El hombre del traje oscuro

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Cuentan que por una vereda de un pueblo chiapaneco, varias personas vieron a un hombre delgado vestido de negro. Sus ropas estaban manchadas de lodo y su cabello completamente enredado. Uno de los que lo avistaron, creyó conocerle y velozmente se le acercó diciéndole: – Buenas noches don Rogelio, ¿puedo ayudarle en algo?

El hombre no emitió una palabra y corrió a esconderse entre la bruma de la noche. Mientras tanto el joven que lo había observado, caminó hacia la casa de su mejor amigo, pues quería contarle lo acontecido.

– Me acabo de encontrar a tu padre por el camino de tierra.

– No bromees Adán, bien sabes que mi padre lleva muerto y sepultado más de cinco años. Tú mismo cargaste el féretro junto conmigo o ¿ya se te olvidó?

– Sí lo sé Jacinto, pero estoy seguro que era tu padre. Su cabello canoso estaba lleno de tierra al igual que su ropa. Te juro que era él. Me aproxime a él para ofrecerle de ayuda, mas no me respondió. ¿Por qué no vamos ahora mismo y corroboras mi historia?

– Ahora no puedo, tengo que quedarme en casa a cuidar a mi madre enferma. Además, no creo una sola palabra de lo que acabas de contarme. Si tu objetivo era asustarme, déjame decirte que no funcionó.

Los días pasaron y el hombre seguía apareciendo constantemente por aquel camino de terracería. Un día por la mañana mientras Adán hacía las compras en el mercado, una anciana se interpuso en su camino y le dijo:

– Tu papá anda vagando como alma en pena, pues no has cumplido con la promesa que le hiciste en su lecho de muerte.

– ¿A qué te refieres tía?

– Dices que cuidas a tu mamá, aunque la verdad es que permanece acostada en una cama sin poder moverse debido a que no le compras las medicinas que necesita para curarse.

– Cuestan mucho dinero. ¿Qué quieres que haga? Tengo dos trabajos y aun así no me alcanza ni siquiera para mantenerme como dios manda.

– Ah, pero si tienes para pasearte con Zenaida, la hija del zapatero. No me mientas muchacho, yo te he visto con ella en la plaza los domingos al salir de misa.

– Bueno, lo que sucede es que también merezco un rato de diversión. Estar en casa cuidando a mi madre es un suplicio, sobre todo porque ella nunca me ha querido. Para mi madre sólo existe Hortensia y eso que ella ni se para por aquí.

– Sea como sea, te comprometiste a cuidar de ella hice un deseo de un moribundo no se cumple, éste puede regresar a la Tierra a vengarse.

Jacinto aguardó hasta que se oscureció y fue al camino de tierra a encontrarse con el misterioso hombre. En cuanto la silueta apareció, el joven se puso de rodillas y gimiendo exclamó hacia el cielo:

– “Perdóname papá, he sido un mal hijo”.

El hombre de negro acercó una de sus manos y tocó suavemente la testa de su hijo. Jacinto levantó la vista, pero la aparición ya se había esfumado. Desde ese día, procuró a su madre hasta que ésta se restableció por completo.

Leyenda del hombre del traje oscuro

Por supuesto, el alma de don Rogelio ahora descansa en paz en el cementerio.Cuentan que por una vereda de un pueblo chiapaneco, varias personas vieron a un hombre delgado vestido de negro. Sus ropas estaban manchadas de lodo y su cabello completamente enredado. Uno de los que lo avistaron, creyó conocerle y velozmente se le acercó diciéndole: – Buenas noches don Rogelio, ¿puedo ayudarle en algo?

El hombre no emitió una palabra y corrió a esconderse entre la bruma de la noche. Mientras tanto el joven que lo había observado, camino hacia la casa de su mejor amigo, pues quería contarle lo acontecido.

– Me acabo de encontrar a tu padre por el camino de tierra.

– No bromees Adán, bien sabes que mi padre lleva muerto y sepultado más de cinco años. Tú mismo cargaste el féretro junto conmigo o ¿ya se te olvidó?

– Sí lo sé Jacinto, pero estoy seguro que era tu padre. Su cabello canoso estaba lleno de tierra al igual que su ropa. Te juro que era él. Me aproxime a él para ofrecerle de ayuda, mas no me respondió. ¿Por qué no vamos ahora mismo y corroboras mi historia?

– Ahora no puedo, tengo que quedarme en casa a cuidar a mi madre enferma. Además, no creo una sola palabra de la leyenda corta que acabas de contarme. Si tu objetivo era asustarme, déjame decirte que no funcionó.

Los días pasaron y el hombre seguía apareciendo constantemente por aquel camino de terracería. Un día por la mañana mientras Adán hacía las compras en el mercado, una anciana se interpuso en su camino y le dijo:

– Tu papá anda vagando como alma en pena, pues no has cumplido con la promesa que le hiciste en su lecho de muerte.

– ¿A qué te refieres tía?

– Dices que cuidas a tu mamá, aunque la verdad es que permanece acostada en una cama sin poder moverse debido a que no le compras las medicinas que necesita para curarse.

– Cuestan mucho dinero. ¿Qué quieres que haga? Tengo dos trabajos y aun así no me alcanza ni siquiera para mantenerme como dios manda.

– Ah, pero si tienes para pasearte con Zenaida, la hija del zapatero. No me mientas muchacho, yo te he visto con ella en la plaza los domingos al salir de misa.

– Bueno, lo que sucede es que también merezco un rato de diversión. Estar en casa cuidando a mi madre es un suplicio, sobre todo porque ella nunca me ha querido. Para mi madre sólo existe Hortensia y eso que ella ni se para por aquí.

– Sea como sea, te comprometiste a cuidar de ella hice un deseo de un moribundo no se cumple, éste puede regresar a la Tierra a vengarse.

Jacinto aguardó hasta que se oscureció y fue al camino de tierra a encontrarse con el misterioso hombre. En cuanto la silueta apareció, el joven se puso de rodillas y gimiendo exclamó hacia el cielo:

– “Perdóname papá, he sido un mal hijo”.

El hombre de negro acercó una de sus manos y tocó suavemente la testa de su hijo. Jacinto levantó la vista, pero la aparición ya se había esfumado. Desde ese día, procuró a su madre hasta que ésta se restableció por completo.

Por supuesto, el alma de don Rogelio ahora descansa en paz en el cementerio.

— Via Creepypastas

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