La maldición

El Puente Negro
El Puente Negro

Estimado lector, si puedes ver el siguiente texto, date cuenta que necesito ayuda. Todo empezó hace una semana. Y lo sé, ¿por qué no ir a un hospital? Pero… ¿cómo explico esto?

13 de junio.

Este día comenzó. Me desperté y sentí frío, el sabor de la adrenalina corriendo por mi boca y una sensación extraña que me impidió volver a dormir. El sabor era fuerte e implacable. No lograba recordar el sueño, pero seguramente fue algo terrible. Estaba llorando y mi rostro estaba completamente rojo.

Intenté tranquilizarme y fui al baño. Cuando me vi en el espejo, pude notar que mis ojos estaban más oscuros. No era solamente el iris, todo el ojo estaba oscuro, incluso la parte blanca. Tenían un color extraño, un tono de gris… plata, la verdad es que ni siquiera puedo describirlo.

15 – 16 de junio.

No he podido dormir. Mis ojos están siendo devorados por el negro –ya no hay blanco, mi iris azul se ha ido… solamente está el negro. Estoy sola y asustada. Mis dolores corporales no hacen más que aumentar. No lo soporto más. Tengo unas heridas que aparecieron en mis hombros, son profundas, huelen a sangre y carne putrefacta. Siento tanta agonía.

17 de junio.

Mátenme, por favor. Me estoy ahogando con mi propia sangre. Las manchas han cubierto mi pecho y mis senos. No puedo ponerme una camiseta ni mucho menos un sostén, el dolor es insoportable y cada vez más intenso.

19 de junio.

Me acabo de desmayar en un charco de sangre. Apenas puedo respirar. Estas cosas… son como alas. Están saliendo por las heridas en mis hombros. Parecen las alas de un cuervo – negras, enormes y diabólicas. Voy a morir – si no es por esto, entonces me suicidaré.

¡AYUDA! Necesito ayuda.

He perdido mi conciencia, mi alma y mi voluntad. En el lugar donde una vez tuve uñas, hoy tengo garras. En lugar de mi piel suave y blanca hoy tengo una capa negra, áspera y dura. Y en lugar de alma, los tengo a “ellos”… los susurros que mueven y gobiernan mi ser.

Día 1

Mi cuerpo está cansado, mi visión es débil y mi mente está hecha pedazos. Siento el dolor rasgando mi carne. Es como si hubiera muerto y regresado en algo que no reconozco. Pasé tres días tirada en el frío suelo de mi casa. No sentía hambre, frío ni ninguna otra cosa, solo voluntad. Era gigantesca dentro de mi mente.

“Ya falta poco… ya casi estamos ahí”.

Durante el tiempo que permanecí allí, esa voz me acompañó.

Día 4.

Recuperé parte de mi fuerza, pero me sentía completamente vacía. Algo me faltaba.

Mi piel estaba marcada por quemaduras negras, sangre y hollín. Como si una parte de mi hubiera sido incinerada. Mis ojos eran negros, y al demostrar mi asombro mis dientes eran blancos, muy parecidos a los dientes de un tiburón. No pude reconocerme ni siquiera un poco, mi expresión se había transformado en algo duro, frío y sanguinario.

“Estamos aquí, y en breve también tu estarás… Dentro de poco seremos el único camino”.

Nada tenía sentido en aquel momento, hasta que perdí la consciencia nuevamente.

Día 7.

Ya no tenía caso salir de casa. El sol, las personas y todo a mí alrededor me irritaba. Los quería ver muertos, anhelaba poder destruirlos, deseaba acabar con todos.

“Falta poco ahora, mi pequeña”.

Las voces en mi mente me asustaban, pero en el momento resultaron la mejor compañía. Y al paso del tiempo me informaban sobre algunas cosas que sucederían…

Día 13.

Ya no sentí nada.

Pero todavía me sentía viva, más viva que nunca. Por primera vez desde que empezó la transición tuve ganar de salir de casa. Sentí ganas de levantar el vuelo y ver las cosas desde mi nueva perspectiva.

La sangre en mis manos era tan placentera, el olor a muerte era dulce en mi nariz y el sabor del miedo, ahhh… todavía no encuentro nada más placentero que eso. Ver al miedo invadir la mente, hasta que finalmente la vida se apaga y se va. Puedo sentirlo.

Por primera vez conocí la verdad, y así es como debería ser. Soy aquello que los tontos temen en la oscuridad, lo que los atemoriza en la noche o incluso cuando están a punto de morir, cuando creen que irán a parar al infierno. Tontos.

Olvidan que el infierno está en la tierra, en la mirada de los seres humanos que matan y destruyen por placer, en aquel hombre que le quita la vida a su semejante por qué cree que así será más fuete y podrá protegerse. Olvídense del juicio.

Debo confesar que antes temía aquello que sentía; el sufrimiento, el dolor y el pánico. Pero después de mi cambio lo vi… Solamente así libraré a los humanos del dolor y del miedo. Yo soy la redención. Nacida de la desesperación y la desgracia, y estamos una vez más en la tierra “volando entre las personas”.

Soy el primero de mis siete hermanos. Y dentro de poco seremos los siete nuevamente. Para volver a apropiarnos del mundo.

Ahora puedo ver la verdad…

— Via Creepypastas

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