor: DeathNightmare

— Via Creepypastas

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