El caso Glico/Morinaga
En la década de 1980, el gigante de la comida japonesa Ezaki Glico fue chantajeado por un misterioso grupo de súper villanos que se hacían llamar “el monstruo con 21 caras.”
Todo empezó con dos hombres armados que irrumpieron en la casa del propietrario de la compañía Glico. Lo secuestraron delante de su familia. Los hombres escondieron al alto ejecutivo en un almacén, llamando a la compañía y exigiendo 100 millones de yenes y 100 kilos de lingotes de oro. La víctima escapó del almacén antes de que pudiera saber si su empresa estaba dispuesta a pagar el rescatar de su culo. Ninguno de los chicos malos fue capturado y es una lástima, porque el “Monstruo” no había terminado.
Un par de semanas más tarde, varios automóviles en el estacionamiento de la compañía fueron incendiados. Entonces, el “Monstruo” comenzó a enviar cartas.
“Querida compañía Glico, ¿Cómo han estado? Yo estoy bien, pero este clima está loco. Supongo que por eso se le llama calentamiento global. Jajaja. Hemos encendido tu coche en llamas.”
La primera carta fue enviada en un recipiente de plástico junto con el ácido clorhídrico, (¿Por qué con ácido? Ah, solo porque el monstruo tiene testiculos del tamaño de los de elefante) En ella el Monstruo con 21 Caras afirmó que había envenenado los dulces Glico, Lo cual cauzó una pérdida de $21 millones de dólares en los productos que tuvieron que ser sacados de los estantes. El número puede ser una coincidencia, pero uno nunca sabe. El monstruo se burló de la policía al detallar en una carta a su método de entrada, la máquina de escribir utilizó para escribir el mensaje y dónde consiguió ell recipiente con el ácido en el mismo. No importaba, los policías recorrieron el país en busca de ellos, y regresaron con las manos vacías.
Poco despúes, sólo para demostrar que estaban jugando con todo el mundo, el Monstruo envió una carta pidiendo perdón a Glico, y la compañía jamás fue molestada por estos individuos otra vez.
“Acepta nuestras más sinceras disculpas…”
La cosa se pone MAS rara:
El monstruo volvió su atención a otra empresa de alimentos: Morinaga. Otra carta fue enviada, similar a la de Glico, sólo que esta vez, las investigaciones rastrearon un total de 21 paquetes con el cianuro de sodio altamente tóxicos. Siendo un grupo terrorista pero con altos valores morales, mostraron cortesía al etiquetar las cajas amablemente con “Contiene Toxinas”… un ejemplo que todos los criminales deberían seguir.
La policía, desesperada, pensó haber visto al “cerebro” detrás del monstruo en un excambio de dinero (el grupo había exigido dinero en efectivo de otra compañía). Un funcionario describió al criminal como un hombre que tiene “ojos como los de un zorro”, lo cual le daría el sobrenombre de “El Hombre de los Ojos de Zorro”.
El mismo hombre misterioso fue visto más tarde, en un coche durante una operación encubierta. Se escapó, pero la policía encontró el coche, y un transmisor-receptor de radio que había estado usando para escuchar las comunicaciones de la policía durante la operación.
Así que finalmente tenemos una descripción de uno de los malos! Que resultó en… nada. El monstruo atormentó a varios gigantes corporativos durante años, se burló de la policía, caminaba por las calles como algunos de los hombres más buscados en el mundo y ni uno solo de ellos fue atrapado. Un comisario de policía se frustró tanto al ser superado por el monstruo que él renunció en desgracia. Oh, espera, leí mal. En realidad, ¡se suicidó prendiéndose fuego a él mismo!
Antes de desaparecer en la noche como el maldito de “Keyser Soze”, el Monstruo publicó una carta burlándose del hombre muerto, y anunció que dejaría de torturar a las empresas de alimentos, al parecer, considerando todo esto como una especie de juego infantil. Las últimas palabras del monstruo al público:
Somos los chicos malos. Esto significa que tenemos más otras cosas mas importantes que hacer que solo intimidar compañías. Es divertido vivir la vida de un hombre malo.
- Monstruo con 21 caras.
“Post data, nos veremos pronto…”
— Via Creepypastas
