La casita de la pradera

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

El mundo de los sueños puede llegar a ser algo muy aterrador, y sobre eso trata mi historia. Sobre un sueño recurrente y muy perturbador.

Las primeras dos veces que soñé con la casita de la pradera, lo hacía como si estuviese en modo espectador. Nadie podía verme ni escucharme, pero yo si veía y escuchaba todo. Jamás podré olvidar esa pequeña casa de madera ubicada en todo el centro de aquella pradera. Las dos primeras veces que soñé con ella, la luz del atardecer la bañaba completamente, brindando una atmósfera de paz y tranquilidad. Siempre podía visualizarla a lo lejos, pero nunca pude acercarme demasiado. Simplemente me despertaba antes de poder hacerlo.

La tercera vez que soñé con ella, muchas cosas habían cambiado. En mi sueño era de noche y habían unos círculos de luz de colores que rodeaban a la casita, pensé que esos círculos de luz eran almas, que la rondaban y rondaban. Había un conjunto de niños curiosos que estaban a punto de entrar a la casa. Pero algo me dio un mal pálpito, no quería que entraran. Traté de gritarles para advertirles, pero no me escuchaban, y sentía que flotaba por el aire como si estuviese en cámara lenta. Pues claro, una vez más, estaba en modo espectador. Justo cuando todos los niños entraron a la casita, desperté del sueño, y lo primero que me salió de la boca, mientras seguía acostado en mi cama, fue: “Esos niños van a morir”.

La cuarta y última vez que soñé con la casita de la pradera no fue en modo espectador, sino que el protagonista del sueño era yo. Estaba huyendo de algo y no sé qué era. Lo curioso es que corría y corría y, al final de mi camino, siempre estaba la casita de la pradera. Corría en otra dirección distinta y, después de sentir que había corrido kilómetros y Kilómetros, me volvía a conseguir de frente con la casita de la pradera. Sentía que me estaba haciendo una invitación forzada a entrar y, como estaba huyendo de algo que —aunque no sabía qué era— me atemorizaba mucho, decidí hacerlo.

Una vez dentro de la casa, todo se veía normal. Habían dos sillas, pero nada más. Ni rastro de gente, ni nada. Decidí sentarme en una de las sillas y pude ver que en la otra había una mujer hermosa, siniestra pero hermosa. Jamás había visto tanta belleza y oscuridad al mismo tiempo. La mujer se me acercó como para besarme; mi cuerpo sentía que eso estaba bien y se acercaba sin hacerle caso a mi cerebro, que me estaba dando una señal de alarma, de que algo no estaba bien. Nos besamos, y, cuando culminó el beso y la vi, me percaté que me había besado a mí mismo. Reaccioné con impacto, y esa entidad extraña que se parecía a mí sonrió. Sentí que caía al suelo. En ese mismo instante, pasé a modo espectador, y lo que vi me heló la sangre. Había muerto. Pero mi cadáver se veía como si algo le hubiese succionado todos los fluidos, los músculos y las vísceras, dejando solamente el esqueleto recubierto por la piel y una espantosa mueca de terror en mi cara.

Estando en modo espectador y dentro de la casa, me di cuenta de muchas cosas. La creatura misteriosa había desaparecido. Otra cosa que pude notar es que el suelo estaba lleno de cadáveres, que les había pasado lo mismo que a mí. Ahora entiendo por qué habían tantas luces rodeando la casa en mi tercer sueño, eran las almas de todos los desgraciados que, al igual que yo, se les había ocurrido la mala idea de entrar en la casita de la pradera. No pasó mucho tiempo antes de que despertara de esa pesadilla. Me paré de la cama con un miedo impresionante y no sé por qué sentí que no era el primero, ni sería el último que soñaría con la casita de la pradera.

Después de haber visto tantas almas gravitando alrededor de esa casa y tanta gente entrando en ella, me pregunto con mucha inquietud ¿acaso tú has soñado con la casita de la pradera?

— Via Creepypastas

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