El Despertar

Prólogo (Zalgo)
Prólogo (Zalgo)

Por fin, en Junio de 2015, Miguel Celades había conseguido reunir suficiente dinero para volver a organizar un congreso de “Ciencia Y Espíritu”. Y ahora tenían mas sentido que nunca. Los dos últimos años, el despertar masivo, había sido realmente MASIVO. El programa de Iker Jiménez había sido cancelado y sustituido por uno presentado por Jose Luis de “Mundo Desconocido” (así se llamaba de hecho el nuevo programa.) El espacio batía récords de audiencia.

Pero no era solo España; en todo el mundo la gente abría los ojos, y ahora, los “despiertos” eran mayoría. Habían sido derrocados los gobiernos dictatoriales de China y Corea del Norte, y el de E.E.U.U estaba en franca decadencia, mientras sus ciudadanos formaban milicias organizadas y se abastecían de armas en los mercados “underground” de rebeldes antisistema. Jamás… Jamás en la historia las cosas habían estado tan cerca como ahora de cambiar para siempre.

La Élite estaba aterrorizada, demasiadas victorias en tan poco tiempo. Y Celades, que había estado unos meses haciendo unos trabajos en Madrid, se dispuso con ilusión a volver a su país de origen. Catalunya. (Si… Por fin eran independientes…) El primer día del nuevo “Ciencia i Esperit 2015”, el aforo estaba abarrotado para oír al conferenciante estrella… Luis Carlos Campos Nieto, recién galardonado con el premio “Pléyades” por su importantísima labor informativa, que tanto había contribuido a la desprogramación de la población en Cataluña y España.

Dado que el castellano era idioma co-oficial en Cataluña (junto al catalán, al Lapau, al italiano y al kinglonés), no había problema en que Luis Carlos realizase su intervención en su lengua materna sin necesidad de traducciones simultáneas. Luis Carlos se aclaró la voz, subió al atril, y miró la gran pantalla en la que se proyectarían las diapositivas de la charla. Luego dirigió su mirada a los casi 12.000 espectadores.

—Bueno, pues antes que nada gracias a to el mundo por estar aquí y tal… Gracias a Miguel Celades por todo el bien que ha hecho y… Le interrumpió un sonido similar al de una gigantesca aspiradora, que fue subiendo hasta hacerse casi insoportable. Parte del público se llevó las manos a sus orejas, las cuales sangraban tras destrozarse sus tímpanos. De súbito, el techo del recinto desapareció como si hubiese sido absorbido o chupado. Un inmenso resplandor cegó a todo el mundo.

Luis Carlos permanecía de pie, absorto, sin saber como reaccionar. Entonces, sus ojos volvieron a ver gradualmente. Distinguió, en el cielo, una inmensa, colosal, gargantuésca forma esférica de colores parduzcos… Miguel se le acercó excitado.

—¡Luis Carlos, ya, ya están aquí! ¡Ha llegado la hora! Luis Carlos parecía desorientado-

—Pero…

—¿No lo ves, Luís? ¡Es Nibiru! ¡NIBIRU! ¡Ha venido por fin!

-Perooo… ¿Pero no era menti…?

—¿Cómo…?

—Nada, nada… ¡Hostia, tío, que fuerte, ya están aquí! ¡Que ya están aquí!

—¡Se acabó la Matrix, los Illuminati y su puta madre!

—Un momento… Miguel…

—¿Qué…?

—¿Los de Nibiru no eran los malos…?

Miguel se quedó callado, sin saber que decir… De pronto, un nuevo resplandor les cegó. Al disiparse, Miguel y Luis Carlos vieron que ya no estaban en el recinto del congreso, si no en una estancia enorme, con un suelo metálico y brillante. Tras ellos, Luis Carlos y Miguel tenían a todo el público asistente del congreso. Y frente a ellos… Dos figuras humanoides gigantescas. Un hombre barbado lleno de músculos con un extraño gorro cónico y toga morada, sentado en un trono lujoso y enjoyado.

A su lado, una impresionante mujer desnuda, con collares y adornos de oro. Miguel y Luis les reconocieron en seguida: Marduk… Ishtar… Estaban rodeados de criaturas de diferentes formas, pero todas alguna variante de serpientes o reptiles, retorciéndose, siseando, babeando. —¡Tu no nos sirves! —Gritó Marduk a Miguel. Pulsó un botón de su trono, y bajo Miguel se abrió un orificio por el cual desapareció gritando.

—Es demasiado inocente… Su sangre servirá de combustible para nuestras máquinas, pero su falta de maldad le quita fuerza a su sabor… No es tu caso, Luis Carlos Campos. Tu y tus seguidores estáis llenos de rencor, mala uva, arrogancia y desprecio por quien no piensa como vosotros. Y tenéis el ingrediente final… Estáis despiertos. Luis Carlos, desconcertado, no sabía que decir. Esto no formaba parte del “guión”…

—Pero… —Balbuceó— Pero… ¡Ahora estamos despiertos! ¡No os tenemos miedo! ¡No podéis hacernos nada! Una risa sórdida salió del la garganta del Anunnaki. Los demonios reptilianos se unieron a el, en un coro espantoso de carcajadas satánicas. —Francamente, ya no sabíamos que hacer… Siglos, milenios dándoos pistas que vosotros ignorabais… Os habíamos creado idiotas, pero habéis superado nuestras mayores previsiones… ¿No lo entiendes, imbécil? Queríamos que fuerais conscientes de nosotros… Se trata de la receta… Tenéis que tener un grado de maldad.

Casi todos tenéis alguna dosis mayor o menor, pero no debéis tener demasiada (en tal caso pasáis a ser de los nuestros), ni demasiado poca (como tu amiguito Celades) porque entonces el sabor se agua… Esa maldad debe combinarse con el conocimiento de la verdad, de que existimos y os controlamos, y además, ese conocimiento debe generar sentimiento de rebelión (eso fue lo que mas nos costó inspirar en vosotros, gracias Luis Carlos por la ayuda…) de ese afán de rebelión surge la esperanza.

La esperanza se mezcla con vuestro grado de maldad para generar en vuestra carne y sangre un manjar de placeres indescriptibles… Que mejoran si se “cocinan” con una larga sesión de tortura y sufrimiento… La cual comienza, exponiendo ante vuestros estúpidos ojos el FRACASO ABSOLUTO DE TODOS VUESTROS ESFUERZOS. Habéis sido nuestras marionetas incluso cuando os habéis rebelado… Luis Carlos sintió entonces una punzada en su nuca. Del techo de la estancia había bajado una suerte de tentáculo cibernético que se había conectado a la base de su cráneo. Para todos los demás había sucedido lo mismo… Todos tenían su “tentáculo” conectado.

Luis Carlos empezó a sentir en la punta de su pene como si, lentamente, le estuvieran introduciendo un alfiler. Pero no le estaban introduciendo nada… Fugazmente, sin saber porque en ese momento, acudió a su cerebro el recuerdo de los mecanismos de los nervios de dolor. Pensó que para eso servía el tentáculo, se conectaba a tu sistema nervioso y manipula tus cerebro para hacerte sentir cualquier sensación, una intuición, tan solo, pero así lo creía finalmente. Y se dio cuenta… De que esto solo era… El principio de una larga jornada. Vio a Ishtar, sonriendo y relamiéndose lascivamente, mientras sus reptiles le pasaban sus lenguas bífidas por todo su cuerpo.

—Vamos a comer…

— Via Creepypastas

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